Los Celtics de Boston han protagonizado una de las sacudidas más significativas del mercado NBA en los últimos años. La salida de Jrue Holiday y Kristaps Porziņģis, piezas clave en el campeonato de 2024, no solo removió emocionalmente a la afición, sino que alteró el panorama competitivo de la Conferencia Este. En medio del debate, surge una pregunta ineludible: ¿ganaron o perdieron los Celtics con estos movimientos? Los amantes de los pronósticos y que buscan las mejores opciones de bonos de bienvenida para apuestas y casino de inmediato saltaron a las plataformas para realizar sus predicciones para la venidera campaña de la NBA, en las que Boston aparecía entre los principales candidatos al título.

Antes de entrar al análisis deportivo, conviene entender el contexto financiero. El nuevo convenio colectivo de la NBA penaliza con dureza a los equipos que sobrepasan el “second apron” del impuesto de lujo. Boston, con un costo total que se acercaba a los 512 millones de dólares, estaba al borde del colapso financiero y deportivo. La respuesta del presidente Brad Stevens fue clara: reconstrucción táctica para evitar restricciones que amenazaban el futuro del equipo.

La decisión también se inscribe en una lógica de oportunidad, considerando que Jayson Tatum, su principal figura, estará fuera toda la temporada 2025-26. Ante este escenario y las salidas de Holiday y Porzingis, no pocos utilizaron sus bonos sin depósitos disponibles hoy para dejar claro que el plan de Stevens quizás pueda funcionar a largo plazo, pero, por ahora, los Celtics están lejos de ser contendientes por el Este.

Un núcleo roto, pero con nuevas posibilidades

El traspaso de Holiday a cambio de Anfernee Simons y rondas futuras no fue solo una salida salarial: fue también una apuesta por juventud y flexibilidad. Simons, con 26 años, promedia cerca de 20 puntos por partido y puede convertirse en una fuente vital de anotación en ausencia de Tatum. El riesgo está claro: no tiene el impacto defensivo ni la experiencia del veterano Holiday, pero aporta dinamismo y margen de crecimiento.

En cuanto a Porziņģis, su traspaso fue, en esencia, una descarga contable. El letón no había podido mantenerse sano de forma sostenida, y su contrato pesado condicionaba cualquier maniobra futura. Al soltarlo, Boston no solo ahorra unos 40 millones de dólares en impuestos, sino que también recupera margen de maniobra para nuevos fichajes o traspasos.

Una pausa inteligente antes de volver a atacar

La salida del dueño Wyc Grousbeck y la llegada de Bill Chisholm, quien compró la franquicia por 6.1 mil millones de dólares, en 2024, también ha influido en el viraje del proyecto. Con una nueva administración que apuesta por la eficiencia y resultados sostenibles, el modelo de gastos sin control ha quedado atrás. La temporada 2025-26 será de transición, una pausa antes de retomar el impulso con Tatum al mando.

Los Celtics no han ganado los traspasos desde la perspectiva emocional o inmediata, pero tampoco los han perdido. Han redefinido su hoja de ruta, optando por la prudencia sin renunciar a la competitividad. Si el plan de Stevens se concreta y las piezas nuevas rinden, Boston podría estar abriendo las puertas no a una reconstrucción dolorosa, sino a una evolución calculada. En una liga donde el talento es valioso, pero la flexibilidad aún más, los Celtics podrían haber hecho la jugada maestra sin que aún se note en la cancha.