La Habana vista de noche quizás no se parezca tanto a esa misma ciudad, con casi 500 años de historia, cuando el inclemente y permanente sol caribeño la golpea durante casi todo el día. Las edificaciones, las modernas y aquellas que luchan por no caer, lucen diferentes. El rejuego entre las pocas luces y las sombras ayuda a eso; la gente también parece desconectarse, al menos un rato, del estrés diario y comparte en las calles sus no pocas angustias y también sus múltiples alegrías.

Dicen que La Habana no duerme y esa afirmación probablemente no sea errada. La más cosmopolita de las ciudades cubanas ha logrado reactivar su vida nocturna. Todavía no como muchos quisieran; pero al menos aquella idea de calles desiertas, personas recogidas en sus hogares, sentadas frente a un televisor, a la espera del nuevo día y del retorno a la rutina diaria ha quedado algo en el pasado.

Entre todos los sitios de la capital cubana, quizás donde pueda apreciarse con mayor intensidad el nuevo panorama económico en que vive Cuba sea en La Habana Vieja. El Casco histórico de ese pintoresco municipio habanero fue considerado por la UNESCO como Patrimonio de la humanidad y hoy es un lugar de obligada visita para todos aquellos que llegan a La Habana.

Las transformaciones económicas en las que está inmersa Cuba han ayudado, poco a poco, a devolverle los colores a La Habana Vieja. Bares y restaurantes privados, nuevos hoteles y hostales, más zonas públicas de acceso a WiFi se combinan para ofrecer un contraste muy interesante, entre el pasado, visto a través de edificaciones restauradas del siglo XIX y la modernidad, representada por lujosos hoteles, siempre llenos y con precios cada vez más altos.

¿Qué hacer en una noche de calor en La Habana Vieja?

La vida parece centrarse alrededor del bulevar de Obispo, tal vez la zona más concurrida de la ciudad. Comenzamos el recorrido en el Parque Central. Frente a él se levanta el majestuoso Gran Teatro. El enorme palacio atraviesa por un millonario proceso de restauración que promete devolver las galas a esta instalación. Cerca otro gigante también sufre cambios. El Capitolio de La Habana, edificado a imagen y semejanza del que existe en Washington, también pasa por un amplio proceso de restauración, para albergar luego allí, tal y como sucedía antes de 1959, al Parlamento.

El Parque Central siempre es un hervidero de gente. Allí está la estatua de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, y a pocos pasos están tres hoteles: el Telégrafo, Inglaterra y Parque Central. Adentrémonos poco a poco por Obispo. La célebre esquina ocupada por la Manzana de Gómez es hoy apenas un esqueleto, lleno de polvo y andamios. Allí se construye un fastuoso hotel, de cinco estrellas y será también sede de un grupo de tiendas de lujo.

Frente a él está el imponente Museo de Bellas Artes, uno de los más importantes de Latinoamérica y que contiene importantes colecciones de diferentes corrientes artísticas. Cierra en las noches, pero las luces que lo rodean ayudan a engrandecer este palacio colonial. Descendemos un poco y encontramos en la esquina del bulevar uno de los bares más conocidos de La Habana: el Floridita. Allí, cerca de la barra, está la estatua del escritor estadounidense Ernest Hemingway, un asiduo visitante de este bar, en la década del cincuenta del siglo pasado, donde tomaba el daiquirí, la bebida más pedida en ese lugar.

Por todo Obispo nos encontraremos, a ambos lados del Bulevar, una serie de tiendas, pero también muchos bares, estatales y privados, en los que por lo general es posible escuchar a un trío o cuarteto de artistas, interpretando música tradicional cubana. Olvidémonos del reggaetón—tan de moda en Cuba—, del pop y la fusión, porque este es el espacio para compartir piezas que van desde el Chan Chan de Compay Segundo, hasta La Guantanamera y el Cuarto de Tula. No obstante, aquellos que buscan conocer un poco más del amplísimo espectro de la música producida en el país tienen a su disposición varias salas donde, diariamente, se presentan grupos de diferentes formatos.

El recorrido por Obispo nos lleva hasta la Plaza de Armas, en la que encontramos una serie de palacios, que datan del período colonial. El del Segundo Cabo está en restauración; mientras, el de los Capitanes Generales acoge en la actualidad al Museo de la Ciudad. También en la Plaza está El Templete, construido en 1828, donde se celebró la primera misa en La Habana, en 1519. Al lado aparece el lujoso hotel Santa Isabel. En el mismo entorno continúa asombrándonos el buen estado de conservación del Castillo de la Real Fuerza, la primera fortaleza construida en Cuba.

Salimos un momento de Obispo para trasladarnos hasta otro sitio muy visitado en La Habana Vieja: la Plaza San Francisco de Asís, frente al Malecón habanero. Allí está la Lonja del Comercio, una inmobiliaria en la que tienen su sede desde representaciones diplomáticas hasta empresas extranjeras y medios de comunicación. Los cubanos llaman a este lugar “la plaza de las palomas”, por la gran cantidad de esos animales que comparten espacio con los visitantes. Frente está la terminal de cruceros, un recinto que, con el deshielo entre Washington y La Habana, ha aumentado notablemente su actividad diaria.

Cerramos nuestro recorrido por La Habana nocturna en la Plaza Vieja. Este es un sitio espectacular de noche, porque es posible disfrutar desde un fuerte café cubano, hasta compartir con amigos cerveza artesanal, elaborada en una pequeña fábrica ubicada allí mismo; además, también está el Planetario de La Habana y la Cámara Oscura, desde la que se puede divisar, mediante espejos, lo que ocurre en diferentes partes de la ciudad.

La Habana Vieja ha recobrado sus colores; aunque todavía es una zona de muchos contrastes. Una vez fuera del recorrido turístico el choque con las angostas calles y edificaciones en peligro de derrumbe, donde habitan decenas de familias, sirve para mostrarnos una realidad compleja, pero no por ello menos fascinante. Una postal de la vida en Cuba, más allá del mojito, la música tradicional, el tabaco y las mulatas.

Por: Miguel E. Gómez / PanamericanWorld – La Habana   Foto: D. Miranda / PanamericanWorld