México se prepara para vivir su tercer Mundial de Fútbol. Pero esta vez, el partido más importante no se jugará en el Estadio Azteca, ni en Monterrey o Guadalajara. Se juega en el terreno de la economía.
La exención fiscal total otorgada a la FIFA y a las empresas vinculadas al Mundial 2026 ha generado intensos debates, aunque también abre un horizonte de oportunidades para el país. En un contexto global competitivo, México apuesta por convertir la política fiscal en su estrategia de atracción de negocios.
Un acuerdo que cambia las reglas del juego
La decisión no es improvisada. La Ley de Ingresos de la Federación 2026 incluye un artículo transitorio que exenta de impuestos a todas las personas físicas y morales —nacionales o extranjeras— que participen directa o indirectamente en la organización del torneo.
La medida se deriva de un compromiso firmado en 2015, cuando México, bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto, presentó su candidatura conjunta con Estados Unidos y Canadá. Ese acuerdo, ratificado en 2018, garantizaba a la FIFA condiciones preferenciales para organizar la Copa del Mundo.
La actual presidenta mexicana Claudia Sheinbaum reconoció que su administración debía respetar el contrato. Pero lo que para algunos era una imposición heredada, puede convertirse en un activo estratégico: una ventana temporal para dinamizar la inversión y posicionar a México como centro regional del negocio deportivo.
Un Mundial libre de impuestos, pero lleno de oportunidades
A diferencia de Estados Unidos y Canadá —que establecieron beneficios parciales a nivel local o provincial—, México concedió una exención fiscal nacional y completa. Durante 2026, la FIFA, sus subsidiarias y sus socios comerciales no pagarán impuestos sobre la renta, el valor agregado ni otras obligaciones administrativas relacionadas con el evento.
Lejos de ser un “cheque en blanco”, esta política crea un entorno fiscal competitivo que puede atraer a empresas de turismo, logística, tecnología, medios, infraestructura y servicios. El país se convierte, por unos meses, en un ecosistema de negocios de escala global. Y esa apertura puede beneficiar no solo a las grandes corporaciones, sino también a las pymes mexicanas que logren integrarse a las cadenas de valor del torneo.
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La derrama esperada de la Copa Mundial 2026
De acuerdo con proyecciones de la Secretaría de Turismo, el Mundial podría generar una derrama económica de entre 1 800 y 3 000 millones de dólares, además de atraer más de cinco millones de visitantes.
Las sedes mexicanas —Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey— se perfilan como las grandes ganadoras. Se prevé una ocupación hotelera récord, expansión del transporte interno, crecimiento del sector gastronómico y una ola de emprendimientos en hospitalidad y entretenimiento.
El senador Homero Davis Castro lo resumió así: “En 2026, México será el quinto país más visitado del mundo. Imaginen el movimiento económico que eso representa”. A nivel local, el impacto puede ser aún mayor: cada partido significa semanas de consumo, empleo temporal y promoción internacional.
El beneficio para el ecosistema empresarial
La exención fiscal crea un entorno de baja fricción regulatoria que incentiva la inversión privada. Empresas nacionales podrán ofrecer servicios sin enfrentar la complejidad de los gravámenes habituales. Hoteleros, aerolíneas, agencias de marketing, plataformas fintech, compañías de seguridad y transporte, todos pueden encontrar espacio en la red de contratistas y aliados de la FIFA.
El Servicio de Administración Tributaria (SAT) verificará que las compañías participantes estén registradas en la subsidiaria mexicana del organismo y cumplan los requisitos de transparencia. Esa estructura permitirá canalizar los beneficios de forma controlada y, al mismo tiempo, abrir puertas de colaboración entre empresas mexicanas y marcas internacionales.
Para muchos inversionistas, el Mundial es un laboratorio de negocios a gran escala, donde probar soluciones tecnológicas, modelos de servicio y estrategias de marca. De la calidad de esa participación dependerá el legado económico posterior.
Innovación y tecnología: el nuevo motor del deporte
La Copa Mundial de la FIFA 2026 llega en plena revolución digital. Las transmisiones en 4K, la analítica de datos aplicada al rendimiento deportivo, los sistemas de inteligencia artificial para la seguridad y el uso de realidad aumentada en las experiencias de fanáticos abrirán un nuevo frente para el talento mexicano.
Empresas locales de tecnología, audiovisual y comunicación podrán asociarse con corporaciones globales para desarrollar herramientas, contenidos y experiencias inmersivas. La exención fiscal reduce costos de operación y crea un escenario ideal para que startups y universidades participen en la economía del evento.
México tiene la oportunidad de convertirse en referente tecnológico en la industria deportiva, una de las de mayor crecimiento en el mundo. Si logra aprovechar esa ola, el Mundial será mucho más que una serie de partidos: será una incubadora de innovación.
Turismo y marca país, una vitrina global
Ninguna campaña de promoción puede igualar el poder de un Mundial. Millones de espectadores verán los paisajes, la cultura y la hospitalidad mexicana a través de la pantalla. Esa visibilidad, valorada en miles de millones de dólares en publicidad indirecta, consolidará la marca país México en los principales mercados emisores de turistas.
Las ciudades sede ya se preparan para recibir a visitantes de todo el mundo con infraestructura renovada, aeropuertos modernizados y una oferta cultural paralela al torneo. Cada restaurante, galería, mercado o playa puede convertirse en un punto de contacto económico. La exención fiscal permite que más actores privados participen sin la carga tributaria que normalmente encarece los proyectos turísticos o de entretenimiento.
Un modelo para futuros eventos globales
El Mundial 2026 puede marcar un antes y un después en la manera en que México gestiona los grandes eventos internacionales. Si la exención fiscal logra generar crecimiento y atraer inversión sostenida, podría sentar un precedente replicable para ferias tecnológicas, competencias deportivas o convenciones globales.
Canadá y Estados Unidos, sus socios en la organización, aplicaron políticas más conservadoras. México, en cambio, apostó por el riesgo y la visión a largo plazo: ofrecer condiciones ventajosas hoy para capitalizar beneficios estructurales mañana.
El éxito dependerá de cómo el gobierno y el sector privado gestionen la transparencia y la inclusión de empresas nacionales. La clave será que el Mundial no sea solo un espectáculo, sino una palanca económica sostenible.
De la polémica al pragmatismo
Las críticas no faltan. Algunos analistas señalan que liberar de impuestos a la FIFA contradice el esfuerzo por aumentar la recaudación nacional. Sin embargo, el debate cambia de matiz si se entiende la exención como una inversión temporal en competitividad.
En un mundo donde los eventos deportivos compiten por sedes, ofrecer incentivos se ha vuelto una práctica común. México no renuncia a ingresos; busca multiplicarlos a través de turismo, consumo, empleo y reputación global. El retorno no se medirá solo en pesos, sino en visibilidad y confianza.
El verdadero gol para México
La industria del deporte mueve más de 600 000 millones de dólares anuales en todo el mundo. Con la exención fiscal del Mundial, México se inserta en esa economía global como un jugador relevante. Su meta no es solo organizar 13 partidos, sino demostrar que puede ser un hub de inversión y talento en la región.
Si el país logra convertir la efervescencia del torneo en un legado duradero —nuevas rutas aéreas, más innovación, alianzas empresariales, mayor flujo turístico—, la exención fiscal habrá sido más que un gesto político: habrá sido el gol económico más importante de su historia moderna.

