Tayrona es el segundo parque natural más visitado de Colombia, después de Corales del Rosario y San Bernardo en Cartagena y en el 2016 recibió 391.442 visitantes de todo el mundo.

El Tayrona está en jurisdicción de Santa Marta, capital del departamento de Magdalena. La entrada principal del parque queda a 32 kilómetros del centro histórico de la ciudad, por la Troncal del Caribe (en la vía que conduce a Riohacha, La Guajira).

Se puede tomar un tour o pagar un expreso en taxi, pero es muy fácil moverse en buses intermunicipales que se toman en el nuevo mercado público (El Pueblito, carrera 9 con calle 11) o en el sector de Mamatoco, en las afueras de la ciudad.

Tras un trayecto de no más de cuarenta minutos se llega a la entrada del parque, en un sector conocido como El Zaino, donde hay varios locales sobre la carretera con restaurantes y puntos de información sobre alojamientos y excursiones. Allí también guardan el equipaje para aquellos que solo van de excursión de un día; hay que caminar, en promedio, dos horas por cada trayecto. Y es necesario ir liviano.

Cien metros adentro de la carretera se llega al punto de información de Parques Nacionales, donde es obligatorio asistir a la presentación de un video donde muestran toda la biodiversidad del Tayrona y dan recomendaciones sobre las normas de comportamiento (no es permitido hacer fogatas ni consumir sustancias psicoactivas y hay que regresar con la basura, por ejemplo) y dan advertencias sobre seguridad.

Explican, entre otras cosas, que no en todas las playas está permitido el ingreso al mar. Podría ser muy peligroso (cada playa tiene las indicaciones de rigor). Realmente peligroso. Hay que seguir las indicaciones.

Después de esa pequeña inducción hay que cancelar el ingreso: los colombianos pagan 16.000 pesos colombianos, y los extranjeros, 42.000. Los niños (nacionales o extranjeros) pagan 8.500 pesos. A pocos metros aguardan pequeños buses colectivos que cobran 3.000 pesos por persona hasta el sector del parqueadero, donde comienza el recorrido. Son máximo siete minutos en carro. Y aunque se puede caminar, no vale la pena gastar energía. Se necesitará más adelante.

Estando en la zona del parqueadero, el recorrido puede comenzar con una visita a la playa de Cañaveral, que es una de las más bellas de la zona. Y aunque den ganas de meterse a ese mar azul profundo y provocativo, podría ser peligroso. Un letrero de madera advierte que allí se han ahogado muchas personas. Es un sitio solo para contemplar, caminar y nada más.

Desde allí, a unos 200 metros, queda el punto de partida de la excursión. Es el Sendero Kogui, que ofrece dos caminos: uno para recorrer a pie y otro para quienes van a caballo.

Para optimizar el tiempo y gozar más de las playas se recomienda que el primer trayecto se haga caminando y que el regreso se haga a caballo. Claro está, si solo se cuenta con un día para la visita.

Hay que contratar los caballos en el trayecto de ida y ponerse de acuerdo sobre la hora y el lugar donde los van a recoger (casi siempre es el Cabo San Juan del Guía, que es para la mayoría el final del paseo). En el camino hay varias asociaciones comunitarias que ofrecen este servicio, el cual resultará muy entretenido. El negocio de los caballos se hace de palabra. No le darán un recibo ni un comprobante de pago. Aquí se le sigue dando el justo valor a la palabra.

El sendero para los caminantes es una pasarela de madera perfectamente conservada que atraviesa la montaña en diferentes tipos de tramos: unos planos y otros un tanto empinados que conducen a miradores donde venden agua, refrescos y paletas, y donde la vista es privilegiada.

Ese primer trayecto se corona en unos 40 minutos, en medio de un bosque tropical, y termina donde comienza una nueva playa: Arrecifes. Aunque el mar se vea irresistible (una vez más) y el calor invite a darse un chapuzón, no se puede. Ya se ha dicho que podría ser peligroso.

