La principal razón por la que una startup fracasa es porque sus fundadores no han sabido dirigir su negocio como si fuere su negocio.

Así lo afirma Scott Hoover, experto financiero, que ha aplicado sus conclusiones sobre la trayectoria de las startups a partir de sus propias experiencias personales.

Para Hoover, este grave error ocurre cuando el propietario o los propietarios no están anclados en la realidad financiera. En cambio, están enamorados de otra cosa. Es decir, se obsesionan con su producto, con su idea, pero se olvidan del mercado.

Muchos emprendedores se obsesionan con la visibilidad, con participar en conferencias y encuentros de startups, con mostrar al exterior una imagen que a veces no corresponde con la realidad de su empresa ni siquiera de ellos mismos.

Pueden estar construyendo su reputación como ejecutivos exitosos en la comunidad. Podría ser algo material, como tener una elegante oficina o una espléndida red de vehículos de empresa.

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El fracaso empieza despreciando las señales rojas

Los dueños de negocios impulsados ​​por estas métricas generalmente creen que su compañía es excelente, sin importar lo que indiquen los resultados financieros. Este error de concepto suele ser el inicio del final de una empresa.

Aquí hay algunos signos clásicos de que un negocio no se está ejecutando como un negocio:

  • Escaso enfoque en los estados financieros. Las finanzas mensuales no están preparadas en absoluto, o se examinan de pasada. Se hacen pocos esfuerzos para que los informes financieros sean precisos o confiables.
  • Responsabilidad limitada. Los empleados operan con orientación o supervisión directa limitada. A menudo, uno o más empleados de alto nivel tienen un rendimiento inferior pero al propietario no parece importarle, o deja actuar sin tomar medidas.
  • Un equivocado sentido de derecho. Los fundadores de startups a menudo ven los beneficios de la empresa que reciben (salario, vehículo, vacaciones, viajes corporativos, etc.) como su «derecho» como propietarios de un negocio. Se establece poca conexión entre el rendimiento financiero y las ventajas del propietario, tal vez porque el rendimiento financiero no se está midiendo.
  • Mala comprensión del retorno de la inversión (ROI) y el riesgo. Las decisiones tienden a basarse en sentimientos o costos iniciales. Se piensa poco en sopesar los riesgos y los rendimientos a largo plazo de una manera lógica.

El fracaso no siempre es un camino sin retorno

Tal vez estás pensando: si un propietario no es bueno en estas cosas, ¿es posible delegar esta responsabilidad a otra persona? ¿Funciona contratar a un CFO o gerente de operaciones para garantizar que el negocio se ejecute como un negocio?

Aquí está la respuesta irónica:

Los dueños de negocios que realmente manejan sus negocios como un negocio, son los que tienen más probabilidades de delegar en un gerente de operaciones.

Los propietarios que no están anclados en la realidad financiera a menudo luchan por ver el valor de contratar a alguien que los ayude a administrar el negocio como un negocio.

Tienen que preocuparse por las métricas financieras y permitir que los resultados financieros y los cálculos influyan en las decisiones clave.

Los detalles contables pueden y deben subcontratarse a expertos financieros, pero el propietario debe tener muy claro que tiene que gestionar su negocio como un negocio, ya que la cultura de la empresa sigue al propietario.

Eso no significa que un propietario que no sea «un fanático de los números» esté automáticamente en el camino al fracaso. Significa que si son inteligentes, identificarán la debilidad y buscarán ayuda y capacitación para mejorar.

La ruta hacia el fracaso no tiene que considerarse siempre como un camino sin retorno. Se puede corregir si se toman las decisiones adecuadas de una manera crítica, audaz y honesta. Como la mayoría de los problemas, hay una solución para aquellos que están humildemente dispuestos a aprender.