“Cuba es  un ajiaco”. Con esta metáfora definió el reconocido antropólogo Fernando Ortiz el proceso de gestación de la identidad y cultura cubana. Este sabio, uno de los primeros en defender la idea del aporte de los negros en la conformación de la cubanidad, identificó tres manifestaciones en las que la influencia cultural africana era mucho más visible: el arte, la religión y el tono de la emotividad colectiva.

En la actualidad, las expresiones culturales afrocubanas son cada vez más visibles en todo el país. ¿Qué lugares no deberían faltar en un recorrido para acercarnos al fascinante mundo de las prácticas religiosas y deidades populares que representan símbolos de la cubanidad? PanamericanWorld les propone tres sitios donde es posible conocer “uno de  los  pueblos  más  mezclados y  mestizos  de  todas  las  progenituras”, aseveró Ortiz.

EL CALLEJÓN DE HAMEL

El Callejón de Hamel es uno de los sitios más visitados de La Habana. El mejor día para llegar hasta este lugar es el domingo, ya que los vecinos, vestidos como antiguos dioses del panteón Yoruba, los orishas, salen a recibir a los visitantes y se escuchan fuertes los toques de los tambores. La entrada al Callejón fue diseñada con piedras sobre piedras. Estas representan lo imperecedero de Dios y de los Orishas y, según cuenta la sabiduría popular, en ellas es donde se consagran los dioses guerreros Elegguá, Oggún, Oshosi y Oshún.

Una vez dentro del Callejón es posible apreciar cuán colorido es ese sitio. Todo el lugar, incluso los edificios que lo rodean, está pintados con colores representativos de la cultura afrocubana. Sobre las fachadas abundan también frases, poemas, pensamientos de intelectuales y artistas cubanos como Fernando Ortiz, José Martí y Salvador González Escalona, escultor artífice del Callejón.

Allí también abundan instalaciones realizadas con todo tipo de objetos y materiales entre los que resalta el uso de los metales, consagrados también al orisha Oggún. El sincretismo de la santería cubana posibilita que, en el lugar, convivan representaciones de deidades cristianas que se han asociado al panteón Yoruba e, incluso, un santuario que representa la práctica del Palo de Monte, religión procedente del Congo. Resulta especialmente interesante para los visitantes, al final del recorrido, el trono de Shangó donde pueden tomarse fotos y pedirle al orisha por su protección, estabilidad económica, espiritual y por salud.

Por las razones antes descritas no debe asombrar encontrar en un mismo espacio del Callejón representaciones tan diversas como un maniquí, que simboliza a una deidad africana, junto a un pasaje del libro “El Principito” del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry cerca de un busto del Apóstol cubano José Martí.

EL SANTUARIO DE SAN LÁZARO EN EL RINCÓN

Al oeste de Santiago de las Vegas, un municipio localizado en la periferia al sur de la capital cubana, en el poblado “El Rincón”, está uno de los sitios más venerados del país: el Santuario Nacional de San Lázaro. Allí se alza una iglesia católica, en la que en varios altares o capillas pueden apreciarse santos como la Caridad del Cobre, la Inmaculada, la Virgen de Regla, Santa Bárbara y otros. Los cubanos acuden al recinto para pedirle a San Lázaro su ayuda en la curación de enfermedades y de todo tipo de males. El Papa Juan Pablo II estuvo allí, durante su visita a Cuba, en febrero de 1998.

En “El Rincón” se puede apreciar un proceso cultural muy peculiar: el sincretismo religioso. En el período colonial, los españoles impidieron a los esclavos africanos que adoraran a sus propios dioses y trataron de convertirlos, a la fuerza, al cristianismo. Ante las amenazas y la represión, los esclavos decidieron identificar, gradualmente, sus orishas de la religión yoruba con los santos del catolicismo. Entonces, a partir de este sincretismo, encontramos que el San Lázaro de los católicos es Babalú Ayé, un orisha que también cura enfermedades y su iconografía es similar: un anciano que anda en muletas y siempre lleva consigo a dos perros, que lamen sus llagas.

El 17 de diciembre es el día de San Lázaro y Babalú Ayé. Cada año, miles de creyentes se trasladan hasta “El Rincón” para agradecer o pedirle ayuda al santo / orisha. Estas peregrinaciones son impresionantes y en ellas es posible ver desde personas caminando en silencio, hasta otras  arrastrándose por el suelo, con cadenas y piedras enlazadas a sus tobillos.

TAMBOR DE CÁÑAMO EN PALMIRA

El poblado de Palmira, a solo 10 kilómetros de Cienfuegos, en el centro-sur del país, es conocido como uno de los lugares donde se mantienen vivas, con mayor intensidad, las religiones y cultos afrocubanos, bajo el nombre de Sociedades, muchas de ellas con más de un siglo de historia. Entre las más célebres están: Sociedad El CristoSociedad San Roque y Sociedad Santa Bárbara.

Las fiestas populares, en honor a los orishas, tienen fama internacional. En estos festejos resuenan con mucha fuerza los tambores de palo o cáñamo, característicos de esta región.

La principal festividad yoruba es la que se celebra el 4 de diciembre, en honor a Santa Bárbara, quien, fruto del sincretismo religioso, es el orisha Shangó, dios de la guerra, dueño del rayo, el trueno, el fuego, el baile y la música. Ese día, reconoce la televisora local Perlavisión, la virgen es “llevada en hombros y paseada por las calles del pueblo, pasando por las demás sociedades religiosas como San Roque y El Cristo. Muchas personas se agrupan para seguirla durante su recorrido al ritmo de tambores y cánticos, el color rojo es llevado en la ropa de muchos palmireños ese día, en ella participan personas de todo el país y del exterior”. Otro festejo importante en Palmira es la Fiesta Bembé, donde confluyen tambores, cánticos y danzas.

Con información de Y. Menéndez