El barrio de San Isidro, en el corazón de La Habana Vieja, fue conocido en la primera década del siglo XX como la “zona de tolerancia” más importante de la capital cubana. Por sus calles estrechas paseó Alberto Yarini, el proxeneta más famoso de la isla, cuyo asesinato, en 1910, provocó un conflicto armado por el control del lucrativo negocio de la prostitución. Pasó el tiempo y los bares y prostíbulos cedieron su espacio a miles de viviendas.
Hoy, en esa populosa barriada, que sigue manteniendo una alta densidad poblacional y en la que las casas luchan contra el tiempo y la desidia para mantenerse en pie, el arte ha llegado para reclamar un espacio. Allí, exactamente en la calle San Isidro, número 214, entre Picota y Compostela, es posible visitar uno de los proyectos culturales más interesantes de esta Habana cosmopolita: la Galería Taller Gorría (GTG).
La idea de este proyecto cultural fue del muy reconocido artista Jorge Perrugorría, el mejor actor de las últimas décadas en Cuba; aunque es su hijo, Adán, de 20 años, el que tiene a su cargo la gestión de este emprendimiento.
PanamericanWorld estuvo en GTG y conversó con Adán Perrugorría, un joven pianista que habla con pasión de este proyecto cultural, al que dedica gran parte de su tiempo.
¿Cuándo surge GTG?
— La Galería abrió oficialmente en septiembre de 2016. GTG surge como una idea de mi padre, Jorge Perrugorría. Esto antes era una panadería del barrio de San Isidro, que le daba servicio a más de 7000 personas y que estaba en un estado constructivo muy crítico. Nosotros, como iniciativa privada, compramos la parte superior de la panadería, que era una propiedad, y ahora estamos convirtiendo en un hostal y un restaurante en la terraza.
Vimos que este era un espacio maravilloso y decidimos hablar con la Oficina del Historiador de La Habana. Mi padre se reunió con el Dr. Eusebio Leal, y se creó un acuerdo para habilitar otro espacio que ocuparía la panadería, a solo dos cuadras de aquí. Nosotros reparamos ese local, lo dejamos nuevo y pusimos el equipamiento. Esa panadería abrió en octubre del año pasado. Como parte del acuerdo, la Empresa de Pan y Dulce cedió la propiedad donde antes estaba la panadería a la Oficina del Historiador y esta nos concedió este espacio.
Es la primera Galería que surge en esta zona de La Habana Vieja como espacio expositivo de arte contemporáneo, con una gestión privada. GTG es un proyecto cultural, comunitario, que busca tener un impacto social en el barrio de San Isidro, que es la punta del Casco histórico de la capital cubana y una de las partes menos atendidas por la Oficina del Historiador, a partir de que en esta zona no hay estructuras arquitectónicas de un valor patrimonial, ya que casi todas son viviendas.
La idea es buscar maneras para que artistas lleguen a este barrio, que todavía tiene muchos espacios demolidos o en mal estado constructivo, y construyan aquí sus estudios. Nosotros estamos haciendo arte en la calle. Tenemos proyectos de pintar murales en varias calles. Nos gustaría traer a este barrio el distrito de arte, que ahora está en el Vedado, donde hay varias galerías cerca y las personas interesadas en arte pueden verlas todas. La idea es hacer eso aquí, que puedan caminar y ver el arte en la calle.
GTG también produce conciertos; además, hicimos un taller de arquitectura y urbanismo para niños dentro de nuestra instalación y, como cierre, los llevamos, en un ómnibus, a conocer un poco más su ciudad. Queremos hacer otros talleres, cada dos meses. El próximo será sobre historia del arte, centrado en la música cubana.
¿Qué exposiciones han tenido?
— Antes de que estuviéramos abiertos totalmente, empezamos con exposiciones que llamamos “Asambleas”, que hizo mi padre. Eran reuniones de amigos artistas que traían sus obras y las exponían aquí.
