Gregory Biniowsky quizás sea uno de los canadienses que más y mejor conozca a Cuba. Este abogado, asociado ahora con el bufete Gowlings, lleva viviendo aquí más de 24 años. Su hija y esposa son cubanas y él asegura sentir como canadiense y cubano, no como un canadiense que trabaja en Cuba. Ese amplio y profundo conocimiento sobre la idiosincrasia de este país le ha permitido asesorar durante más de una década a diversos proyectos de inversión extranjera o cooperación internacional, procedentes no solo de Canadá.
Desde su oficina, que también forma parte de su hogar, puede verse la Lonja del Comercio y, detrás, parte del Malecón. Es un sitio especial, en La Habana Vieja, y, aunque tal vez no sea necesario, porque Gregory es un excelente comunicador, la comodidad de la casa ayuda a que el diálogo fluya fácilmente.
PW.- ¿Qué pueden esperar de Cuba los potenciales inversionistas?
GB.- Cuba es un país sui géneris. No es tan “investor friendly”, como México o Colombia, por ejemplo, que han hecho una legislación que facilita la inversión, casi sin otras prioridades. Cuba no es un país fácil. Aquí hay un gobierno nacionalista, que todavía tiene mucho interés en regular y controlar la economía. No es un gobierno que ha entregado su economía al mercado libre a ver qué sale. Esto creo que es bueno. Hoy muchos países de Latinoamérica tienen gobiernos de izquierda, porque los ciudadanos rechazaron el modelo neoliberal que planteaba “dejar que el mercado decidiera”. Creo que es positivo que el Estado se mantenga fuerte y juegue un rol regulador.
El inversionista canadiense que está interesado en Cuba tiene que estar preparado para un país donde las prioridades son muy diferentes a las de otras naciones. Aquí lo social es más importante que lo económico. Trato de sensibilizar al empresario canadiense con eso. Todavía Cuba está en el proceso de pulir, mejorar y perfeccionar su sistema legal respecto a la inversión extranjera. La nueva Ley de inversión es un avance con relación a la anterior, aunque creo que hay cosas que se deberían mejorar, entre ellas, por ejemplo, la contratación directa de trabajadores; pero esas son cuestiones políticas del Estado cubano. El inversionista tiene que entender que Cuba no tiene muchos años de experiencia con la inversión extranjera. Está todavía en un proceso de aprendizaje.
PW.- ¿Qué les dice a sus clientes?
GB.- Cuba es un país difícil y complejo; pero tiene varias características muy atractivas que, básicamente, neutralizan las desventajas. Entre las ventajas está que la población es la más educada en las Américas. Existe una gran cantidad de profesionales disponibles para contratar. En otros países tienes que pasar mucho trabajo buscando gente calificada. Este es un país donde la corrupción de alto nivel es bastante baja, comparado con otros países. La organización Transparency International, que clasifica a las naciones de acuerdo con el nivel de corrupción, coloca a Cuba en un lugar positivo en la lista y esto es bueno para los inversionistas.
Cuba es un país seguro y estable políticamente. Pero las dos cosas más atractivas del mercado cubano son que, primero, el gobierno ha reconocido que necesita una reestructuración económica fundamental, para lograr más eficiencia e incentivos. Es una aproximación pragmática. Cuba ha dicho al mundo que necesita dos mil millones de dólares anuales de inversión extranjera para mantener niveles de crecimiento, y segundo, los Estados Unidos dentro de poco van a levantar el Embargo contra Cuba, desatando mucha actividad económica en la Isla.
PW.- ¿Trabas para la inversión foránea?
GB.- A veces la barrera es la burocracia. En ocasiones salen iniciativas desde el liderazgo político más alto en Cuba, pero cuando llega la implementación, merma un poco, porque la burocracia demora más en cambiar. No obstante, veo a un gobierno con una voluntad para hacer los cambios pragmáticos para mejorar la economía. Siempre digo al cliente: olvídate del cambio de régimen o conversión al capitalismo neoliberal. Creo que el caso de Cuba será más parecido al de Vietnam, o sea, una evolución de más pragmatismo económico. La parte política evolucionará mientras mejoren las relaciones con Estados Unidos.
PW.- ¿Perspectivas después del 17D?
GB.- La parte económica evolucionará. Este es un país que por 25 años de Período Especial su economía estuvo en estado de supervivencia y todavía no ha recuperado los niveles de dinamismo de los años ochenta. Ahora está viendo el comienzo del fin del Embargo estadounidense. Cuando este Embargo sea eliminado, eso liberará una fuerza económica que impulsará a Cuba. Eso es inevitable.
Las proyecciones indican que cuando se levanten las restricciones de viaje de los Estados Unidos, que no es el Embargo, la llegada de estadounidenses alcanzará los tres millones anuales, por encima de lo que recibimos ahora. Cuba no está lista para eso, necesita inversión y comercio en gran escala para prepararse.
PW.- ¿Por qué invertir en Cuba ahora?
GB.- Existe una oportunidad de 2 a 5 años. En este período creo que el Congreso de Estados Unidos eliminará el Embargo y vendrán las empresas estadounidenses con todo su capital y, por tanto, crecerá la competencia. Entonces este es el momento para las empresas canadienses de invertir en Cuba y comenzar a hacer negocios. Lo anterior lo sustento en varias razones: primero, el gobierno cubano es quien decide, al final, quién invierte y quién no. Uno de los filtros principales es el político. Las autoridades tienen que confiar en el inversionista. Esto es una cosa que demora.
El inversionista puede venir con la mejor propuesta de negocio, con una cuenta bancaria enorme, pero si el gobierno cubano no confía en él, no van a hacer negocios. Cuba es un país muy cauteloso. Entonces los inversionistas tienen que comenzar ahora a familiarizarse con el terreno y la idiosincrasia cubana. Esto también demora en aprenderse. Comiencen ahora, porque es un proceso lento y, cuando se levante el Embargo, ya tendrían sus negocios funcionando. Esto significaría una ventaja sobre los americanos.
PW.- ¿Crecerá la economía de Cuba?
GB.- La economía cubana va a despegar. Primero con el turismo, pero también porque este es un país que tiene más educación y recursos humanos que ningún otro de la región. Además, está la Zonal Especial de Mariel, que será uno de los lugares más atractivos para la manufactura de valor añadido. Una maquiladora, donde la gente está haciendo ropa u otros productos sencillos, como sucede en tantos otros países de la región, en Cuba no tendría tanta importancia; pero cosas de biotecnología, ingeniería, y otras actividades con gente de alta preparación técnica y profesional, que son más valor añadido, sí funcionarían. El turismo será el empujón, pero después habrá otros sectores que también serán interesantes. Cuba es la mayor isla del Caribe, con una enorme cantidad de tierra fértil, que no se está aprovechando por la escasez de capital y de inversión.
Cuba no es un país fácil para invertir, pero vale mucho más la pena. Tú puedes invertir en otro país latinoamericano y es fácil; pero, después, ¿qué? No hay espacio para crecer. Quedan allí estancados, porque para crecer una nación necesita educar a su pueblo y eso demora generaciones. Tiene que eliminar la corrupción y la violencia y todo eso es muy difícil. Esos países están al tope; mientras Cuba está en la pista de despegue, porque tienes esas cosas sociales resueltas. El inversionista en Cuba tiene que ser de largo plazo. Aquí no hay dinero rápido. No hay caminos cortos. Hay que jugar con las reglas de Cuba; pero siempre digo a mis clientes, mira al país, su potencial. Vale la pena, a pesar de los pesares.