El fútbol en Norteamérica, Centroamérica y el Caribe se detiene para mirar hacia un solo punto: la Copa Oro 2025, el máximo torneo de selecciones nacionales de la Concacaf que se celebrará entre el 14 de junio y el 6 de julio. Organizada por Estados Unidos y Canadá, esta edición tiene una connotación especial. No solo por la presencia de 16 selecciones, incluida la invitada Arabia Saudita, sino porque sirve como termómetro rumbo a la Copa Mundial de la FIFA 2026, que ambos países coorganizarán con México.

En juego hay algo más que un trofeo. Está en disputa la hegemonía regional, la validación de proyectos técnicos, el surgimiento de nuevos ídolos y el posicionamiento internacional de una región que cada vez reclama más protagonismo en la escena futbolística global.

Una competencia con ADN mundialista

Mientras la costa este estadounidense se concentra en el Mundial de Clubes de la FIFA, la Copa Oro domina la atención en el oeste y centro del país, con ciudades como San Diego, Houston, San José o Las Vegas como protagonistas.

El torneo se jugará en 14 estadios de primer nivel en 13 ciudades, todas ellas ubicadas en Estados Unidos y Canadá, con cinco de esas sedes incluidas ya en la ruta hacia el Mundial 2026. Desde el imponente SoFi Stadium en Inglewood, sede del partido inaugural entre México y República Dominicana, hasta el NRG Stadium de Houston, que acogerá la gran final, la infraestructura garantiza un espectáculo a la altura de cualquier gran cita internacional.

Pero más allá de la logística, la Copa Oro 2025 plantea una disyuntiva para sus principales protagonistas. México y Estados Unidos, los dos gigantes de la región, llegan con estrategias opuestas. Javier Aguirre, seleccionador del Tri, ha optado por llevar lo mejor disponible para fortalecer su base titular. Mientras tanto, Mauricio Pochettino ha anunciado una selección alternativa, dejando fuera a sus principales figuras y apostando por la amplitud de plantilla.

Historia y campeones: la identidad de la Concacaf

Desde su fundación en 1991 como Copa Oro —antes se conocía como Campeonato de Naciones de Concacaf—, el torneo ha sido el escaparate por excelencia del fútbol del continente. México domina el palmarés con 9 títulos oficiales en la era Copa Oro (y 12 si se suman los de la etapa previa), seguido por Estados Unidos con 7 y Canadá con 1, logrado en el año 2000. Países como Honduras, Costa Rica, Haití y Guatemala también han levantado trofeos en etapas previas al actual formato.

Nombres como Landon Donovan, máximo goleador histórico del certamen con 18 goles, y Guillermo Ochoa, arquero mexicano con cinco títulos en su haber, son ejemplos del tipo de leyendas que este torneo es capaz de producir. También ha habido incursiones destacadas de países invitados como Brasil y Colombia, que alcanzaron finales, pero no lograron coronarse.

Un vistazo a los grupos

La edición 2025 presenta cuatro grupos competitivos:

Grupo A: México, Costa Rica, Surinam y República Dominicana. Aquí destaca el regreso de Keylor Navas con los ticos y el debut absoluto de República Dominicana.

Grupo B: Canadá, Honduras, El Salvador y Curazao.

Grupo C: Panamá, Jamaica, Guatemala y Guadalupe.

Grupo D: Estados Unidos, Haití, Trinidad y Tobago, Arabia Saudita. El grupo más mediático por la apuesta estadounidense y la incógnita del equipo invitado.

Diez jugadores que pueden cambiar el rumbo de la Copa Oro 2025

El torneo está repleto de figuras consolidadas y jóvenes en ascenso. Aquí te presentamos diez jugadores clave que podrían marcar diferencias y convertirse en los rostros del campeonato:

Jonathan David (Canadá)

Delantero prolífico del Lille francés, llega con 34 goles en 62 partidos internacionales. Su potencia física y capacidad goleadora lo convierten en una de las grandes amenazas del torneo.

Keylor Navas (Costa Rica)

El arquero costarricense regresa a la selección con la experiencia de tres mundiales y múltiples títulos europeos. Su liderazgo bajo los tres palos será vital para una Costa Rica en transición.

Santiago Giménez (México)

Autor del gol del título en 2023 y flamante delantero del AC Milán, Giménez lidera una ofensiva tricolor con hambre de consolidación.

Leon Bailey (Jamaica)

Extremo del Aston Villa, llega a esta edición como una oportunidad para relanzar su carrera internacional tras una temporada irregular.

Raúl Jiménez (México)

El ‘Lobo de Tepeji’ resucitó en la Premier League con el Fulham, y su jerarquía puede ser decisiva en los momentos clave del torneo.

Michael Murillo (Panamá)

Defensor con experiencia europea en el Marsella, suma solidez y goles desde la zaga. Panamá lo necesita como líder indiscutible.

Tyler Adams (Estados Unidos)

Con las estrellas ausentes, Adams es el nuevo capitán del barco. Dinámico, inteligente y combativo, será el corazón del mediocampo estadounidense.

Alexis Vega (México)

Recuperado y en gran forma con Toluca, Vega tendrá que aportar desequilibrio y goles para que México mantenga su corona.

Brenden Aaronson (Estados Unidos)

Orquestador del mediocampo y reciente artífice del ascenso del Leeds a la Premier League. Su movilidad y visión de juego serán claves.

Guillermo Ochoa (México)

El veterano portero mexicano quiere una sexta participación mundialista. La Copa Oro será su escenario para demostrar que aún tiene nivel de élite.

¿Y Arabia Saudita?

Como en 1996 con Brasil o en 2000 con Colombia, la participación de un invitado siempre genera morbo y expectativas. Arabia Saudita, que también estará presente en 2027, llega con ambiciones claras: medir fuerzas, ganar experiencia y proyectarse como un equipo competitivo globalmente. Aunque su plantilla es menos conocida, no debe subestimarse su capacidad táctica ni el ritmo de juego que ha desarrollado recientemente.

Un escenario complejo

La Copa Oro 2025 se desarrolla en un contexto de desafíos únicos. En Los Ángeles, las protestas de la comunidad latina contra las redadas migratorias han alterado la logística de equipos como México y generado temor entre los aficionados, con cancelaciones de eventos de hinchas y una posible baja en la asistencia. La presencia de fuerzas militares y la tensión política podrían opacar el espíritu del torneo.

Una vitrina rumbo al Mundial 2026

La Copa Oro 2025 no es una burbuja aislada. Es parte de un engranaje mayor que culmina con el Mundial de 2026. Para muchos jugadores será la antesala de su consolidación definitiva; para técnicos, una oportunidad de probar esquemas; y para las federaciones, un ensayo general de lo que implicará organizar eventos de gran escala.

En ese contexto, la Concacaf también se juega su reputación. ¿Podrá garantizar arbitrajes de calidad? ¿Habrá solvencia organizativa? ¿Se consolidará el VAR en los partidos clave? ¿Respetará la región los calendarios y las cargas físicas de los jugadores?

Más allá del espectáculo, representa una oportunidad para redefinir el fútbol en la región. Desde las calles de Kingston hasta las gradas de Vancouver, el sueño es el mismo: ganar, crecer y dejar huella.

El balón ya está en juego. Y con él, el futuro de todo un continente.