Antes de la actual exposición de Henry Eric Hernández, tuvimos una de Carlos Quintana y otra exposición colectiva, “Arigato”, centrada en la influencia del arte japonés en el arte contemporáneo cubano, que fue en noviembre del año pasado.
¿Cómo hacen para atraer a nuevos artistas?
— En GTG estamos abiertos a todo tipo de arte. Recibo los proyectos y los consulto con diferentes personas, como el curador de arte David Mateo o con grandes artistas como René Francisco o Carlos Garaicoa. También estoy trabajando con la Galería “El Apartamento”. Ya tenemos reservada GTG con proyectos para todo 2017 y 2018 está bastante lleno.
¿De qué forma manejan la comercialización?
— Se venden las obras que están en las exposiciones, aunque el fin de GTG no es el monetario. Es un proyecto filántropo que tiene una galería, que tendrá una sala de teatro que pensamos construir, una biblioteca. Queremos que GTG sea un proyecto cultural que tenga diferentes espacios, con todo tipo de arte.
GTG se complementaría con un proyecto privado, que también lidero, que se encuentra en la parte superior de la galería. Es un hostal, en el que cada habitación va a ser curada por artistas noveles, que no han podido todavía exponer. La idea es que en cada habitación haya exposiciones de estos jóvenes artistas y puedan tener acceso a una visibilidad mayor.
¿Cómo valora el arte cubano de hoy?
— El arte cubano está en el boom ahora mismo. Se está vendiendo muchísimo en todo el mundo. El arte visual es el que está teniendo más acceso a otros mercados. En todas las ferias internacionales hay arte contemporáneo cubano y se vende. En todo esto también ha influido el proceso de apertura del país y las nuevas relaciones con Estados Unidos.
¿Qué tal la experiencia con la filmación de la película “Rápido y furioso VIII” en La Habana?
— Mi rol esencial fue el de line producer, en la gestión de hospedajes, hoteles. Tenemos una especie de agencia de viaje, “Abanico”, en la que mostramos otra ciudad, en la que llevamos a nuestros clientes a otros lugares donde habitualmente no irían.
La idea es traer gente que quieran involucrarse en la ciudad y realizar aquí todo tipo de proyectos, sociales, económicos, privados. Presentamos propuestas de financiamiento para proyectos culturales y también hemos realizado TED Talks.
— En diciembre de 2009 fue invitado por Ernán López-Nussa a grabar “Al paso de Adán” e “Invierno en La Habana”, en su disco de jóvenes pianistas. ¿Cómo es su relación con la música?
Tenía 11 años y fue mi primera introducción al mundo real de la música. Mi mayor interés en ese momento era el piano clásico. Con el paso del tiempo ese gusto fue cambiando y ahora lo que más me interesa es el desarrollo de proyectos. Con mi hermano tengo una banda, “Nube roja”, que es un grupo de pop funk. Ya hicimos el primer disco (“Dibujemos el camino”), de manera independiente, con el productor Andrés Levin, quien tiene dos premios Grammy. A este disco le fue bastante bien, realmente, para ser el primero del grupo. Estuvimos pre-nominados a los Grammy y pueden encontrarnos en Spotify, iTunes, en diferentes redes. Ahora mismo estamos en la producción del segundo disco, que pensamos sacar en dos meses.
¿Qué necesitas, como joven emprender en Cuba, para seguir adelante con tus proyectos?
— Cuando empecé con el proyecto de GTG hace más de un año y medio tenía temor de que no fuera a resultar, porque todas estas cosas son nuevas y todavía no están maduras para el país en temas legales y de infraestructura. Pero realmente he hecho un trabajo muy interesante con toda la gente del gobierno de La Habana Vieja, sobre todo con el gobierno del barrio y hay una colaboración muy interesante que me ha sorprendido muchísimo. La gente quiere hacer cosas y lo único que les falta es empezar a hacerlas.
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