Durante más de tres décadas, la Selección Mexicana ha vivido una historia de frustraciones mundialistas marcada por una expresión que ya forma parte del léxico deportivo nacional: el “quinto partido”. Esta metáfora no solo alude a una instancia específica en el calendario de un Mundial, sino a una barrera psicológica, táctica y emocional que México no ha logrado superar desde 1986. La Copa Mundial de 2026, con México como país anfitrión junto a Estados Unidos y Canadá, abre un nuevo capítulo que podría romper ese ciclo de decepciones. ¿Será esta vez diferente?

¿Qué es la maldición del quinto partido?

El llamado “quinto partido” es, en términos futbolísticos, el sueño de alcanzar los cuartos de final. Para México, ese sueño se ha convertido en pesadilla: desde 1994 hasta 2018, el Tri ha sido eliminado en octavos de final en siete Copas del Mundo consecutivas. Ni siquiera la clasificación a la fase de grupos ha sido garantía, como ocurrió en Qatar 2022, donde el equipo ni siquiera logró avanzar.

El único antídoto: jugar en casa

Paradójicamente, las únicas dos veces que México ha roto esta barrera fueron precisamente cuando organizó la Copa del Mundo: en 1970 y en 1986. En ambas ediciones, el equipo nacional llegó hasta cuartos de final. Primero, en 1970 cayó ante Italia, y en 1986 quedó eliminado por Alemania en penales, en una de las actuaciones más destacadas de su historia.

Siete derrotas que marcaron una generación

1994 – El inicio del calvario

En Estados Unidos 1994, México lideró un complicado grupo, pero cayó ante Bulgaria en penales, tras un empate 1-1.

1998 – Alemania y los once minutos fatales

México llegó a tener contra las cuerdas a Alemania en Francia 1998, pero en apenas 11 minutos pasó del 1-0 al 1-2. Un golpe anímico que todavía duele.

2002 – La derrota más humillante

En el primer cruce mundialista contra Estados Unidos, México subestimó a su rival y terminó pagando caro: derrota por 2-0 y una lección que aún resuena.

2006 – La volea imposible

Contra Argentina, en Alemania 2006, un gol de Maxi Rodríguez en la prórroga eliminó a México. Fue uno de los tantos más recordados del torneo… y de los más dolorosos para el Tri.

2010 – Errores y polémicas

Otra vez ante Argentina, esta vez en Sudáfrica, el fuera de juego de Carlos Tévez no marcado y un error defensivo sepultaron las aspiraciones mexicanas.

2014 – El penal de la indignación

En Brasil, México acariciaba la clasificación ante Holanda, pero una falta polémica de Rafael Márquez sobre Robben propició el gol de la eliminación.

2018 – El poder de Neymar

En Rusia, México cayó sin atenuantes ante Brasil. Fue un partido donde las diferencias de nivel se hicieron evidentes y México no tuvo respuestas.

2026: ¿la historia puede ser distinta?

México se convertirá en el primer país en organizar tres Mundiales. Jugará como local en tres sedes: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Las estadísticas son claras: en casa, el Tri rinde mejor. La familiaridad con el entorno, el clima y el apoyo del público pueden ser claves.

Gracias a su condición de anfitrión, México no tendrá que disputar eliminatorias, lo cual abre un ciclo de preparación más largo y estructurado. Este detalle puede marcar la diferencia en la consolidación de un proyecto futbolístico serio.

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El renacer del Tri con Javier Aguirre: títulos, estilo y una generación con hambre

Javier Aguirre. Foto: The Coaching Voice

La tercera etapa de Javier Aguirre al frente de la Selección Mexicana ha significado un punto de inflexión. Desde su regreso en julio de 2024, el “Vasco” ha logrado lo que parecía inalcanzable tras el desastre de Qatar: devolverle al Tri su competitividad regional, restaurar el orgullo perdido y construir una base sólida con miras al Mundial de 2026. Lo ha hecho a su manera: sin discursos grandilocuentes, pero con resultados concretos y una identidad táctica clara.

En apenas un año, Aguirre llevó al equipo a conquistar la Liga de Naciones de Concacaf por primera vez en la historia, con una victoria ante Panamá (2-1) en la final, y revalidó el título de la Copa Oro 2025 con un triunfo sobre Estados Unidos (2-1). Con estos trofeos, Aguirre se convirtió en el técnico más exitoso en la historia de la selección nacional, con tres títulos oficiales en su palmarés y el récord absoluto de victorias (49) en 77 partidos dirigidos en sus tres etapas. Superó así a figuras históricas como Manuel Lapuente y Ricardo La Volpe.

La lista de convocados bajo Aguirre refleja un equilibrio entre experiencia mundialista y juventud prometedora. En la portería, Luis Malagón se ha consolidado como titular, con Raúl Rangel ofreciendo una opción confiable y Guillermo Ochoa como mentor ocasional. Mientras, en defensa, destacan César Montes y Johan Vásquez como centrales inamovibles, complementados por laterales versátiles como Jesús Gallardo e Israel Reyes.

En el mediocampo, Edson Álvarez se ha erigido como el verdadero líder del equipo. Capitán y ancla táctica, es el corazón del Tri. A su lado, nombres como Luis Chávez, Luis Romo, Orbelín Pineda y Carlos Rodríguez aportan circulación, llegada y presión. La zona media ha ganado profundidad, inteligencia táctica y resistencia.

En ataque, la dupla entre Raúl Jiménez y Santiago Giménez ha ofrecido poder aéreo, movilidad y definición. Giménez, en particular, se perfila como el hombre clave para 2026. Julián Quiñones, naturalizado recientemente, ha sumado desequilibrio y explosividad, mientras que César Huerta y Alexis Vega aportan alternativas por bandas.

Este grupo ha demostrado temple en momentos clave. Goleadas a Honduras y Canadá en instancias eliminatorias, una victoria sólida sobre Estados Unidos en partido oficial, y remontadas ante rivales duros evidencian que el Tri ha ganado personalidad. El equipo no solo compite, sino que resuelve.

El objetivo es claro: romper la maldición

Aguirre no ha ocultado su ambición: llegar al sexto partido del Mundial 2026. Lo ha dicho con la experiencia del que ya dirigió en dos Copas del Mundo, pero también con la convicción de quien ve condiciones objetivas para lograrlo.

El verdadero reto de Aguirre no es solo técnico, sino psicológico. Romper la maldición del quinto partido implica cambiar el guion mental que ha hundido al Tri durante más de tres décadas. Para lograrlo, el “Vasco” apuesta por resultados, sí, pero también por construir una identidad colectiva que sepa convivir con la presión de jugar en casa. Hasta ahora, ha demostrado tener el carácter, el método y el liderazgo para intentarlo.

México, por primera vez en mucho tiempo, no llega al Mundial en crisis, ni improvisando. Llega con títulos, con una idea de juego clara y con un grupo que cree. Si la maldición ha de romperse, quizás este sea el momento.