En el buscador de Google, 528 mil resultados aparecen cuando se escribe la frase “Shakira bailando champeta”. Esto debido a que después de su presentación en el Super Bowl, la estrella barranquillera hizo historia al despertar la curiosidad mundial por este género musical popular en la región caribeña de Colombia.   

Aunque cabe decir que no es la primera vez que la champeta ha tenido su exposición internacional, pues en abril del 2018, el actor Will Smith se atrevió a bailar este cadencioso ritmo cuando grababa en Cartagena algunas escenas de la taquillera película Gemini Man.

En esa ocasión fue el propio Mr. Black, uno de los artistas referentes de la champeta, que acompañó al estadounidense cantando su éxito Cásate conmigo.

Estrellas locales como el actor Carlos Torres, protagonista de La Reina del Flow, también ha mostrado en video su buena técnica para bailar champeta, agitando el interés de sus seguidores por saber qué es la champeta.

Champeta, fenómeno cultural de la costa colombiana

Pero referirse a la champeta como un simple ritmo musical es desconocer los antecedentes históricos y culturales que la entrelazan. En la costa colombiana, principalmente en ciudades como Cartagena, Barranquilla y en el corregimiento de San Basilio de Palenque, primer pueblo negro libre de América Latina, la champeta es música, baile, arte, estilo de vida y un modo sonoro en la que sus habitantes celebran su gentilicio y sus raíces afro.

Estos son los antecedentes que trae a colación la historiadora María Inés Álvarez, una cartagenera que ha vivido lo que llama “la evolución” de la champeta. Para entenderla, hay que ir por partes.

La primera es su etimología, “que alude a los cuchillos que los campesinos negros usaban en San Basilio de Palenque durante sus actividades agrícolas. Mi abuelo los empleada en la siembra de los platanales”, le explica a PanamericanWorld Franklin Tejedor, director de Estrellas del Caribe, una agrupación que en lengua palenquera y castellana vocaliza la champeta. También llamada “terapia criolla”.

A mediados del siglo pasado, por su tez negra y por vivir en las periferias empobrecidas de Cartagena, a estos colombianos se les empezó a calificar como champetuos, dando paso una brecha de rechazo hacia estas comunidades que habitan Cartagena, agrega Álvarez.

En los 80, la champeta estaba asociada no solo con los estratos bajos de la sociedad, sino también a una danza “caliente, sensual, explosiva”, describe Tejedor. Ahora es posible una mirada internacional con la bailarina Lyz Dany Campo, que fue la encargada de entrenar a Shakira y dar un espectáculo de movimientos corporales que enfatizan la coordinación de las caderas y las piernas.

Volviendo a los 80, la champeta por último surgió como género musical, como fusión de sonidos ancestrales africanos, antillanos y del Caribe.

El exponente Young F trata de explicarla así: “Musicalmente se hace difícil de explicarla, pero no imposible, es el encaje de todo el trabajo musical que se ha hecho desde que comenzó a sonar en los años 80 con música traída del África. En el 2000 se le sumó dancehall y el rap, que llamamos ‘seca cinco’. La champeta lo permite todo”.

Los picós, termómetro del éxito o el fracaso de una champeta

Así como en los años 70, exponentes como Coke La Rock y Cowboy rapeaban en El Bronx para medir la aceptación del público ante este estilo musical emergente; los champeteros hacían lo propio en los 80 en las llamadas picós (pick up), encuentros de barrio en las que inmensas cornetas sirven para reproducir las canciones.

Son reuniones sociales de pobladores, en su mayoría afrocolombianos, que celebran con la música las penas y alegrías de su diario vivir, en calles, plazas o espacios públicos, pero que no siempre están reguladas por la ley. Parte de ello ha dado paso a ese estigma inseguridad con el que las picós danzan con la ciudadanía de la costa colombiana.

Pese a esta mala fama, muchas veces infundada, de esos parlantes grandes que brotan música en los picós, emergieron cantantes como Edwin Antequera Mercado, más conocido como el rey de la champeta, Mr. black, Elio Boom y muchos otros, entre vetos, bajones y tropiezos.

champeta
Mr. Black está considerado uno de los reyes de la champeta.

