En 2026, Toronto no solo acogerá la Copa Mundial de la FIFA como una de sus 16 sedes. La metrópoli canadiense tendrá el honor de estrenar en casa a su selección masculina en un torneo histórico, cuando el balón comience a rodar el 12 de junio en el BMO Field. Ese día, el planeta observará algo más que fútbol: descubrirá a una urbe que ha convertido su diversidad en carta de presentación y en motor de identidad.
Toronto se ha ganado el título de ciudad más multicultural del mundo con hechos: más de la mitad de sus habitantes nacieron fuera de Canadá, en las calles se hablan 180 lenguas y cada barrio narra la historia de una migración distinta. Desde el portugués en Dundas Street hasta los sabores griegos en Danforth, pasando por Chinatown o el dinamismo caribeño de Eglinton West, la ciudad se muestra como un mosaico vivo. En el marco de la Copa Mundial 2026, esa riqueza cultural se transformará en un escenario colectivo donde el deporte y la diversidad juegan en el mismo equipo.
BMO Field, un estadio a la altura de la ocasión

El estadio que acogerá los seis partidos mundialistas, incluido un choque de octavos de final, ya está listo para dar un salto de categoría. El BMO Field—que se llamará, durante la Copa, Toronto Stadium—concluyó la primera fase de renovación con pantallas LED gigantes, WiFi reforzado y zonas de hospitalidad renovadas. En diciembre comenzará la segunda etapa, que añadirá gradas temporales para alcanzar los 45.000 asientos y un nuevo sistema de iluminación pensado para transmisiones globales.
No es solo infraestructura. Es una inversión con retorno asegurado: se calculan 940 millones de dólares canadienses en impacto económico para la región metropolitana, más de 6.600 empleos generados y un impulso histórico al PIB local. El estadio se transformará en epicentro deportivo, pero también en motor de crecimiento urbano.
El Fan Festival, una gran fiesta en Fort York y The Bentway
El Mundial se vivirá también lejos de las tribunas. Toronto prepara un FIFA Fan Festival gratuito en dos espacios que definen su identidad.

Fort York, con su carga histórica de la Guerra de 1812, se convertirá en un campo de celebración multicultural. A pocos pasos, The Bentway, bajo la autopista Gardiner, mostrará la versión más moderna y creativa de la ciudad. Ambos espacios acogerán pantallas gigantes, conciertos, instalaciones artísticas y una muestra gastronómica que recorrerá el planeta sin salir de Toronto.
Será la oportunidad perfecta para que residentes y visitantes vivan la Copa del Mundo en comunidad, reforzando un mensaje que Toronto repite con orgullo: aquí caben todos.
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Diversidad que se juega en la cancha
La relación entre multiculturalidad y fútbol en Toronto no es nueva. Italianos, portugueses, griegos, latinoamericanos y caribeños convirtieron el deporte en parte de la vida diaria desde hace décadas.
Hoy, con seis Chinatowns, un Greektown vibrante y un Little Italy rebosante de cafeterías y banderas, cada barrio será un miniestadio. Los partidos del Mundial tendrán réplicas en bares, plazas y parques, donde los colores de cada bandera encontrarán un eco inmediato. Esa energía, canalizada por miles de aficionados de todas las procedencias, promete hacer de Toronto una de las sedes más auténticas del torneo.
Gastronomía y barrios, un Mundial con sabor
Si el fútbol es pasión, la gastronomía es el puente perfecto para celebrarlo. Y Toronto sabe de sabores. Durante el Mundial, la ciudad ofrecerá un menú mundialista: dumplings en Chinatown, jerk chicken en Eglinton West, poutine en cualquier esquina del downtown, espresso en Little Italy y souvlaki en Greektown.
Mercados como el St. Lawrence Market o el alternativo Kensington serán puntos de encuentro donde el visitante podrá descubrir cómo la diversidad se mastica y se comparte. Para muchos turistas, probar platos de cinco continentes en una misma ciudad será tan memorable como ver un gol en el BMO Field.
Toronto, ciudad en movimiento
La Copa Mundial llega a una urbe que ya se encontraba en plena reinvención. El Distillery District, convertido en epicentro cultural tras dejar atrás su pasado industrial, o museos como el Royal Ontario Museum y la Art Gallery of Ontario, muestran una ciudad que mezcla tradición y modernidad.

La CN Tower, símbolo indiscutible del skyline, será un faro para los visitantes que lleguen buscando una foto icónica. Mientras tanto, las islas del Lago Ontario ofrecerán un respiro verde para quienes necesiten un descanso del bullicio mundialista.

La infraestructura está preparada: desde la red subterránea PATH hasta un sistema de transporte público que, aunque saturado en horas pico, pondrá a prueba su capacidad de conectar a miles de visitantes con los escenarios del Mundial.
Retos de una ciudad global
El costo de vida elevado, el tráfico y las distancias urbanas son factores que Toronto deberá gestionar para no empañar la fiesta. También lo será el cumplimiento de las estrictas regulaciones de FIFA respecto al uso de marcas y logotipos, un desafío para pequeños comerciantes que buscan aprovechar la ola turística sin infringir normas.
Sin embargo, la ciudad tiene experiencia en grandes eventos. Los Juegos Panamericanos de 2015 fueron un ensayo exitoso. Ahora, con un escenario global mucho mayor, Toronto confía en que su reputación como ciudad ordenada, hospitalaria y diversa será suficiente para superar cualquier obstáculo.
El legado que quedará
Cuando la Copa Mundial de 2026 concluya, Toronto habrá dejado algo más que recuerdos de goles. Habrá demostrado que su mayor fortaleza no está en sus monumentos ni en sus paisajes, sino en su capacidad de celebrar la diversidad.
El torneo será una vitrina para consolidar un modelo de convivencia que el mundo necesita observar con atención: comunidades de más de 250 orígenes distintos conviviendo, celebrando y encontrando en el fútbol un lenguaje común.
Toronto quiere que, tras el pitido final, el mundo recuerde algo más que el marcador de los partidos. Quiere que la frase que define su identidad —“The World in a City”— se convierta en experiencia vivida para cada visitante. Y que el Mundial deje un legado que perdure mucho más allá de julio de 2026: la certeza de que el fútbol, como Toronto, une lo que parecía imposible.
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