Música para músicos, melodía de los dioses y el género de la improvisación son calificativos con los que se suele definir al jazz a nivel universal. Pero cuando esta música brota de las manos o del aliento de un cubano, la mayoría de sus seguidores se atreven a asegurar que algo diferente sucede, porque un sello  único lo distingue.

Para Diango Vives, participante del concurso La Banda Gigante, promovido por la casa productora RTV Comercial, disfrutar del jazz cubano es una sensación difícil de explicar. “Se tocan los mismos instrumentos que en el resto del mundo, nos ajustamos a determinados estándares, pero el resultado se siente diferente”, aseguró a PanamericanWorld el  talentoso trompetista.

Los ingredientes del jazz cubano

Todo parece indicar que la opinión especializada internacional coincide en destacar el valor del ritmo que los hijos de la Mayor de las Antillas le arrebatan a las teclas, los metales o al viento para crear un tema de jazz.

Durante una de las conferencias magistrales impartidas en la más reciente edición del festival Jazz Plaza en La Habana, el maestro Dennis Chambers reconoció el virtuosismo de los cubanos al defender el género. De acuerdo con el experimentado baterista, aunque el jazz nació en Estados Unidos, en su evolución recibió influencias muy positivas de Cuba.

Jazz Cuba

Momento de una actuación durante la última edición de Jazz Plaza de La Habana. Foto: Abel Rojas

Jazz Plaza, 30 años de descarga musical en Cuba

 

“Se siente bien que los grandes nos elogien de ese modo. Uno tiene la sensación de que puede llegar a ese nivel de calidad, que hay cierta tradición de excelencia que respetar. Por estos días de festival escuchamos cómo especialistas nacionales e internacionales ponen en alto el trabajo de los músicos cubanos. Y si maestros que uno admira, estudia y persigue prestan tal atención a nuestra propuesta, quiere decir que hay algo en lo que estamos acertando”, subrayó Vives.

Cuba y el mestizaje musical

La historia indica que aquella música nacida a fines del siglo XIX en el estado norteamericano de New Orleans tiene muchas conexiones con las esencias de los cubanos. No tardó mucho en que nos llegaran los ecos de un ritmo que bebía de las melodías afro-norteamericanas, que no se apegaba a las partituras y se basaba en altos niveles de improvisación.

Muy pronto los cubanos lo hicieron suyo también y desde entonces, el mundo conoció un jazz cubano que, aunque no tiene un modo de preparación exacto, despierta el apetito musical de locales y foráneos.

Una de las particularidades de esta música es que permite fusionar todo tipo de ritmos y, si de mezclas se trata,  los cubanos presumen de diversidad de opciones. La rumba, timba y el son destacan entre los frecuentes ingredientes de una buena receta de jazz cubano.

Jazz Cuba

Foto: Abel Rojas

El jazz y la conexión con la tradición cubana

La rica cultura cubana parece condimentar de manera peculiar este plato musical. En palabras de Ana Caridad Bermúdez, primer violín del quinteto de cuerdas Cuba, uno de los detalles que hace única la propuesta es la propia identidad del país. “Somos de un modo y eso no desaparece cuando tocamos. Un mismo tema puede ser interpretado por un cubano y un alemán y no se oirá igual. Todos tenemos distintas maneras de sentir la misma música”, explicó la violinista.

Al decir de Lemay Valdés, contrabajista graduado de la Escuela Nacional de Artes (ENA), la sangre española, africana y hasta asiática que corre por las venas de un cubano influye en nuestra manera de hablar, de ver la vida y, por tanto, de asumir el arte en general y el jazz en particular. El joven encuentra en la tan conocida clave cubana una cadencia que otros podrán imitar, pero les faltará ese “puntico” que solo sabe darle un hijo de la tierra de los eternos veranos.

¿Dónde se cocina el jazz cubano?

“Yo bien podría decirte que el buen jazz se lleva en las venas, considerando que mi hermano mayor también lo interpreta y lo ama tanto como yo, pero la realidad es que considero que en Cuba una de las fuentes principales de formación proviene de las escuelas”, reconoció Vives.

Jazz Cuba

Foto: Abel Rojas

También Valdés destacó que la preparación recibida en las aulas asegura el alto nivel de los músicos cubanos. Claustros sólidos y dotados de amplia experiencia, programas de estudios con un fuerte énfasis en la música clásica y romántica promueven una educación muy completa que, a juicio de estos jóvenes, constituye uno de los factores claves en el reconocimiento mundial de los egresados de la academia cubana.

“Considero que la base para todo músico debe partir de un buen dominio de la técnica clásica, uno luego podrá innovar, pero el fundamento debe partir de ahí. Y en eso la escuela cubana es muy estricta”, explicó Valdés.

