Los Cabos es un impresionante destino de Baja California Sur donde, dicen, termina la tierra y empieza la diversión. Una de las actividades más emocionantes puede ser sobrevolar, en paracaídas, el Mar de Cortés.

Tras un suspiro, te alejas lentamente del barco y miras de frente el icónico arco de piedra de Los Cabos y, también, el azul  intenso del agua. De pronto, una sacudida del viento te saca de aquella contemplación, para mostrarte que, sin esfuerzo, te  has elevado más de 100 metros. Esa acción te hace gritar, aún no identificas si es de nervios o emoción.

El paisaje te enchina la piel. La altura te provoca un cosquilleo en el estómago. El sonido del viento te hace sollozar y el  sutil vaivén te arranca, esta vez, gritos de alegría. Recuerdas que te habían contado que practicar parasailing era  emocionante, pero ahora sabes que es una experiencia memorable.

Sabes que quedan pocos minutos antes de que empieces a descender, así que escaneas lentamente tu alrededor. Te detienes a  observar la zona hotelera, luego miras fijamente aquella formación de roca, donde, dicen, termina la tierra, y descubres la  Playa del Amor, que aseguran los lugareños sólo es posible pisar cuando la marea baja, acontecimiento que sucede cada cuatro  años.

Después, llevas la mirada al otro paisaje, ese que no es acariciado por la brisa del mar y que se caracteriza por su color  sepia: el desierto. El descenso te hace mirar al mar y te sorprendes al ver como la embarcación traza una línea blanca en el  agua, como si la franja te avisará que estás regresando al barco.

A mitad de vuelo, nuevamente, el viento te sacude, parece que te está despidiendo. El guía te recibe con la certeza de que  has tenido una experiencia inigualable.

SUPERHÉROE ACUÁTICO

La adrenalina de haber sobrevolado el Mar de Cortés te hace regresar al día siguiente a la Marina de Cabo San Lucas en busca  de una nueva aventura, también en el aire. Ante tu insistencia por volar, descubres el flyboard, una actividad que, te  aseguran, te hará sentir como un superhéroe acuático.

Mientras la embarcación, comandada por el capitán Ruso, se adentra al mar, los instructores, Abraham y Marco, explican  algunas técnicas básicas que garantizan el sobrevuelo y destacan que lo más importante es divertirse.

La emoción, nuevamente se apodera de ti. Uno de los instructores pregunta: ¿quién quiere ser el primer valiente en  intentarlo? Entusiasmada, levantas la mano.

Las indicaciones, ya en el agua, son sencillas. No dobles las rodillas, estira los brazos y cuando te indique que te pares,  te pones en posición. Después estarás volando. El primer intento es fallido, no logras mantener la posición, así que no te  elevas ni un centímetro fuera del agua. Respira hondo y disfrútalo, te dice Abraham.

Tras varios intentos, logras por fin elevarte, sólo unos centímetros fuera del agua; la emoción te hace caer.

Los gritos de ánimo del instructor te dan confianza, así que te colocas en posición para volar. De pronto, consigues salir  del agua como Ironman para después convertirte en Silver Surfer dominando las alturas. Mira al frente, grita Abraham, y al  dirigir la mirada descubres, nuevamente, el arco de piedra. Un suspiro te desconcentra, regresándote al agua.

¡Vamos! Aún hay tiempo para elevarte un par de veces más, grita el instructor. Sales del agua y estiras los brazos a tus  costados y después los elevas, sientes que estas volando como un auténtico superhéroe.

Al regresar a la embarcación, te descubres temblorosa. Abraham, dice sonriendo, es producto de la adrenalina. Le regresas la  sonrisa, mientras disfrutas el triunfo de haber logrado sobrevolar, nuevamente, el Mar de Cortés.

VELOCIDAD EN TIERRA

Decides dejar el agua para explorar las tierras desérticas de Los Cabos. Así que te diriges a Wild Canyon, un parque  ecoturístico de 100 hectáreas en medio del puente El Tule.

Ahí las alternativas extremas son varias: tirolesa, paseos en camello, bungee, columpiarse a más de 229 metros del suelo,  caminar por un puente suspendido, recorridos en vehículos todo terreno UTV o en cuatrimotos.

Decides, primero, conducir una cuatrimoto y si, más adelante, la adrenalina te deja realizar otra actividad, meditarás cuál es la mejor opción.

Eugenio es el instructor y es quien te explica cómo manejar este singular vehículo. Te colocas un paliacate en la boca,  casco y googles para comenzar a explorar la zona.

Un breve recorrido muestra al guía tus habilidades en el volante. Eugenio afirma que estás lista para internarte por una  ruta que pondrá a prueba tu destreza. “Acelera cuando quieras, pero no olvides mantener firmes los brazos y bien abiertos  los ojos para esquivar obstáculos y admirar la vegetación del desierto”.

Un camino ancho y recto te da confianza para sentir la velocidad; después aparece la primera curva, seguida de muchas más.  Un letrero anuncia una pendiente que te obliga a bajar la velocidad, sin dejar de sonreír de emoción. Más adelante aparece  un estrecho camino que parece custodiado por cardones, las cactáceas más abundantes de la región, para después, sin avisar,  entrar a una zona de dunas que te hace gritar más de una vez.

El intrépido y entusiasta guía te incita a dejar la cuatrimoto para subirte al singular UTV, vehículo 4×4 que te permite  explorar otros caminos más agrestes. Un puente suspendido aparece frente a ti, frenas intempestivamente, pero Eugenio te  indica que sigas. “Anda, es momento de cruzar el puente suspendido más largo del mundo en su tipo; sólo son 350 metros”.  Antes de arrancar, da una última indicación, “no pierdas tu línea guía y conduce despacio para que disfrutes el paisaje”.

Manejas sigilosamente y justo en medio, te detienes para echar un vistazo, rápidamente, al paisaje. Otra vez suspiras  emocionada.

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