La Habana, ciudad donde conviven el reguetón, la salsa y la música clásica; capital de un país donde nacieron géneros como el chachachá, el mambo y el danzonete y en el que corre la música por las venas de sus habitantes, por estos días volvió a convertirse en sede de uno de los eventos más prestigiosos de cuantos se organizan en Cuba: el Festival Jazz Plaza.

Durante casi una semana, lo mejor que en materia jazzística se produce dentro y fuera de Cuba estuvo a disposición de los amantes del género. Las sorpresas fueron diversas: regresó Arturo O´ Farril y por primera vez visitó a este país el excepcional trompetista norteamericano Orbert Davis, acompañado por un quinteto de músicos de la Chicago Jazz Philharmonic; además, vino la orquesta de jazz de Kansas City y también el grupo francés Iba Ibo Yoruba Specimen. En total, más de 35 agrupaciones de 18 países celebraron los más de 30 años del primer certamen de Jazz celebrado en la Isla en 1980.

¿Qué principales atractivos hacen de este Festival de Jazz una propuesta interesante para músicos de países tan diversos como Estados Unidos, Noruega, Trinidad y Tobago, Canadá y El Salvador?, ¿qué importancia le otorgan los músicos cubanos y extranjeros y cuáles son sus mayores desafíos en los años sucesivos? Con algunas de estas interrogantes, PanamericanWorld se acercó a algunos de los locales de La Habana donde se dieron cita los participantes del  Jazz Plaza 2014.

JAZZISTAS DEL MUNDO CON LA MIRADA EN CUBA

Lenin Álvarez, tecladista del grupo salvadoreño Brujos e invitado especial del Jazz Plaza, fue uno de los artistas que estuvo en Cuba por estos días y que no podía disimular las emociones cuando nos acercamos a él. “El año pasado estuvimos en el JoJazz, ganamos y eso nos motivó a montar un proyecto para empaparnos de todo esto que nos ha encantado”, contó.

“Es uno de los festivales más importantes en Latinoamérica, y venir acá y ver el talento cubano y su forma de tocar definitivamente es una escuela para nosotros que venimos de ligas inferiores en el jazz, a observar cómo se hace el jazz y cómo se vive sobre todo en Cuba. Es una experiencia bien sentimental, porque el jazz cubano es referencia para nosotros”, dijo Álvarez.

Para Alejandro Falcón, pianista, compositor y ganador del JoJazz 2013 en composición, el secreto de un evento como este radica en que el jazz cubano atraviesa por un momento particularmente importante y en la oportunidad que representa que en Jazz Plaza confluyan diferentes generaciones.

“Ganadores de JoJazz, músicos extranjeros que igualmente proponen nuevas maneras de hacer. En el Jazz es muy habitual que toquen juntas varias generaciones, esto da al traste con una excelente dinámica que el público agradece. Cuba es una potencia de la música popular en el mundo y muchísimos jóvenes músicos proponen aquí trabajos interesantes”, aseguró Falcón.

Uno de los músicos cubanos más reconocidos en la arena internacional, Ernán López-Nussa, pianista, compositor y quien ha incursionado en diferentes géneros con especial énfasis en el Jazz, recalcó que lo más importante de esta cita era la promoción de un género tan rico y complejo como el Jazz.

“No solo escucharlo y disfrutarlo requiere de entrenamiento, también para interpretarlo hay que trabajar duro, pues es un género que demanda mucho estudio y dedicación, es muy difícil, si no el más. El público tiene la oportunidad de escoger y escuchar los estilos y tendencias que más le atraen y descubrir otros. El jazz en Cuba desde siempre partió de las raíces y la tradición, algo que lo identifica y dignifica”.

También tuvimos la oportunidad de compartir con el saxofonista y director de Madre Tierra Proyect, Michel Herrera, para quien el intercambio de música y de culturas que representa el Jazz Plaza es una manera de evolucionar el género dentro de nuestras propias fronteras.

“El desarrollo está en que estamos trayendo diferentes formas de ver el jazz y la música en el mundo. Tenemos participación de los Estados Unidos, Europa, de países como El Salvador y México, lo que es una manera de integrar a todo el movimiento del jazz.”