Cuarenta años después, aunque existan redes sociales y plataformas musicales como Youtube y Spotify, los picós siguen siendo el termómetro para medir la aprobación de la audiencia hacia los nuevos sencillos de la champeta. Entre más baile, más roce corporal y más euforia colectiva, más receptividad tiene dicho tema.

Por eso, muchos intérpretes como Young F, Boby Sierra y Kevin Flórez, siempre están grabando “en una industria que está muy bebé todavía”, como lo admite Flórez. Young F lo ejemplifica: “Grabas 10 canciones y solamente tienes seguridad de lo que va a pegar cuando suena en los picós”.

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Elio Boom y Mr. Black, los reyes champeteros de Colombia

En la champeta, literalmente, cualquier cosa sirve de inspiración. Incluso, los animes japoneses. Elio Boom popularizó a mediados de los 90 el tema Los Caballeros del Zodiaco. Actualmente, tiene una treintena de temas grabados.

Este hombre afrodescendiente es la viva estampa de la alegría de la champeta. Es espontáneo al hablar y no escatima en elogios por el ritmo que lleva en la piel: “Es sabrosura que se te mete en las venas. Incomprendida pero que invita a mover el cuerpo, a vivir la alegría”. Hablar de champeta, es hablar de Elio Boom.

Por otro lado, Edwin Antequera Mercado es menor de 12 hermanos y el “más oscuro” de todos. Eso inspiró su nombre artístico: Mr. Blak o lo que es español es “señor negro”.

Lleva 20 años de carrera artística. Ahora es conocido también como El Presidente, porque

Ha reinventado la champeta e internacionalizado el ritmo. Con su icónico tema El serrucho, ha cantado en Venezuela, Ecuador, México y Panamá. También en naciones europeas como Holanda, Bélgica e Inglaterra.

Actualmente, algunos compositores le han dado un toque urbano y hasta influencia del vallenato. Uno de los más conocidos por crear “champeta urbana” es Kevin Flórez, que siempre ha tenido en la mira la internacionalización del género y el apoyo a los nuevos exponentes, a través de su propio estudio de grabación en las afueras de Barranquilla.

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Young F, el rostro de la nueva generación champetera

Young F crea música desde el 2005 con el rap y el reggae. Pero su despegue en la champeta ocurrió en el 2012, cuando empezó a colaborar con las letras y presentaciones a otra estrella de la champeta: Kevin Flórez. 

Al año siguiente debutó en picós pequeños y se ganó la confianza de Chawala y Leo Iriart, una especie de gurús del movimiento, que lo motivaron a grabar La celosa, un éxito nacional durante ese año.

“Pero mi verdadero maestro fue Freezy Fromx (cantante y compositor), es mi maestro en la música. Le aprendí todas las costumbres a la hora de hacer música. Entrábamos al estudio y todo teníamos que componer en silencio. Fue una terapia religiosa viéndolo hacer música”, narra el colombiano, de 24 años, conocido por otros temas como Te veré caer y La que pone la marcha.

Sobre el mercado musical de la champeta, admite que es muy difícil, pues piensa que hay que luchar con las barreras culturales, invisibles pero poderosas. “En otras regiones lejos de la costa colombiana, la exigencias del público son duras. Aún hay cierta exclusión del género, porque se sigue pensando que está asociado con pobreza y delincuencia”.

Eso es uno de los motivos por los que Young F piensa que es tan complicado que la champeta se extienda por todo el mercado colombiano.

Sin embargo, el domingo 2 de febrero 2019, cuando vio bailando a Shakira al ritmo del soukous “que no es propiamente champeta”, despertó en Young F un compromiso más fuerte pues “ese show fue una oportunidad, pero no significa que vendrá todo el mundo a Colombia a buscar nuestra música de una vez”.

Teme que un extranjero “venga a la costa a buscar esa música y encuentre que la champeta no se parece a lo que se escuchó en el Super Bowl. Por eso, dice que hay que trabajar fuerte y no perder esa luz con sin Shakira no tendrían tan rápidamente y a eso “hay que sacarle provecho”, puntualiza.