Puerto Plata, llamada la “Novia del Atlántico”, la “tacita de plata”, e incluso, “el sur de la Florida”, fue declarada polo turístico de República Dominicana en 1972.

Su desarrollo turístico, inicialmente, fue vinculado con la modalidad “sol y playa”, acompañada de ciertas pinceladas de turismo cultural, gracias al importante patrimonio que desprende de ser el lugar por donde se inició la colonización del nuevo mundo.

Cada municipio de esta provincia guarda huellas de ese pasado que aún continúa presente, como en La Isabela, en donde se realizó el primer asentamiento de españoles en la isla y en donde se siguen realizando investigaciones arqueológicas; Luperón con su bahía de Bajabónico, por donde entraron los colonizadores; y como no, su inigualable municipio cabecera, San Felipe, en donde entre casas victorianas, la fortaleza de San Felipe y ese aire señorial que se respira a las faldas de la montaña Isabel de Torres, se nutre de la conjugación perfecta de atractivos que le han hecho un destino turístico de los más importantes de República Dominicana.

La década de los 80 constituyó el inicio de su  época dorada en materia de turismo, pero el infortunio de una creciente crisis en los servicios, entre otros factores, opacó el brillo de la “Tacita de Plata”.  Los turistas empezaron a irse, los hoteles a cerrar por temporadas e incluso de manera definitiva y ahí estaba, la Novia del Atlántico, triste y despeinada frente al altar.

El renacer de este destino ha costado un gran esfuerzo, tanto público como privado, y de sus propios comunitarios para la mejora de sus infraestructuras, servicios y oferta turística.  Una ardua labor en donde la asociatividad ha sido el pilar fundamental, trayendo con ella la creación de su Clúster Turístico, modelo a seguir en todo el país según palabras del propio Ministro de Turismo, Francisco Javier García.

El fortalecimiento de su Cámara de Comercio y otras asociaciones vinculadas directa e indirectamente con la industria sin chimenea, al igual que la formación del talento humano que interviene en la cadena de valor del producto turístico han sido vitales para este resurgir del destino que fue una vez la meca del turismo dominicano.

“Sonríe eres Puerto Plata” fue la campaña de concientización que despertó en la población el instinto de proteger esa gran fuente de ingresos que una vez les llevó a ser una de las provincias más importantes del país, en donde el esplendor y la bonanza eran las características principales de este polo turístico.

Todo el trabajo que ha conllevado la labor de reposicionamiento del destino Puerto Plata, ha sido muy bien valorado, incluso por organizaciones internacionales como la Agencia de Cooperación Internacional del Japón  (JICA), que para el periodo 2009-2013 se hizo partícipe del desarrolló del primer proyecto de turismo comunitario de la región: TURISSOP, el cual consistía en la identificación de productos o servicios turísticos con potencial de ser partes del impulso económico de cada una de las comunidades que en donde se desarrollaban.

La presencia femenina fue destacada desde el inicio del proyecto TURISSOP en donde las mujeres pasaron a tener un papel protagónico en los grupos productivos que se formaron.  En los municipios de la provincia,  el emprendedurismo despertó y muchas de sus mujeres se convirtieron en agentes del cambio, pasando de ser  líderes de su hogar, pues una parte importante de ellas eran madres solteras, a ocupar lugares de importancia en el nuevo modelo de desarrollo económico de su entorno. Las áreas productivas en las que se han visto involucradas son tan variadas como el gran abanico de posibilidades que hoy ofrece Puerto Plata en su nueva versión de un destino de turismo alternativo.

“Las sirenas de Maimón” elaborando mandiles y servilletas; “Las gemas de Altamira” y “Las arañas de Los Hidalgos” artesanas del croché; “Las brujas de Imbert” con su especial encanto para hacer decorativas las escobas de fibras naturales que antes se usaban para limpiar el hogar; Emperatriz Hilario y su especial forma de gestionar la ruta del ámbar y trabajar esta resina fosilizada; Carmen Reyes y su estilo único de construir fachadas de casa victoriana utilizando elementos reciclados.  Y como ellas, más de un centenar de mujeres quienes han dado ese aroma de mujer a un destino que resurge de sus cenizas y se reposiciona como una oferta turística fresca, en donde el vínculo turista-comunidad se ve de manifiesto en una parte importante de las actividades turísticas que ofrecen a sus visitantes.

La mujer puertoplateña ha servido para aportar su toque especial, incluso en excursiones deportivas como la “Experiencia del Béisbol” en Altamira; han sabido integrar a sus comunidades en la producción y venta de productos que ya trascienden mercados internacionales como lo es la fábrica de chocolates El Chocal, la cual ha contado además con apoyo importante del gobierno central a través del FEDA.

Chocolalá, en Altamira, con su producción de chocolate y otros derivados,  así como Hacienda Cufa en Guananico, con su experiencia del cacao,  son también ejemplos de que no hay límites de sexo cuando se quiere avanzar, proyectos gestionados por mujeres, que hoy  son parte de la oferta complementaria de un destino renovado que va más allá de un modelo turístico, que confirman la teoría de Michael Porter “El éxito no está en ser el mejor, está en ser diferentes”.

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