Recordamos uno de los momentos más emocionantes vividos cinco años atrás en La Habana. Muchas cosas han cambiado desde aquel momento, la mayoría para mal; pero en nuestra memoria estará guardado, por siempre, esa noche mágica en la que The Rolling Stones paralizaron la capital cubana.

«Sus Majestades Satánicas» decidieron ofrecer su primer concierto en Cuba un Viernes Santo, día feriado en esta isla que agradece la jornada libre a la visita de Benedicto XVI. Desde bien temprano en la mañana, el espíritu bohemio era más que visible en una ciudad que todavía no se ha recuperado del viaje de Barack Obama. En La Habana Vieja era difícil encontrar un lugar vacío para tomar un café o una cerveza y por las calles de esta zona de la urbe y también en el Vedado era impresionante el desfile de camisetas con el símbolo impreso de The Rolling Stones.

Encontrar una casa de alquiler disponible o una habitación de hotel en La Habana era una misión casi imposible para los miles de visitantes que decidieron que valía la pena vacacionar en Cuba…y de paso ver a los Stones de gratis. No parecía un mal negocio, ya que no es un secreto cuán caro resulta asistir a un concierto de la icónica banda británica.

Sobre la una de la tarde, siete horas antes de que Mick Jagger comenzara a impresionar a más de medio millón de personas con sus fantásticos movimientos, envidia de cualquier persona de 72 años, la fila para entrar a los terrenos aledaños a la Ciudad Deportiva, sede del concierto, era enorme.

El sol decidió tomarse medio día de descanso y no castigó tan fuerte, para alegría, supongo, de los turistas menos acostumbrados a soportar el intenso calor cubano. Pero no eran solo los extranjeros los que, desde temprano, estaban en cola para ocupar las mejores posiciones cerca del escenario. Predominaban los cubanos y, quizás, lo más interesante fuera que había una diversidad de generaciones.

Estaban los que crecieron escuchando a escondidas a los Stones, y también a The Beatles, en tiempos en los que la música anglosajona no era bienvenida por las autoridades y también aquellos, más jóvenes, que tal vez sin aproximarse a la extensa discografía de Jagger y compañía sabían que el espectáculo sería único.


Miles de jóvenes cubanos asistieron al concierto. Foto: Abel Rojas Barallobre.

Durante semanas los técnicos de los Stones, con colaboración cubana, prepararon el impresionante escenario, que se estrenó en este concierto. El espectacular juego de luces llegó desde México; los 1300 kilos de audio también fueron novedosos, incluso para un grupo como los Stones. Las enormes pantallas, de alta definición, también llamaban la atención.


Las enormes pantallas de alta definición fueron muy llamativas. Foto: Abel Rojas Barallobre.

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El show prometía la tecnología más avanzada y, realmente, fue así. Nunca antes los cubanos habían presenciado un espectáculo de tan alta calidad de sonido y despliegue audiovisual. Seis años atrás, en el concierto “Paz sin Fronteras”, que convocó a un millón de personas en la Plaza de la Revolución, llegaron tres contenedores con todo el equipamiento desde Estados Unidos. Esta vez fueron 63.

Las autoridades tomaron todas las precauciones para que el multitudinario concierto no se les fuera de las manos. Así que el despliegue policial fue muy visible y, además, se prohibió la venta de cualquier tipo de bebida alcohólica. De cualquier forma no pocos se las ingeniaron para burlar la prohibición, aunque el ron y la cerveza se consumieron con muchísima discreción.

Justo a las 8 y media, con puntualidad británica, los Stones aparecieron sobre el escenario y comenzaron a regalar una actuación histórica. Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood, junto a otros músicos que acompañaron a la banda, brillaron frente a un público ávido por escucharlos, que bailó sus temas y coreó los estribillos más conocidos.


Los Stones interpretaron sus principales éxitos. Foto: Abel Rojas Barallobre.

Jagger, como es usual, se robó el show. El front-man más histriónico en la historia del rock & roll provocó furor entre todos los que asistimos, con sus contoneos y su capacidad vocal. Vaya garganta y capacidad física la de este hombre, que lleva seis décadas sobre los escenarios. Además, Jagger intercambió, en español, varias veces con los cubanos.

Richards también se llevó aplausos con su interpretación vocal de dos temas y el virtuosismo en la guitarra. The Rolling Stones hicieron un recorrido por sus canciones más conocidas, pero, creo, que hubo cuatro momentos realmente emocionantes.


Keith Richards recibió varias ovaciones. Foto: Abel Rojas Barallobre.

Primero con “Out of Control”; después “Angie”, con Richards tocando la guitarra acústica y la voz de Jagger en esas estrofas que tanto hemos escuchado (When will those clouds all disappear?); luego vino el disfrute de “Gimme Shelter”, en el que Sasha Adams se combinó muy bien con Jagger para regalarnos, probablemente, la mejor interpretación de la noche; después avanzamos hasta la presencia del coro cubano Entre Voces, dirigido por la maestra Digna Guerra, que ayudó a que el tema “You Can’t Always Get What you Want” fuera más disfrutable y, por supuesto, el cierre no podía ser otro que “Satisfaction”, el himno de los Stones.

La elección de este tema para el final fue muy acertada. Desde los primeros acordes de Richards, la gente empezó a bailar y cantó a coro con Jagger el “I can´t get no satisfaction”. Espectacular cierre de un concierto que será inolvidable para los que acudimos a la Ciudad Deportiva a vivir el encuentro con leyendas de la música.


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