El Museo de Arte Contemporáneo de Panamá nunca antes había recibido tantas visitas como aquel domingo. La fila de personas era tan larga que casi rodeaba el pequeño edificio.

Era el último día de la exposición “El color haciéndose” del artista franco venezolano Carlos Cruz-Diez, a la cual asistieron más de 40 mil personas. Una cifra que rompió records de asistencia según Luz Bonadies, directora ejecutiva del Museo de Arte Contemporáneo (MAC).

“Recibir una exhibición de esta magnitud, de un artista reconocido mundialmente como Cruz-Diez, significó un hito no solo para el MAC, sino también para nuestra comunidad, alcanzando cifras históricas de visitantes. Para nosotros como equipo fue un reto, pues tuvimos que adaptarnos para lidiar con tantos visitantes  a la vez, velando por la integridad de las obras y asegurando un recorrido de calidad para todos”, resaltó Bonadies.

El color haciéndose” fue la primera muestra comprensiva del artista llevada a cabo en Centroamérica, preparada por el taller Articruz y el MAC. Reunió las distintas obras de Carlos Cruz-Diez, entre las más recientes y las más emblemáticas, a lo largo de los últimos 60 años de su carrera.

Imágenes de la sala de cromosaturación y el ambiente cromointerferente, que invitaban al visitante a interactuar para percibir el movimiento y la evolución del color, saturaron las redes sociales durante los casi dos meses que duró la exposición.

Carlos Cruz-Diez Panama
Mario Gallery es la cara comercial del grupo Articruz en Panamá. Allí se venden las obras de Cruz-Diez y también la de otros artistas. Foto: Rafael Guillén/Articruz.

Un homenaje de despedida a Carlos Cruz-Diez

Contar con la participación de tantas personas fue el mejor homenaje que pudo haber recibido el maestro, dice Joel Bracho, gerente de comunicaciones del taller Articruz. En julio de este año, mientras transcurría la exhibición, Cruz-Diez falleció a los 95 años de edad en París, su segunda casa. La ciudad a la que decidió mudarse con su familia a mediados de los años sesenta para desarrollarse como artista.

Carlos Cruz-Diez nació en Caracas, Venezuela, y es uno de los protagonistas del arte óptico del siglo XX, gracias a sus investigaciones y estudios sobre el color. Hoy en día sus obras se aprecian de manera permanente en los más prestigiosos museos alrededor del mundo.

En el año 2009 estando entre Paris y Venezuela, el maestro decidió mudar su taller ubicado en Caracas a Panamá. Fue el país que eligió para continuar atendiendo sus compromisos desde un punto estratégico, en el centro del continente.

Así nació Articruz, un proyecto familiar pensado no solo como un centro de producción, sino también capaz de ofrecer sus servicios a artistas nacionales y extranjeros. Más de treinta han pasado por allí para recibir el apoyo que necesitan en la construcción de sus obras, agrega Bracho.

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Panamá, el tercer hogar de Cruz-Diez

El calor y el cariño de los panameños abrazaron a Carlos Cruz-Diez y lo hicieron sentir como en casa. Sus largas temporadas en el país también eran un pretexto para escapar del frío parisino y compartir con su familia.

Su hijo y su nieto se encargaron de darle forma a Articruz, un enorme taller que abarca áreas de impresión, corte, soldadura, arquitectura, ensamblaje y montaje. También tiene una unidad audiovisual y de documentación.  

Personajes como el cantante Miguel Bosé, la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada y el beisbolista Omar Vizquel tuvieron la oportunidad de visitar Articruz y conocer a Cruz-Diez, a su paso por Panamá

“El propósito fundamental fue mover el taller a Panamá para salir de Caracas, por la situación crítica de Venezuela, y producir arte aquí, pero Cruz-Diez desde siempre trabajó con otros artistas más pequeños. Eran sus asistentes, pero también producían su propia obra en el taller de Cruz-Diez. Mucha gente le llama “Maestro” por eso, por ese aprendizaje. No estamos hablando de que aprendieron a hacer la obra de Cruz-Diez, sino a estructurar un discurso, a organizarse como creadores, utilizar una determinada metodología y ética de trabajo”, dice Bracho.

