El béisbol es una pasión compartida entre Cuba y Estados Unidos. El deporte nacional en estos dos países ha sido una de las piezas con varios movimientos en el ajedrez diplomático que juegan La Habana y Washington, desde el deshielo en las relaciones, iniciado el 17 de diciembre de 2014.

En las últimas dos décadas varios peloteros cubanos han firmado contratos millonarios con diferentes equipos en Grandes Ligas. En otros países de la región, especialmente en República Dominicana, más de 200 jugadores cubanos esperan por una oportunidad para llegar al máximo nivel del béisbol profesional. Tanto los que lograron firmar por cifras de siete u ocho dígitos, como los que sueñan con esto comparten al menos un elemento común: tuvieron que abandonar definitivamente Cuba, un requisito indispensable antes de comenzar el largo y, en ocasiones, tortuoso proceso de convertirse en agente libre.

El Embargo estadounidense, en vigor por más medio siglo, impide que Major League Baseball (MLB) establezca cualquier tipo de negociación con peloteros que todavía residan en la Isla. Ante esta situación, no pocos jugadores han puesto su suerte en manos de contrabandistas que los han sacado del país en embarcaciones, a cambio de un porcentaje importante del futuro contrato. Para asegurarse de que obtendrán ese dinero, los contrabandistas han aplicado amenazas físicas contra el pelotero y su familia. Los ejemplos van desde Yoenis Céspedes, hasta Leonys Martín y Yasiel Puig.

Yasiel Puig, durante su visita a Cuba, posó con el uniforme de su equipo en la Serie Nacional.

¿Podría cambiar esa situación, en un período no tan distante? Quizás dos años atrás la respuesta a esa pregunta hubiera sido un rotundo “no”. Hoy el escenario es diferente, por dos elementos de mucho peso: la apertura de las autoridades cubanas a la contratación de deportistas con equipos profesionales y el nuevo contexto de relaciones políticas de los gobiernos que presiden Raúl Castro y Barack Obama.

La tan esperada apertura del deporte comenzó en 2013. En este período, las contrataciones en el béisbol han sido pocas y en la mayoría de las ocasiones en torneos lejos del primer nivel (Liga ProAm de Canadá, campeonato colombiano y panameño), con la única excepción de la Liga japonesa; mientras, la salida de los peloteros ha continuado incrementándose. Solo en 2015 salieron, por diferentes vías, más de 140 jugadores. Al analizar fríamente las cifras no sería descabellado tildar de insuficiente la “política de contrataciones”; pero, al menos, ya existe el instrumento jurídico que ampararía los posibles contratos.

El otro elemento que modifica el escenario es la voluntad política de avanzar hacia un acuerdo. MLB ya solicitó al gobierno de Estados Unidos un permiso especial que les permita firmar peloteros cubanos que vivan en ese país. El Embargo formalmente impide la contratación; sin embargo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro tiene la potestad de emitir dicho permiso.

El reciente “viaje de buena voluntad” que realizó MLB a Cuba tanteó el terreno y los resultados fueron satisfactorios. Durante tres días, la delegación, compuesta por estrellas como Clayton Kershaw, Miguel Cabrera, Nelson Cruz y jugadores cubanos, como Yasiel Puig y José Dariel Abreu, impartió clínicas a futuros talentos y compartió con fanáticos.

En La Habana, el vicepresidente de operaciones de MLB, Joe Torre, se mostró complacido con la iniciativa. “El mensaje que queremos extender es el amor y la pasión que compartimos por el béisbol. Esta es, en esencia, nuestra visita acá, por eso se llama de buena voluntad y por eso trajimos jugadores con nosotros, para compartir esa pasión”, aseguró Torre quien también habló de la posibilidad real de efectuar partidos de pretemporada en el Estadio Latinoamericano, entre una selección local y los Rays de Tampa Bay.

Directivos cubanos del béisbol. El primero de izquierda a derecha es Tony Castro.

Mientras, las autoridades cubanas han reconocido que están abiertas a la negociación con MLB, una postura que resultaba impensable cinco años atrás; pero, al parecer, el pragmatismo se ha impuesto. Uno de los impulsores de las negociaciones del lado cubano ha sido Antonio Castro Soto del Valle, hijo del líder Fidel Castro, sobrino del mandatorio Raúl Castro. En declaraciones a las que tuvo acceso PanamericanWorld, el funcionario reconoció que existía voluntad de los dos lados. “Hay una voluntad expresa de los directivos de Grandes Ligas de acercarse y está la voluntad de la Federación cubana de trabajar en una relación sobre la base del respeto y de mirar el béisbol con objetividad” y, añadió, “todo forma parte de un proceso de negociación, de una nueva relación bajo el respeto mutuo, donde todos cumplan sus deberes y donde tengas los mismo derechos. Vemos un futuro promisorio en esta relación”, concluyó.

Uno de los puntos complicados en la relación entre MLB y la Federación cubana es el de los deportistas que salieron del país por vías ilegales. En la ley migratoria se establece que estos deben esperar hasta ocho años para poder regresar a Cuba y nunca serían convocados al equipo nacional.

En la comitiva de MLB estuvieron dos peloteros muy mediáticos y que jugaban en la misma selección en la Serie Nacional: los cienfuegueros Yasiel Puig y José Dariel Abreu. En un hipotético “equipo unificado” ellos dos tendrían un lugar seguro en la alineación. En La Habana, ese tema no estuvo sobre la mesa, pero para la comunidad beisbolera el hecho de que las autoridades permitieran el retorno de estos atletas fue visto como un elemento positivo, aunque quedará por ver si este fue un caso único.

Con solo dos temporadas en la MLB, Abreu ya ha hecho historia. En 2014 fue elegido Novato del Año en la Liga Americana y en ambas campañas superó los 30 cuadrangulares y 100 carreras impulsadas. “Pito” no pudo, ni intentó, disimular la emoción que sentía al regresar a su país. “No imaginé este momento tan pronto. Estoy contento por estar de nuevo en este estadio, no tengo palabras para describir esta oportunidad. Pito sigue siendo el mismo guajirito de Mal Tiempo, en Cruces. El estar jugando allá no ha cambiado nada. Orgulloso por permitirnos regresar al país y ver cómo todavía nos recuerdan. Gracias y cuenten con nosotros”, aseguró.

Otro de los miembros de la delegación fue el pinareño Alexei Ramírez, quien integró en varias ocasiones la selección nacional y formó parte del equipo que logró la medalla de plata en el primer Clásico Mundial, en 2009. En la capital cubana, Ramírez dijo: “estoy contento de estar aquí, contento de que se me dé la posibilidad de regresar a mi Patria, a mi tierra, a mi gente. Le doy gracias a Dios por este momento que no tiene comparación con ninguno.”

¿Qué podría pasar en el futuro con estos peloteros? ¿El diálogo entre MLB y la Federación podría llevar a la conformación de un equipo para el IV Clásico Mundial, en 2017, en el que tengan cabida los mejores peloteros cubanos, sin importar dónde residan o jueguen? ¿Cuándo se producirá la primera firma con una franquicia de Grandes Ligas de un jugador, previsiblemente Yuliesky Gourriel, que siga viviendo en Cuba?

Las respuestas a esas preguntas llegarán como resultado de los próximos movimientos que se realicen en el ajedrez político que juegan cuidadosamente Washington y La Habana. Por lo pronto ya hay movimiento de piezas y eso no es poco en esta larga partida de más de medio siglo de duración.