El 5 de diciembre el mundo pondrá los ojos en un escenario insólito para el fútbol: el Kennedy Center de Washington D.C.. Allí se sortearán los grupos de la Copa Mundial 2026, un torneo que ya es histórico antes de comenzar. No por casualidad, el anuncio se hizo desde la Casa Blanca, con el presidente estadounidense Donald Trump y el titular de la FIFA, Gianni Infantino, exhibiendo juntos el trofeo dorado como si fuese un símbolo de poder compartido.
Washington no será sede de partidos. Sin embargo, recibirá un rol protagónico en la previa: el sorteo que definirá quién juega contra quién en la primera fase. Una paradoja.
Un Mundial distinto a todos
El de 2026 será un Mundial sin precedentes. Por primera vez competirán 48 equipos, lo que obliga a un nuevo diseño de 12 grupos de cuatro. El sistema clasificará a los dos mejores de cada zona y sumará a los ocho terceros con mejor rendimiento, para completar los dieciseisavos de final. 104 partidos en total, una cifra que multiplica la magnitud del evento y que Infantino comparó con “104 Super Bowls en un mes”.
Este cambio no solo amplía la representación global; también redefine la logística, la cobertura mediática y el negocio. Más selecciones significan más hinchas, más boletos y más países con interés en encender el televisor.
Tres países, un mismo torneo
Nunca antes tres países habían compartido la organización de una Copa del Mundo. La triada norteamericana lo hará a lo grande:
- Estados Unidos tendrá 11 ciudades sede, desde Nueva York y Los Ángeles hasta Seattle, Dallas y Miami.
- México pondrá en juego tres plazas históricas: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
- Canadá sumará Toronto y Vancouver, debutando como organizador.
El calendario también tiene peso simbólico. El Estadio Azteca abrirá el torneo el 11 de junio, honrando su historia de haber recibido los partidos inaugurales y finales en 1970 y 1986. Y el MetLife Stadium de Nueva York/Nueva Jersey acogerá la final del 19 de julio.
Artículo relacionado: La Copa del Mundo 2026: un evento histórico en Norteamérica
El sorteo como espectáculo global
El Kennedy Center, tradicionalmente un ícono cultural, se transformará por una noche en escenario futbolístico. Infantino lo describió como el lugar ideal para “unir al mundo”. Pero detrás de la retórica hay también un trasfondo político: Trump ha tomado un rol directo en la gestión del centro, incluso insinuando rebautizarlo como “Trump Kennedy Center”. La frontera entre fútbol, poder y espectáculo nunca pareció tan difusa.
El evento no será solo un sorteo. Será un espectáculo transmitido globalmente, con invitados de las 16 ciudades sede, embajadores y delegaciones de todo el planeta. En cierto modo, una antesala de lo que será el Mundial mismo: fútbol, negocios y geopolítica entrelazados.
Estados Unidos y su revancha de 1994
Estados Unidos ya organizó un Mundial en 1994. Aquella edición, con 24 equipos, fue un éxito de público y marcó el inicio del auge del “soccer” en el país.
Para Trump, además, el Mundial será un escaparate político. Desde ya ha prometido seguridad total durante el sorteo y ha hablado de visas “fáciles para ciertos países y más complicadas para otros”. Una declaración que deja claro que el fútbol será también un escenario de tensiones diplomáticas.
México y Canadá, piezas clave
México se convertirá en el primer país en organizar un Mundial por tercera vez. El Estadio Azteca, con su peso histórico, será el símbolo de esa continuidad. Canadá, por su parte, debutará como anfitrión. Su reto será mostrar que puede estar a la altura logística y deportiva de un evento de esta magnitud. El partido inaugural en Toronto quedará como hito para el fútbol canadiense.
Mucho más que un sorteo
El 5 de diciembre no se definirán campeones, pero sí se trazará el camino hacia la gloria. Cada bolilla marcará destinos: viajes, rivales, ilusiones y temores. Será el inicio real de un torneo que ya promete batir récords en asistencia, audiencias televisivas y negocio deportivo.