Carlos Cruz-Diez Panama
La Cromovela es una obra hecha de acero, diseñada para soportar el clima panameño, así como el salitre. Está ubicada en la ciudad capital, muy cerca del mar. Foto: Rafael Guillén/Articruz

Aporte a la arquitectura urbana

Bracho, quien trabajó de la mano con Cruz-Diez en sus últimos años, lo recuerda como una persona sumamente inquieta, con un ritmo de vida imparable y un itinerario que incluía un vuelo a Madrid, otro a Miami y luego de vuelta a Panamá, sin olvidar pasar por Paris. La edad nunca fue un impedimento para seguir haciendo lo que le gustaba.

“Se movía e irradiaba arte, inventaba proyectos y también le solicitaban muchos. Llegamos a Panamá con ganas de aportar en el desarrollo de la cultura y fue por eso que Cruz-Diez diseñó varias obras en el espacio público. Su gran pasión era integrar el arte con la arquitectura porque está a la vista de todos, por eso hay tantas de sus obras en la calle, en más de 100 ciudades del mundo”, apunta Bracho.

La cromovela, una estructura vertical de 11 metros de altura instalada en la Cinta Costera III, fue un diseño que donó el artista a la ciudad cuando se inauguró este importante corredor vial y peatonal. La pieza cambia de forma y color a medida que el observador se desplaza.

En 2016 quedaba listo el edificio Kenex Plaza, cuya fachada es una cromoestructura de Cruz-Diez que recubre tres pisos del estacionamiento. Ha sido hasta ahora una de las obras de mayores dimensiones construidas por el taller Articruz. Un ejemplo de cómo el arte se integra con el espacio urbano de manera armoniosa. 

Además de eso diseñó unos pasos peatonales en el parque Omar Torrijos. Una obra efímera, cuyo fin fue causar un impacto temporal en los transeúntes. Un edificio en la zona residencial de Punta Pacífica también tiene un pedacito de su arte y en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá hay una cromoestructura que se extiende a lo largo de 60 metros, como parte de la reja perimetral del edificio. Esta obra, inaugurada en 2017, fue la última en la cual participó personalmente Cruz-Diez estando en Panamá.

Carlos Cruz-Diez Panama
El maestro Cruz-Diez trabajando desde el taller Articruz, junto a su hijo Jorge Cruz-Diez a su lado izquierdo. Foto: Rafael Guillén/Articruz

Una empresa familiar

Articruz es solo una muestra del aporte de Cruz-Diez en Panamá. Además del taller el grupo Articruz incluye Marion Gallery, un espacio donde se comercializan las obras del artista y a la vez se exhibe el trabajo de otros y Kromya una tienda de objetos de diseño, en la cual también se venden ejemplares de algunas obras. Este último concepto está ubicado en un conocido centro comercial de la ciudad, con el fin de ser más accesible al público.

“Vinimos a participar de lo que estaba ocurriendo en Panamá, trajimos toda la experiencia y el recorrido de Cruz-Diez, a quien le gustó mucho el país, para hacer proyectos, eventos, montar exposiciones, apoyar a otras artistas. El maestro dictó charlas, conferencias. Fue feliz mientras estuvo en el país. Dejó una huella grande en el ámbito cultural panameño. Ya veremos el alcance que tendrá todo esto en el futuro, mientras tanto seguimos trabajando en la preservación de su legado y en hacer cultura”, asegura el Gerente de Comunicaciones de Articruz.

Desde el taller y la galería en Panamá, el atelier de Paris, la Cruz-Diez Art Foundation con sede en Houston, y cualquier otro rincón del mundo, la familia Cruz-Diez se mantiene unida trabajando por resguardar la herencia del maestro, sus investigaciones y múltiples expresiones artísticas llenas de color.

Para Luz Bonadies, directora del MAC, no hay discusión. Afirma que Cruz-Diez tuvo un impacto positivo en la cultura de Panamá en estos últimos diez años. “Tanto por la importancia y el aporte de su trabajo de investigación  sobre el color, que ha sido vital para el proceso creativo de artistas locales, como por la presencia de Articruz en el país que ha inspirado a muchos en la realización de sus obras”.