Allí, en medio de la arena, brota una montonera de piedras gigantes, blancas y lisas, como huevos escupidos desde alguna galaxia. Se sigue caminando por la playa y unos 500 metros adelante se llega a Arenilla, una pequeña playa de agua color turquesa donde -¡por fin!- es posible meterse al mar. Un mar de agua fresca y cristalina que alivia el sofoco.

Desde Arenilla hay que caminar unos 15 minutos más entre un bosque de palmeras hasta llegar a La Piscina, otra playa donde también se puede nadar, descansar sobre la arena suave o explorar la riqueza marina en una práctica de esnórquel o de buceo. Allí venden cerveza fría y arepas de huevo recién salidas de la paila. El sitio merece un buen rato, pero hay más para ver.

Desde La Piscina hay que caminar unos 15 minutos más para llegar hasta la joya de la corona del Tayrona: la playa del Cabo San Juan del Guía. Es la postal más famosa, la que aparece cuando se escribe la palabra Tayrona en Google: una playa partida en dos con una chocita kogui en la punta de una roca gigantesca.

Han pasado dos horas de caminata. Tal vez un poco más. Todo depende del ritmo, del estado físico y el tiempo disponible. Todo habrá valido la pena para llegar hasta aquí.

El lugar más recomendado (y usado) para acampar, donde además hay un muy buen restaurante especializado en pescados y mariscos, a precios muy razonables. Y también es posible conseguir el bocado local: un pan fresco relleno de chocolate, conocido como el pan Tayrona.

Después de disfrutar de la playa hay que subir a la roca donde se corona la chocita kogui: el mejor mirador de toda la región -360 grados de postales- que además es una cabaña muy codiciada por los viajeros. Allí alquilan hamacas para quienes quieran descansar un rato y disfrutar de las postales más bellas posibles.

La mayoría de viajeros llega hasta aquí: se quedan a dormir o se devuelven el mismo día. Pero hay más para ver. Siguiendo el camino, tras unos 10 minutos de caminata, se llega hasta Boca del Saco, una playa solitaria y muy tranquila. Y aunque no es oficialmente nudista, quienes la visiten deben dejar el pudor a un lado. Y de paso, la ropa.

DÓNDE DORMIR

Al Tayrona se va para quedarse a dormir o para devolverse el mismo día para Santa Marta. La mejor opción de alojamiento son las ecohabs de Aviatur, ubicadas en el sector de Cañaveral, muy cerca de la entrada del parque y lugar donde comienza la excursión.

Son cómodas instalaciones inspiradas en la arquitectura de los nativos de la Sierra Nevada de Santa Marta, ubicadas de manera ascendente sobre la montaña, que ofrecen una vista espectacular del mar Caribe y de todo el Tayrona.  Se trata de una grandiosa obra diseñada por el célebre arquitecto Fernando Samper Salazar.

El lugar dispone de una pequeña playa (la Piscinita) apta para los bañistas, aunque siempre hay que estar atento a las señales que autorizan o no el acceso al mar. También conecta con una de las playas más bellas: las de Cañaveral. Pero allí el viento sopla muy fuerte y meterse al mar puede ser realmente riesgoso.

Aviatur, agencia de viajes que administra el Tayrona mediante concesión de Parques Nacionales, también ofrece alojamiento en el sector de Arrecifes, a donde se llega tras 40 minutos de caminata. Allí hay cabañas más sencillas y económicas, zonas de camping –se puede llevar el equipo o allí lo alquilan– y de hamacas. Este servicio cuesta desde 16.000 pesos por persona.

Allí, en Arrecifes, también hay otras zonas de camping y pequeñas cabañas. Pero el lugar que más concentra huéspedes es la playa Cabo San Juan del Guía, a donde se llega tras dos horas de caminata. Cientos de carpas rodean la que es considerada la playa más bonita de todo el Tayrona. El alquiler de hamacas y las zonas de camping comienza en 16.000 pesos por persona.

Otros lugares que se pueden visitar en el Tayrona son Pueblito (vestigios arqueológicos), el Sendero de las Nueve Piedras y las playas Brava, Neguanje y Cristal; estas últimas, más solitarias.

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