Sin pretender entrar en profundos análisis económicos, a todas luces la crisis venezolana se muestra hostil a la operatividad empresarial: leyes, reglamentaciones, decretos atentan contra de cualquier inversión local y, mucho más, si se trata de un nuevo negocio.  El riesgo país es tan elevado que cabría preguntarse quién pudiera ser tan osado como para emprender bajo condiciones tan desfavorables.  Lo cierto es que estos matices agoreros se contraponen con la creciente actividad del ecosistema de startups venezolanas. El emprendimiento nacional, que se enfocaba hace tres años únicamente en temas sociales,  se logró adaptar a la tendencia digital que marca pauta en el mundo, con ideas de valor que están generando fuentes de empleo e importantes cambios en los mercados.

Ante esta nueva realidad, iniciada por la aceleradora Wayra, el sector se ha diversificado con la aparición de otras incubadoras como HubCaracas, la reactivación de parques tecnológicos y la organización de eventos como el Caracas Startup Weekend, el Caracas Game Jam o el Hackaton de ciudades inteligentes que han ampliado el ancho de banda del emprendimiento.

Tan sólo la aceleradora Wayra ha sido receptora, desde 2012, de más de 1900 ideas de negocio y ha logrado incubar con éxito 29 proyectos, de los cuales más de la mitad tiene operaciones comerciales activas y cuatro startups han alcanzado la internacionalización, lo que refuerza la tesis de que “las crisis son una oportunidad que promueven la innovación y la creatividad”, según su director Gustavo Reyes.

Y es que la cantidad de problemas no resueltos abre nuevas ventanas para el emprendimiento. “Hay una transformación digital que está afectando las industrias, que está impactando la manera como vivimos, como nos comunicamos y es justamente allí donde pueden surgir ideas de valor. Hay mercados y también necesidades, así como la absoluta capacidad del país para producir talento orientado a emprender”, explicó Reyes.

Según relató, los equipos que inicialmente aceleró Wayra estaban muy encauzados al comercio electrónico. Hoy, gracias a esa adaptación digital, son capaces de desarrollar aplicaciones, lo que demuestra que ha habido un proceso de madurez que propicia la generación de más ideas disruptivas que apuntan hacia el éxito.

Una propuesta de valor que genere cambios

Para Reyes, las crisis son como las monedas, tienen dos caras.  En ese sentido la recomendación que hace la aceleradora a los emprendedores ha estado orientada a pensar en grande; a contar con un equipo capacitado para llevar adelante la idea; y a hacer pruebas reales en el mercado que permitan ajustar adecuadamente antes de ejecutar.

“El venezolano es un emprendedor ambicioso, aspiracional, que busca tener acceso a lo mejor, que busca oportunidades para que su negocio crezca. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que hay muchas personas que dan vida a un proyecto por necesidad, por la situación del país, pero mientras ese proyecto se quede en el ámbito personal, no genere empleos, ni cambios importantes en la sociedad, no será considerado un emprendimiento”, subrayó.

Gustavo Reyes, director de Wayra en Venezuela.

En ese sentido, el éxito de una startup que se inicia en un país en crisis pasa por considerar inicialmente si su propuesta es de valor, es decir, si en efecto resuelve un problema; acto seguido, definir el sentido monetario o la factibilidad de comercialización de esa idea; evaluar el comportamiento del mercado al que se orienta; cuán diferenciable y escalable es; así como las capacidades y compromiso del equipo que está detrás.

Gracias a la propuesta de valor de Wayra y a la posibilidad de ser un laboratorio para los emprendedores, varios de los equipos venezolanos acelerados han alcanzado la atención de inversionistas extranjeros que les han ayudado a impulsar su internacionalización. “Disenia (que opera actualmente en Chile, México y Venezuela), Trix and trax, Tu motorizado y RingTu fueron aceleradas también por Startups Chile y están comercialmente activas en ese país, mientras que Academia funciona en Lima y PCAudi en Miami”, destacó Reyes.

En ese sentido, y de acuerdo a la aceleradora, los criterios para definir un negocio tienen que ver con el nivel de tracción comercial de los emprendedores, es decir, ese volumen de clientes que pagan por el bien o servicio; y en segundo lugar, el nivel de inversión. “Y ese es justamente un punto clave de los emprendimientos. Hemos tenido inversionistas interesados en startups venezolanas, pero con montos limitados (menores al millón de dólares) debido, en parte, a la crisis nacional”, informó.

Desde su óptica, hay dos categorías para clasificar los emprendimientos, una que tiene que ver con el resultado de los negocios que puede generar una startup; y otra vinculada con el talento. “Argentina, Chile, Brasil y España están en un primer nivel en ambos casos. Los equipos venezolanos también son de primer nivel, pero aún nuestra realidad no cuenta con el potencial comercial de los negocios”, manifestó.