La salsa es uno de los géneros más populares de la música bailable cubana. Aunque algunos aseguren que el nombre proviene de Échale salsita, una de las famosas canciones del habanero Ignacio Piñero, fundador del Septeto Nacional, otros ven sus inicios en las generaciones latino-estadounidenses asentadas en Nueva York, y los estudiosos sobre el tema no encuentren un origen exacto para este estilo, lo cierto es que ha sido defendido en su gran mayoría por hombres. Tanto en Cuba como en los países que la promocionan, la salsa suele ser cantada por voces masculinas, dejando un estrecho espacio a las féminas que se atreven a interpretar esta música.
A escala internacional destacan nombres como el de las puertorriqueñas Olga Tañón y La India, y la infaltable cubana Celia Cruz, ya fallecida, quienes en algún momento de sus carreras han trabajado con este ritmo de raíz cubana, proveniente de la década del sesenta, y que aúna características del son, la timba, la guaracha, el chachachá, la rumba y el guaguancó, que marcaron su origen y lo fueron conformando.
Solo tres mujeres –amén de que no representen las únicas en el contexto artístico global sí son las principales- en el mar de intérpretes de uno de los géneros más populares del mundo, marcan la desproporción entre ambos sexos y la tendencia a ser protagonizado por hombres.
En Cuba, donde la sociedad lleva arraigada fuertes tradiciones machistas, tal desigualdad no se escapa del gremio salsero. No obstante, las cantantes femeninas han logrado conquistar cierto espacio en la preferencia popular, ya sea como solistas, dentro de agrupaciones masculinas o en bandas enteramente de mujeres. Así es el caso de Anacaonas, dirigidas por Georgia Aguirre, que toman el nombre de la guerrera taína de la otrora La Española, y de otras como Azúcar Negra, Canela, Caribe Girls y Las Chicas del Sol.
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Siguiendo el referente de grandes artistas cubanas de la talla de Celeste Mendoza, Moraima Secada, Mercedita Valdés y Omara Portuondo, las que en los últimos años han tenido la osadía de adentrarse en el mundo de la salsa han contado con una formación básicamente empírica en lo que a este género respecta, pues en las academias de música se preparan con un espectro mucho más amplio que no dedica tanto espacio a los ritmos populares bailables. Quizás esta educación donde la práctica del oficio supera a la cultivación teórica esté relacionado con la propensión hacia la superficialidad en algunas canciones y grupos.
En entrevista exclusiva para PanamericanWorld con la cantante Vania Borges, ex vocalista del grupo Bamboleo, ella asegura que hay que nacer con el arte de hacer música popular bailable. “Viene dentro de la sangre y dentro de la familia con que te crías, en la música que escuches no solo en la calle, sino también en la casa. La inclinación parte de las inquietudes, el deseo y las necesidades de quien prefiera hacer esta música”, agrega.
Pero no solo con ese afán las mujeres que aspiran interpretar salsa en Cuba consiguen éxito inmediato. Como se ha dicho antes, se trata de una nación con profundas ideas sexistas, por lo que este es un reto con el que las féminas se han tenido que enfrentar.
“El cubano es machista en todas partes, hasta en la música. Nosotras hemos tenido que imponernos en buena medida, y continuamos el ejemplo de precursoras como Elena Burque y Moraima Secada quienes defendían géneros como el son, el danzón, el guaguancó, la guaracha, que usualmente interpretaban los hombres, hasta que ellas consiguieron poner estos estilos en lugares cimeros para el mundo”, comenta Vania, quien se conoce también por su desenvolvimiento en otros géneros como la balada y el bolero, y que ha logrado mantenerse entre la preferencia del público durante cerca de dos décadas.
Igualmente, la joven Arlenys Rodríguez, ex miembro de NG [Nueva Generación] La Banda, y hoy directora de su propia agrupación explica a PanamericanWorld que para los públicos siempre resulta más fácil ir a ver a los hombres que a las mujeres que tocan salsa.
“A nosotras nos identifican más con las baladas. Hay que tener buenos coros, dicharachos de la calle y temas de la actualidad que llamen la atención a la gente. En los conciertos de agrupaciones de hombres uno se encuentra cientos muchachas, porque ellos son más atrevidos, juegan más con la sensualidad. Para las cantantes femeninas hay otros impedimentos, por ser casadas o porque si actuamos de cierta manera nos pueden catalogar mal”, añade la voz que popularizó la balada No sé qué voy a hacer sin ti, sencillo por el que es más conocida entre el público nacional a pesar de contar un amplio número de canciones de salsa entre sus temas.
Tanto Arlenys como Vania se encuentran entre las intérpretes actuales de mayor popularidad dentro de la Isla, a las que se suman, de acuerdo con el criterio manejado en el propio mundo salsero, Haila María Mompié y Tania Pantoja, ambas ex vocalistas de Bamboleo; Mónica Mesa, también formada en la escuela de NG La Banda, bajo la dirección de José Luis Cortés; Jenny Valdés, quien fuera miembro del antológico grupo Los Van Van, y la solista Osdalgia Lesmes. Otras como Luna Manzanares y Laritza Bacallao, aunque se destacan por defender géneros diferentes, han trabajado la salsa de forma exitosa entre los locales.
A pesar de que las mujeres se han impuesto en un contexto internacionalmente dominado por hombres, muchas han acudido a recursos como la vulgaridad y la superficialidad en sus canciones, provocando el rechazo en algunos de sus seguidores.
“Lo primero es no dejar de ser mujer”, propone Vania como posible antídoto contra lo vulgar, “sobre todo cuando se hacen géneros tan fuertes. Nunca se debe perder el alma femenina, la sensibilidad. Tratar de pensar como los hombres respecto a la fuerza en la improvisación, para convencer a los públicos, sin dejarse llevar por la chabacanería”.
Siempre habrá retos en cualquier área donde las féminas intenten desarrollarse. Las cubanas que se inclinen por la salsa tendrán que enfrentarse a un ambiente machista, tanto en la Isla como en todo el mundo. Solo ellas, con su talento y tenacidad podrán rebasar los obstáculos que les deparan sus carreras. En sus manos está también defender este género que ha representado lo mejor de la cultura cubana de la última mitad de siglo.
Por: Anays Almenares Avila / PanamericanWorld – La Habana
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