En Cuba, el apellido Bacallao no se pronuncia sin reverencia. Rafael “Felo” Bacallao fue una de las voces fundadoras del sonido aragonero que marcó la música popular del siglo XX. Su hijo, Ernesto, fue vocalista durante más de dos décadas de la Orquesta Aragón. De ese linaje nace Laritza Bacallao (La Habana, 1988), quien, lejos de conformarse con el prestigio familiar, decidió construir una carrera con identidad propia.

Criada entre giras, ensayos y estudios de grabación, Laritza supo desde pequeña que su camino estaría en la música. Su primer acercamiento profesional llegó en los años 90 como parte de la agrupación La Orquesta Aragón presenta a La Princesita del Cha Cha Chá. Aquel apodo inicial —“la princesita”— sería pronto reemplazado por una artista madura, poderosa en escena y con un rango vocal que le ha ganado comparaciones con las grandes divas de la canción.

Emergencia y evolución: del cha cha chá al pop bailable

Aunque su formación inicial tuvo un fuerte componente de música tradicional cubana, Laritza encontró su voz artística definitiva en la fusión del pop con los ritmos bailables del Caribe: salsa, reguetón, música urbana, timba. Su despegue internacional comenzó con el disco Solo se vive una vez (Egrem-Planet Records, 2013), del cual se desprendieron temas como Carnaval, Se te fue el avión, Como cambia la vida y el explosivo Que suenen los tambores.

Estas canciones no solo fueron hits en la radio cubana, sino que se convirtieron en favoritos del público en Latinoamérica y comunidades latinas de Europa y EE. UU. Con una producción moderna y letras optimistas, Laritza se posicionó como una figura fresca, carismática y potente, especialmente entre el público joven.

Reconocimiento y bloqueos: la historia detrás de sus éxitos

No todo fue ascenso. Detrás de esos temas que se coreaban en fiestas y conciertos, se escondía una dura realidad contractual. La disquera Planet Record retuvo derechos sobre buena parte de su obra más popular. En una reciente entrevista en el programa Destino Talk, Laritza reveló que nunca recibió ganancias significativas por canciones como Carnaval o Que suenen los tambores, a pesar de su éxito masivo y de haber sido versionadas por figuras como Víctor Manuelle y Olga Tañón.

Estos conflictos frenaron parte de su carrera discográfica durante años. Su contrato impedía lanzar nuevas colaboraciones sin autorización, y varias producciones quedaron archivadas. Esta situación la llevó a una etapa de depresión y frustración artística, de la que solo pudo salir tras romper definitivamente con la disquera en 2023.

Artículo relacionado: Cinco artistas cubanas que ponen a bailar con su voz

Un nuevo comienzo: Que hablen

En 2021, la artista presentó su segundo álbum de estudio, Que hablen, bajo el sello Egrem, marcando su retorno con libertad creativa. Este disco, cuyo título refleja una declaración de principios, es un resumen de su resistencia ante las adversidades. Desde entonces, la frase “Que hablen, que me importa que hablen” se ha convertido en su grito de guerra, una expresión de seguridad personal y profesional.

A finales de 2024, lanzó el sencillo Hablando claro, disponible en YouTube y plataformas digitales. El tema muestra una Laritza más directa, con un sonido renovado, sin perder su fuerza interpretativa ni su conexión con las raíces caribeñas.

La artista que no necesita estudio para brillar

Una de las características que más se resaltan de Laritza Bacallao es su capacidad vocal en vivo. Durante su gira por Estados Unidos en 2025 —que incluye ciudades como Houston, Naples y Miami—, la artista ha deslumbrado al público cantando fragmentos de su repertorio a capella en programas como Destino Talk, dejando claro que su voz no necesita filtros ni producción para impactar.

En redes sociales, muchos usuarios cubanos la han catalogado como “la mejor voz femenina de Cuba”. Otros van más allá: “Después de Celia Cruz, es una de las voces más impresionantes que ha dado nuestro país”.

Aunque establecida temporalmente en Madrid desde 2024, Bacallao ha mantenido su vínculo con el público cubano. A lo largo de ese año, actuó en eventos como los Carnavales del Mundo en Las Palmas de Gran Canaria (junto a Elvis Crespo y Manuel Turizo), el Cook Music Fest, y cerró el año con presentaciones en Tenerife y en la Plaza Mayor madrileña.

También ofreció conciertos en Cuba: en el Hotel Parque Central de La Habana, en Morón (Ciego de Ávila) y Villa Clara, demostrando que no ha abandonado a sus seguidores en la isla.

Una voz multiforme: bolero, salsa y pop

Laritza no se encasilla. Si bien es conocida por sus temas bailables, ha demostrado una versatilidad impresionante. Ha versionado con solvencia temas de Celine Dion (All By Myself), La India (Ese hombre), Rocío Dúrcal (Ya te olvidé, Como tu mujer) y Laura Pausini (Volveré junto a ti), algunos de ellos grabados junto a Jorge Junior y Los 4. En cada interpretación, su sello vocal y emocional es reconocible, sin caer en la imitación.

También ha participado en discos colectivos, como Homenaje a Elena Burke, Si no sabes no te metas, y Calle 66, confirmando su lugar en el panorama discográfico cubano.

Mentora de nuevos talentos y figura popular

En 2015, Bacallao formó parte del jurado en la primera temporada de Sonando en Cuba, el popular show televisivo que buscaba descubrir nuevas voces. Su participación allí no solo la acercó a una audiencia más amplia, sino que la posicionó como referente para las nuevas generaciones de cantantes cubanos.

Una mujer que honra su linaje

La muerte de su padre Ernesto Bacallao en 2022 fue uno de los momentos más duros de su vida. En un emotivo mensaje en redes sociales, le agradeció por sus enseñanzas musicales y personales, y prometió seguir defendiendo el legado de su padre y su abuelo Felo Bacallao.

“Eres el sol de mis días y la alegría de mi música… Seguiré tus pasos hasta el fin de mis días”, escribió. Y ha cumplido: no solo ha mantenido viva la tradición musical familiar, sino que ha sabido renovarla para las nuevas audiencias.

Laritza Bacallao hoy: entre la firmeza y la libertad

En 2025, Laritza Bacallao no es solo una cantante cubana. Es un símbolo de perseverancia, profesionalismo y empoderamiento. Ha superado bloqueos contractuales, prejuicios y adversidades familiares sin perder la voz —ni la voz física ni la metafórica—.

Su frase “que hablen” no es desprecio al juicio externo, sino un acto de reafirmación: está aquí para cantar, para conmover, para hacernos bailar y pensar. Y aunque no lo diga, también para inspirar.