Varios de los jazzistas se refirieron al significado del Jazz Plaza para las jóvenes generaciones. “Este evento es tan importante para los jóvenes como para los consagrados. Los jóvenes se dejan ver y se fortalecen con sus colegas músicos experimentados y los experimentados muestran sus habilidades y si tienen algo nuevo que decir”, consideró López- Nussa.

Por otro lado, Herrera llamó a una mayor incorporación de jóvenes talentos al Festival. “Sería bueno tener a jóvenes del mundo en este proyecto, esos que tengan ganas de desarrollar el género y legitimar el Festival mundialmente. Mientras más figuras reconocidas tengamos, más apoyo tendremos. Creo que en esta edición se ha hecho un gran trabajo y te debo decir que el Centro de Música Popular ha sido vital para el Jazz Plaza de este año. En estos momentos hay un nuevo florecer, otra perspectiva del movimiento en Cuba”, concluyó.

¿Qué se llevan los jóvenes artistas del Jazz Plaza? Ante la  pregunta no tardó en responder Lenin: “Creo que nuestra acogida ha ido de forma ascendente entre el público cubano, y al final del evento hemos logrado esa conexión que esperábamos. Nos llevamos un momento trascendental, ese del 17 de diciembre histórico que vivimos acá, nos llevamos una percepción más cercana del artista de jazz cubano y podemos aseverar la hipótesis de que la sociedad cubana tiene muchos componentes del arte en su día a día.”

ALGUNOS RETOS DEL JAZZ PLAZA 2015

Los retos que tiene por delante el Jazz Plaza son diversos, así lo aseguran sus organizadores, los jóvenes jazzistas y el público asistente. Y no puede ser otro el camino para un evento que luego de tres décadas seguirá apostando por la buena música en el futuro.

Para López-Nussa, el mayor desafío que deja el Jazz Plaza para el 2015 recae en el tema organizativo. “El festival sale a duras penas por el entusiasmo y compromiso de unos pocos (insuficientes para organizar un evento tan complejo) y por nosotros, los músicos, los que nos sobreponemos a las dificultades y al mal trabajo que año por año nos enfrentamos”.

En ese sentido, María de los Ángeles Borges, especialista principal en programación del Centro Nacional de Música Popular y organizadora de Jazz Plaza aseguró que era premisa de cada año limar las imperfecciones que pudieran aparecer, de manera que cada vez sea mejor y confesó que “nos encantaría tener a Chucho Valdés en el evento”.

Mientras, para Michel Herrera, si bien por muchos años La Habana ha reunido a lo mejor del jazz cubano y a íconos de la historia mundial del jazz como Winston Marsalis, Arturo O´ Farril o Michel Camilo, en lo adelante tendrá que crear los espacios suficientes para invitar no solo a grandes figuras, sino a la continuidad del jazz cubano.

En diciembre del próximo año, cuando La Habana vuelva a descorrer las cortinas para recibir a lo mejor del jazz de Cuba y el mundo, quizás vivamos un Festival diferente, a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados el pasado 17 de diciembre, lo cual podría significar que un mayor número de jazzistas estadounidenses viajen a la Isla.

Si bien este Festival contó con la participación de importantes músicos estadounidenses, muchos son los caminos de cooperación que podrían abrirse en este terreno, pues como afirmaba Leonardo Acosta en su ensayo «Interinfluencias y con-fluencias entre las músicas de Cuba y los Estados Unidos»: “La presencia del toque cubano prácticamente en todos los géneros de la música popular de los Estados Unidos y la del jazz y sus variantes en la música popular cubana, por lo menos del danzón a nuestros días, crea históricamente un territorio aparte, de recíproca fertilización, que ha sido capaz de resistir a más de cuarenta años de ruptura y aislamiento entre los dos países y de enfrentamiento en algunos terrenos.”

El jazz ha sido y podría ser todavía más un puente cultural sobre el que puedan unirse dos sociedades tan cercanas geográficamente, pero tan separadas durante más de cinco décadas.

Por M. Gómez (con información de L. García). PanamericanWorld. La Habana