En una esquina del Vedado, en La Habana, un antiguo edificio industrial ha renacido como el corazón vibrante de la cultura cubana contemporánea. La Fábrica de Arte Cubano (FAC), concebida hace una década, ha redefinido la vida nocturna y artística de la ciudad, convirtiéndose en un punto de encuentro para jóvenes, artistas y visitantes de todo el mundo. Más que un simple centro cultural, la FAC es un espacio donde convergen música, artes visuales, moda, danza y la esencia creativa de Cuba.
Un sueño hecho realidad
Fundada en 2014 por el renombrado músico y compositor cubano X Alfonso, la FAC surgió como una idea ambiciosa: transformar una deteriorada fábrica de aceite en un refugio para la expresión artística. Lo que comenzó como una visión plasmada en bocetos y sueños es ahora una realidad viva y palpitante. Cada semana, de jueves a domingo, el lugar acoge a cientos de personas que buscan perderse en un laberinto de propuestas artísticas que no tienen paralelo en el Caribe.
Desde sus inicios, la FAC fue concebida como un espacio alternativo. «Queríamos un lugar donde el arte se viviera de forma diferente», ha explicado en varias ocasiones X Alfonso. «La idea era crear algo fresco, accesible, que rompiera con las barreras tradicionales entre el arte y el público».
Un espacio multidisciplinar
La clave del éxito de la FAC radica en su capacidad de unir bajo un mismo techo diversas disciplinas artísticas. No se trata solo de una galería de arte o un club nocturno, sino de una fusión creativa donde la música, la fotografía, el diseño y el teatro se entrelazan de manera única.
Las naves industriales del espacio albergan conciertos de música en vivo, exposiciones de arte contemporáneo, proyecciones de cine independiente y desfiles de moda. El visitante puede encontrarse con un espectáculo de danza mientras saborea un mojito en uno de los muchos bares del lugar, o asistir a un concierto íntimo de jazz en una sala que recuerda a los clubes de Nueva York. La FAC no es un espacio estático; es un ser vivo que cambia constantemente, adaptándose a las propuestas artísticas más vanguardistas.
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El éxito en medio de la adversidad
El camino no ha sido fácil para la FAC. A pesar del éxito internacional y la aclamación que ha recibido, el proyecto ha tenido que enfrentarse a los desafíos que impone la realidad cubana: apagones frecuentes, escasez de recursos y un entorno económico complejo. Sin embargo, para X Alfonso y su equipo, estos obstáculos no han sido más que oportunidades para demostrar la resiliencia del arte.
«FAC sigue viva porque ha aprendido a sobrevivir», ha explicado Alfonso en entrevistas. «En Cuba, todo es más difícil, pero eso hace que cada logro tenga un valor especial. No tenemos patrocinadores ni grandes inversores detrás; todo lo que hacemos es gracias al esfuerzo de nuestro equipo y al apoyo del público».
Con cerca de 300 empleados, la FAC funciona como una «unión de negocios privados dentro de un local estatal». Esto ha permitido que el espacio se mantenga independiente, autofinanciándose con los ingresos generados por las entradas y el consumo dentro del recinto. Este modelo único ha sido clave para su sostenibilidad, en un contexto donde muchos proyectos culturales dependen del apoyo gubernamental o de patrocinadores extranjeros.
Comunidad y compromiso social
Más allá de ser un centro de entretenimiento, la FAC ha demostrado un fuerte compromiso con la comunidad local. Durante los meses de verano, el espacio organiza talleres gratuitos para niños y adolescentes, donde pueden aprender sobre arte, música, fotografía y otras disciplinas. Estos talleres son una muestra del impacto social que la FAC ha tenido en la comunidad habanera.
«Queremos que el arte sea algo que todos puedan experimentar, desde los más pequeños hasta los más grandes», explica Lourdes García, una de las responsables del proyecto comunitario de la FAC. Además de los talleres, el equipo de la FAC ha contribuido a la renovación de espacios públicos en el barrio, como el Consultorio del Médico de la Familia cercano al recinto.
Un espacio con historia y futuro
La FAC no es solo un lugar para el presente, sino también un homenaje a la rica historia cultural de Cuba. La Sala de Conciertos Santiago Feliú, nombrada en honor al trovador cubano que falleció poco antes de inaugurar el espacio, es uno de los rincones más emblemáticos de la FAC. Cada año, en el aniversario de su muerte, músicos y amigos se reúnen para rendir homenaje a su legado.
Pero la FAC no se detiene en el pasado. Desde su apertura, ha acogido a artistas internacionales de la talla de Mick Jagger y Jon Bon Jovi, convirtiéndose en un punto de referencia para los visitantes extranjeros que desean conocer la cultura cubana desde una perspectiva alternativa. La revista Time la incluyó en su lista de los 100 mejores lugares para visitar en el mundo, y ha recibido múltiples premios internacionales, como el Traveller’s Choice de TripAdvisor.
El futuro de la Fábrica de Arte Cubano
Aunque la FAC ha alcanzado un éxito notable, su fundador no se conforma. «Siempre estamos buscando nuevas maneras de crecer, de mejorar», asegura X Alfonso. «La FAC es como un cuadro que nunca termina; siempre hay algo que se puede perfeccionar».
Uno de los retos más grandes es la limitación de espacio. Con una capacidad para 250 personas en su sala principal, la FAC a menudo se queda pequeña para los grandes eventos que organiza. Sin embargo, el equipo está en constante búsqueda de formas creativas para ampliar su oferta sin perder la esencia que ha hecho de la FAC un lugar único.
Alfonso descarta la idea de abrir una nueva sede en La Habana, prefiriendo mantener la autenticidad del proyecto original. «FAC es y siempre será única. Lo que la hace especial es el amor y el esfuerzo que todo el equipo pone en ella», concluye.