La Copa Mundial de la FIFA 2026 se perfila como mucho más que el mayor espectáculo deportivo del planeta: representa un catalizador económico de alto impacto para los países anfitriones, en particular Canadá y México. A medida que crece la expectativa de cara al partido inaugural, nuevas proyecciones destacan cómo el evento impulsará significativamente el PIB, la creación de empleo y la infraestructura turística a largo plazo en ambas naciones.

Un impulso de 3.800 millones de dólares para Canadá

Según la evaluación de impacto económico realizada por Deloitte Canadá, el torneo generará una producción económica de 3.800 millones de dólares canadienses entre 2023 y 2026. Esto incluye 2.000 millones en producto interno bruto, 1.300 millones en ingresos laborales y 700 millones en ingresos gubernamentales. Pero tal vez lo más relevante sea que la Copa Mundial creará o mantendrá 24,100 empleos en todo el país, posicionando a Canadá como el anfitrión con la mayor cantidad de empleos generados por partido entre las tres naciones organizadoras.

Toronto y Vancouver se destacan como centros económicos clave. Se proyecta que el Área Metropolitana de Toronto genere 940 millones de dólares canadienses en actividad económica, mientras que el Gran Vancouver podría alcanzar los 1.300 millones. Por supuesto, ser sede tiene su costo: entre 483 y 581 millones para Vancouver y aproximadamente 380 millones para Toronto. Sin embargo, los subsidios federales y provinciales ayudarán a aliviar la carga financiera, haciendo que el retorno de la inversión sea cada vez más favorable.

Peter Montopoli, director del torneo para la Copa Mundial de la FIFA 26 en Canadá, afirmó: “Este es el evento deportivo de una sola disciplina más grande de la historia. No solo estamos organizando partidos; estamos construyendo un legado para el fútbol canadiense y para nuestra economía nacional”.

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México: mucho más que partidos

Al sur de la frontera, México también se prepara para un auge económico impulsado por el Mundial. Aunque las cifras finales aún están en revisión, los primeros indicadores apuntan a un repunte multisectorial. Ciudades como Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México —todas con una fuerte tradición futbolística— albergarán partidos que atraerán la atención y el gasto del público internacional.

La ya consolidada cultura futbolística de México y su infraestructura de estadios le otorgan una posición privilegiada para obtener beneficios tanto directos como indirectos. Los sectores del turismo, el comercio minorista y la hospitalidad se están preparando para un notable incremento en la demanda. Además, el gobierno está invirtiendo en infraestructura a largo plazo —sistemas de transporte y servicios para visitantes— que perdurarán mucho más allá del pitazo final.

Más allá de lo económico, México ve en el torneo una poderosa herramienta de diplomacia cultural para mostrar modernización, hospitalidad urbana y su rica herencia cultural. Es una oportunidad para redefinir su imagen global y consolidar su lugar en el deporte internacional.

Mundial 2026, un legado económico y social

Tanto en Canadá como en México, la Copa Mundial dejará tras de sí infraestructuras modernizadas, economías locales fortalecidas y culturas futbolísticas revitalizadas. Los programas de participación comunitaria —redes de voluntariado, desarrollo juvenil y festivales culturales— buscan asegurar un impacto inclusivo y duradero.

Mientras América del Norte se prepara para un verano futbolístico en 2026, el torneo se perfila como un faro de potencial económico, progreso social y celebración internacional. Ya sea con los 3.800 millones de dólares en Canadá o con los corredores turísticos revitalizados en México, el fútbol está listo para entregar mucho más que goles: está listo para transformar.