Nabucco, la ópera magna de Giussepe Verdi, pasó a la historia por el coro “Va pensiero, sull’ali dorate” (“Vuela, pensamiento, en alas doradas”), que habla sobre el exilio y la resiliencia de un pueblo frente a la adversidad. No es casualidad que fuese lo último que resonara en el Teatro Colón de Buenos Aires, Argentina. A cuatro días y dos ensayos de su estreno, en marzo de 2020, los artistas de la obra abandonaron las tablas para prevenir el contagio de COVID-19, a medida que la pandemia comenzaba a expandirse por América Latina y el Caribe. “Fue muy raro y muy difícil, una mezcla de sentimientos: entre el miedo, la preocupación y la responsabilidad”, explica María Victoria Alcaraz, su directora. 

El Colón no fue el único que bajó sus telones en marzo. El cierre de los teatros ocurrió en toda la región, una suspensión de las carteleras en vivo cuyo impacto sigue en evaluación. En Argentina, al 12 de junio había 342 estrenos suspendidos y 59 giras postergadas, de acuerdo al censo de la Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica. 

Al otro lado de la cordillera, la Red de Salas de Teatro de Santiago de Chile calcula que la suspensión de más de 400 funciones supuso pérdidas sobre los US$38.000 hasta el 21 de abril. Uno de los primeros establecimientos en cerrar fue el icónico Teatro Municipal de Santiago, donde se han tomado diversas medidas para paliar el impacto de la pandemia. “Hemos bajado costos operacionales, reducido el personal a honorarios, y ahora estamos aplicando una reducción del 20% del salario en casi la mayoría del personal de planta. No ha sido fácil, pero estamos dando la pelea y haciendo todo lo que nos permita terminar el año”, explica Carmen Gloria Larenas, directora general del establecimiento chileno. 

EL DESAFÍO DE UN ESCENARIO VIRTUAL

María Victoria y Carmen Gloria son las primeras mujeres que asumen la dirección del Teatro Colón y el Teatro Municipal de Santiago, respectivamente. Como sucede en la trama de Nabucco, ambas han mostrado la importancia de ser resilientes, característica intrínseca del liderazgo femenino y de las industrias culturales y creativas. 

“Esto es típico de una mujer, ver qué tenemos y hacer algo con eso. No sucumbimos, por supuesto que sufrimos, que nos da miedo, pero acá estamos y hay que dar la pelea”, dice María Victoria. Como gestora cultural fue autora de un botiquín de primeros auxilios culturales para situaciones de crisis y catástrofes, concepto que aplica ahora en el Colón, donde utilizan las experiencias personales y profesionales del equipo como instrumentos para desarrollar soluciones creativas. 

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Para Carmen Gloria, el desafío comenzó cuando asumió la dirección del Municipal de Santiago, durante el estallido social de Chile, en noviembre de 2019. Su prioridad fue conectar al teatro con la contingencia del país para generar más contenidos y cercanía con sus audiencias. Hoy el coronavirus representa un desafío similar: “cómo hacer que el teatro permanezca vivo y cómo acompañar a las personas en esta situación tan difícil y compleja”, explica. 

En respuesta a la pandemia, ambas directoras optaron por diseñar y disponibilizar una cartelera digital. Carmen Gloria y su equipo crearon Municipal Delivery , donde transmiten contenido tres a cuatro veces por semana; mientras María Victoria y su grupo crearon #CulturaEnCasa en la página del Teatro Colón , desde donde realizan transmisiones en vivo cada domingo por la noche. 

“Esta necesidad imperiosa de mantenernos en contacto nos tiró sin timideces a los brazos de la tecnología. Nos ha obligado a enfrentar la discusión de lo vivo versus lo digital, y articularlo de una manera más adecuada. Hoy resulta súper interesante mirar cómo podemos utilizar estos recursos y seguir aprovechándolos. Por ejemplo, en Chile, hay barreras geográficas y económicas con las artes, y lo digital nos ha permitido romperlas”, explica Carmen Gloria. 

Al 4 de junio, el Teatro Municipal, a través de su plataforma, había realizado 27 eventos virtuales con 261.860 asistentes, entre espectáculos, charlas y talleres. Por su parte, el Teatro Colón calcula que todos sus contenidos emitidos al 21 de junio, que incluyen transmisiones de eventos, músicos desde casa y archivo histórico de audio, reúnen más de 1,5 millones de visualizaciones. 

Los teatros del sur del mundo han creado no solo transmisiones en vivo, sino toda una gama de productos virtuales, desde talleres para niños hasta conversatorios sobre el Romanticismo y su relación con las obras que se están presentando. En el Colón incluso están confeccionando mascarillas: “Ya llevamos 15.000 barbijos (mascarillas) y comenzaremos a confeccionar frazadas”, cuenta María Victoria. Sumado a esto, el personal del teatro bonaerense también apoya a su comunidad haciendo voluntariado y contribuyendo soporte logístico en un hospital y un vacunatorio, además de llamar a los mayores de 70 años para acompañarlos y ayudarlos con tareas básicas. 

EL PODER FEMENINO FRENTE A LA CRISIS 

Pese a todo el sufrimiento que transcurre en los cuatro actos de Nabucco, la ópera tiene un final feliz: el rey de Babilonia, después de haberlo perdido todo, se reivindica y triunfa. En Europa, algunos recintos culturales ya retomaron sus carteleras en vivo, lo que genera esperanza en la región. A través de Ópera Latinoamérica, una organización sin fines de lucro que agrupa teatros de ópera iberoamericanos, directores como María Victoria y Carmen Gloria comparten experiencias y conocimientos con sus pares del viejo continente. Las dos ya tienen preparados planes de reapertura para cuando sea viable en sus países. 

Aunque, en la región, el último acto todavía no está escrito. Por ahora, el desafío es mantenerse, lo que han hecho desde el empoderamiento femenino. “La condición de vida que tenemos las mujeres nos prepara para estos escenarios, para empatizar con los otros, entender nuestros miedos, preocupaciones y angustias, y salir adelante”, afirma María Victoria. 

La estabilidad financiera es clave para la subsistencia de los establecimientos culturales de América Latina y el Caribe, que hoy buscan apoyo para permanecer activos. Pese a que la mayor parte de los recursos públicos están enfocados en la emergencia sanitaria, se han hechos esfuerzos. 

En Chile, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio ha desarrollado un plan de emergencia que consta de cuatro ejes, en los que se contempla el apoyo a teatros, y anunció la distribución de US$17 millones para apoyar al sector. Por su parte, en Argentina están destinando recursos a través del Fondo Desarrollar, que busca apoyar el sostenimiento operativo de los espacios culturales, y el Programa Puntos de Cultura, dentro de los cuales destaca el Plan Podestá, para la preservación operativa de elencos, salas y teatristas argentinos. 

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) también está apoyando a los gobiernos a desarrollar nuevas herramientas y recursos para las industrias culturales y creativas. “Estamos trabajando para que los creativos no se queden fuera de las políticas públicas. Junto a otras organizaciones (UNESCO, la Secretaría General Iberoamericana, la Organización de Estados Iberoamericanos y Micsur Cultural) estamos desarrollando un informe que mida el impacto del COVID-19 en el sector y creamos un grupo de expertos, para pensar juntos en el diseño de políticas que respondan a estas necesidades”, explica Trinidad Zaldívar, jefa de la Unidad de Creatividad y Cultura de la organización.