Sin embargo, no basta con los conocimientos adquiridos en la academia para convertirse en jazzista. La auto-preparación, el interés personal, la capacidad de exigirse a sí mismos y la curiosidad por estudiar  y conocer tendencias parecieran haber orientado el gusto de estos instrumentistas por los estilos jazzísticos.

“En mi caso conocí del jazz gracias a mi maestro Héctor Zoto. Él me demostró con su propia práctica las maravillas del género,  porque una fortaleza que conservamos en la educación artística en Cuba hoy es que nos enseñan profesores músicos. Ahora están en el aula y más tarde puedes verles en concierto”, -explicó Valdés.

La academia, clave en los músicos cubanos

Aunque la escuela tenga un rol protagónico, los músicos reconocen que no pueden descansar tan solo en lo aprendido en clases. De manera especial, cuando se trata del jazz, mientras más abiertos al arte estén, a  todo tipo de experiencia, pues mayor será la posibilidad de brillar y ese es una responsabilidad que no puede quedar a cargo de los diseños de los currículos y programas educacionales.

Jazz Cuba

Harold López-Nussa durante su actuación en la última edición del Festival «Jazz Plaza» de La Habana. Foto: Abel Rojas

Según nos cuenta Valdés, hay una parte esencial de esta  peculiar receta de jazz cubano que se debe cocinar en casa, en el estudio personal porque, en su consideración, “si bien la escuela cubana ha ganado en comprensión sobre la necesidad de preocuparse por la futura inserción laboral de los muchachos y está más abierta a experimentar, aun no es del todo flexible.”

Una vez gradado, resulta muy difícil para el estudiante insertarse en un ámbito profesional donde la música clásica sea el eje central. La realidad es que muchos pasan a integrar grupos más inclinados a la defensa de ritmos más populares o comerciales. No obstante, el conocimiento clásico lleva al músico a expandir todo el ámbito técnico del instrumento, habilidad siempre útil para enfrentarse a cualquier género del pentagrama musical.

“Lo cierto es que a pesar de sus limitaciones, tampoco estamos en una academia hermética. Recuerdo que cierta vez escuché decir a Frank Fernández que, en su época, una profesora lo escuchó tocar en el piano una composición de jazz, unas notas de un tumbao cubano y fue acusado casi de profanación. La señora cerró la tapa del piano con tal furia que el Maestro tuvo que quitar con agilidad sus dedos de las teclas”, contó Valdés.

¿A qué sabe el jazz cubano?

Este es un ritmo que lleva la marca de sus intérpretes y por eso reconocemos que contamos con los gloriosos chefs, creadores de esencias únicas para nuestro jazz. Algunos cuentan con mayor experiencia como Frank Fernández, Chucho Valdés o Bobby Carcassés; otros, son  más jóvenes como Harold López Nusa, Roberto Fonseca, Aldo López Gavilán, Alejandro Falcón, o Rolando Luna, entre una larga lista.

Jazz Cuba

Cimafunk, una moderna propuesta dentro de la escena jazz de Cuba. Foto: Abel Rojas

A los oídos de Nadia, turista argentina seducida por los aires de jazz que se sintieron por recientemente en La Habana,   esta música tiene un no sé qué distintivo cuando es tocada por cubanos. “Lo escucho con frecuencia y creo que el que hacen aquí es muy dulce”, me confesó mientras disfrutaba de un concierto de Roberto Carcassés en la Fábrica de Arte Cubano  durante la edición número 34 del  festival Jazz Plaza.

La sensación que invade a Lemay, Diango y Ana Caridad es que una gran parte del público cubano desconoce a qué sabe el jazz en verdad.  La popularidad y aceptación que tienen entre la audiencia ritmos como el pop y el reggaetón, así como las limitaciones económicas para  acceder a lugares donde se  promueve el jazz en  Cuba constituyen factores que agudizan la lejanía entre el público nacional y el género.

Jazz Cuba

El Festival «Jazz Plaza» de La Habana atrae cada año a miles de aficionados a este género. Foto: Abel Rojas

Sin embargo, es tan rica la experiencia vivida ante una de estas piezas, que para Elena esa no es una música que se escuche, es una melodía capaz de hacernos sentir en todas sus expresiones. Y fue culpa de esa amiga, enamorada de lo made in Cuba, que decidí no buscar en estas líneas a qué suena el jazz hecho por los de la tierra cubana, sino entender a qué sabe.

Por el camino, descubrí que las recetas son  infinitas, hijas de las vivencias, saberes  e historias particulares, pero nadie me negó un ingrediente: digan lo que digan, el jazz cubano lleva mucho de Cuba.

Por: Odett Domínguez  Fotos: Abel Rojas