Los emprendedores en Cuba tienen motivaciones parecidas al resto del mundo, pero características distintas, enfrentan riesgos que no imaginaríamos en otros espacios y, por lo tanto, su capacidad de innovación es también única. La historia de los emprendedores detrás de las conocidas “Clínicas del Celular”, en La Habana, muestra cómo se puede abrir espacio a la creación y al emprendimiento en una Isla donde Internet y sus dispositivos asociados son todavía, a pesar de los avances, una realidad a conquistar.

Javier Ernesto Matos estudió Informática y Diseño Industrial –aunque prefiere la parte mecánica de los celulares- y tiene en común con otros emprendedores cubanos haber partido de cero ante nuevas necesidades.


Javier Ernesto Matos. Foto: Beatriz Rosales

— ¿Cómo surgieron las Clínicas del Celular?

Un amigo de nosotros comprendió que, en Cuba, al principio del uso de los teléfonos celulares, no había lugares donde arreglarlos. Entonces vio que había un nicho en el mercado y dijo: “Voy a empezar a hacerlo yo”. Y así surgió el primer taller.

— ¿Cuántos talleres tienen ahora?

Somos cuatro Clínicas del Celular, pero cada una tiene su propio dueño. Somos 4 talleres distintos, aunque trabajamos como una sola empresa. Nosotros nos reunimos todos los sábados y vemos lo que hicimos, lo que podemos hacer. Somos amigos, siempre lo hemos hecho todo juntos, en la escuela, en las fiestas, en lo bueno y lo malo. Por eso cuando decidimos hacer esta idea poco a poco nos fuimos ayudando unos a los otros hasta crear esto que tenemos hoy.

— ¿Cuáles fueron las principales dificultades al principio?

La principal dificultad que teníamos entonces es la misma que tenemos ahora: las piezas. Es decir, no tenemos ningún lugar aquí en Cuba donde comprar las piezas. Todas tienen que ser traídas del exterior o reutilizadas de otros teléfonos que se rompen. Cuando nos hicimos trabajadores por cuenta propia nos dijeron que iban a crear un mercado mayorista, donde íbamos a poder comprar piezas o herramientas que necesitáramos a un precio módico, para nosotros entonces poner la mano de obra, el montaje y todas esas cosas a los clientes, pero seguimos sin tener esa tienda mayorista.

— ¿Pueden importar desde otros países?

No, pero por ejemplo yo tengo familia en el extranjero y me dicen: “¿Quieres que te mande un pullover nuevo?”. Y yo les digo que no, que me manden una cinta de tal cosa, o una batería de tal cosa, y un display de aquello. O las consigo con alguna amistad que viaja, o por los mismos clientes que traen sus cosas. Es lo único que podemos hacer.

Por ejemplo, mira ahora mismo lo que estoy haciendo. Desarmé completo este iPhone y le estoy haciendo un cambio de carcaza, porque es de un cliente que es ciclista, se cayó, se le jorobó toda esta parte de atrás y entonces no hacía contactos, así que hay que cambiársela. Y esta carcaza que le pongo para que vuelva a funcionar bien era de otro cliente que tuvo una rotura mayor y decidió que le salía más barato comprar otro teléfono, y me vendió el roto como piezas. Salen ganando todos.

— ¿Cuántos clientes atienden al día?

Hay días que atendemos 100 celulares, pero no para arreglarles el hardware, sino porque hay mala cobertura y hay que cambiarles el sistema de red, o reiniciarlos, cosas así, o sencillamente les diagnosticamos el problema, que eso es gratis; y hay otros días que sí tenemos 10, 15 o 30 reparaciones diarias en la parte mecánica. Eso depende.

— ¿Y los precios?

El servicio más barato que tenemos es de 2cuc o 50 pesos en moneda nacional, que puede ser el corte de una tarjeta SIM, o un reajuste del teléfono, o algún mantenimiento que necesite. Hay servicios más caros, según la pieza que necesiten, o lo complicado que sea en la parte del software.

— ¿Cómo organizan el trabajo aquí?

Aquí me dedico a la parte mecánica. Me gusta más, porque es electrónica básica, es diagnosticar problemas, y me defiendo más ahí que en la programación como tal. Aquí cada cual atiende lo que le toca. En esta parte izquierda mi ayudante y yo atendemos todo lo que sea mecánico, y del otro lado hay un informático con su ayudante que atiende el software, es decir, cambiarles el idioma a los teléfonos, desbloquearlos para que funcionen en Cuba, los “ruteos” de las wifi, o instalar aplicaciones nuevas.

— Además de reparar celulares, ¿tienen algún otro servicio?

Sí, nosotros programamos software, creamos aplicaciones que nos pide algún cliente. Nos han encargado contadores de números, por ejemplo. Hay cafeterías o restaurantes que quieren promocionar sus ofertas a sus clientes fijos, y nosotros le diseñamos un software que les permite insertar un número en un bloc de notas y así lo incluye en una lista de clientes que cuando ellos mandan un mensaje global les llegue a las personas que van a ese negocio y que pudieran estar interesadas en las ofertas nuevas. No es nada de gran envergadura, pero es una opción de soluciones que tenemos disponible para el sector por cuenta propia.

— ¿Cómo valora el desarrollo tecnológico y de conectividad en Cuba?

Entre más desarrollo de la conectividad en Cuba más nos beneficiamos nosotros, porque vienen clientes que antes no tenían cómo comunicarse vía Internet  y ahora sí necesitan tener esas opciones disponibles en sus teléfonos, necesitan más aplicaciones o actualizar el software para que le sirvan nuevas aplicaciones, y de todo eso nosotros nos nutrimos. Los usuarios que tenemos aquí en Cuba no son avanzados, es decir, que no están familiarizados, y entonces necesitan asistencia y vienen a nosotros para saber qué hacer con sus sistemas operativos, por ejemplo.

Texto y fotos: Beatriz Rosales Vicente / PanamericanWorld / La Habana