510 años de historia puede parecer mucho o poco tiempo para una ciudad. Para las grandes capitales europeas más de medio milenio es apenas una breve parte de su existencia; pero en América Latina son muy pocas las urbes que pueden vanagloriarse de haber vivido tanto como Santísima Trinidad, la tercera villa fundada por los españoles en Cuba, en el lejano 1514.

Un viaje a Trinidad es como acceder a una máquina del tiempo y retornar al siglo XIX: arquitectura colonial, calles empedradas, casas con techos de tejas, sin edificios, sin el bullicio habitual de las ciudades modernas.

Un lugar donde se conservan no solo las edificaciones sino, especialmente, los elementos característicos de la cultura cubana, desde la música tradicional, hasta la artesanía.

La lista de reconocimientos de Trinidad es enorme. Ella es Ciudad Museo del Caribe, Ciudad Artesanal del Mundo, Monumento Nacional y su Centro Histórico ostenta, desde 1988, la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Hacia esa villa, que es uno de los sitios más visitados de Cuba, se trasladó PanamericanWorld, para compartir con nuestros lectores este fugaz viaje en el tiempo.

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Los edificios de Trinidad evocan su pasado colonial. Foto: CND

Sitios imperdibles de Trinidad

Trinidad está ubicada a poco más de 300 kilómetros de La Habana, en la parte centro sureste de Cuba. Este es uno de los principales destinos turísticos del país y en la temporada alta la cantidad diaria de visitantes se acerca a los 10 mil, por lo que encontrar alojamiento no siempre es fácil.

Allí existen más de mil casas privadas de renta y una cifra similar de habitaciones en el sector estatal; pero con tanta afluencia de turistas es necesario realizar reservaciones con suficiente tiempo de antelación.

¿Qué lugares no pueden faltar en un recorrido por la ciudad detenida en el tiempo? Para disfrutar mejor la experiencia lo ideal es andar a pie. Las distancias de los sitios imperdibles no son muy grandes y, además, el acceso de los automóviles y autobuses puede ser complicado.

La primera parada es la Plaza Mayor, rodeada de verjas blancas y con numerosos bancos que invitan a disfrutar de la brisa, a la sombra de enormes palmas reales. En el centro de la Plaza sobresale la estatua de Terpsicore, la musa griega de la danza.

A un costado de la Plaza está la casa de la familia Sánchez Iznaga, que actualmente es la sede del Museo de arquitectura colonial. En una de las calles que circunda la Plaza Mayor está el Palacio Brunet, que acoge al Museo Romántico. La combinación de estilos arquitectónicos, el espectacular patio andaluz y los mobiliarios y vajillas de más de 150 años confieren al lugar un hálito especial.

La Plaza Mayor es uno de los rincones más pintorescos de Trinidad. Foto CND

El Antiguo Palacio Cantero es la sede del Museo de Historia Municipal y tiene un enorme atractivo: subir a una torre desde donde puede observarse gran parte de la ciudad. PanamericanWorld estuvo allí y la vista panorámica es espectacular.

La gastronomía en Trinidad es uno de sus puntos sobresalientes. Al mediodía o al caer la noche el olor que sale del casi centenar de restaurantes distribuidos a lo largo de la ciudad invita a los paseantes a degustar platos de la comida tradicional cubana.

Además, no pocos de los restaurantes privados y estatales cuentan con agrupaciones musicales, por lo que el paseante no solo sacia su apetito, sino que disfruta de temas antológicos de la música cubana.

Aquellos que prefieren probar algo diferente no pueden perderse “La Canchánchara”. Este es el único sitio en Cuba donde se sirve la bebida que solían tomar los mambises que combatieron al Ejército español, en las Guerras de Independencia, a finales del siglo XIX. El peculiar trago es una mezcla de miel de abeja, zumo de limón y aguardiente de caña.

Otro lugar infaltable es el Bar Floridita Trinidad. Al igual que sucede con su versión original, ubicada en La Habana, también este cuenta con una escultura del escritor estadounidense Ernest Hemingway. Probar un daiquirí, parado al lado del Premio Nobel de Literatura, es una experiencia disfrutable.

Al desandar Trinidad, el paseante de seguro quedará asombrado por las artesanías que allí se producen y ofertan. No fue casualidad que el Consejo Mundial de Artesanías reconociera a la urbe como “Ciudad Artesanal del Mundo”.

En cada calle es posible encontrar no solo pequeñas tiendas privadas que comercializan desde vestidos de lino hasta sombreros tejidos, sino, especialmente llamativo es ver trabajar a las tejedoras que, con sus agujetas y el hilo, logran confeccionar productos únicos en el planeta.

Trinidad Cuba
Cada calle de Trinidad nos muestra el espíritu de una ciudad cargada de arte, historia y patrimonio. Foto: María del Carmen Ramón

En las noches, Trinidad no descansa. Los bailadores tienen diferentes opciones, por ejemplo, una discoteca situada en el fondo de la cueva Ayala; mientras, los interesados en el folklor pueden darse una vuelta por el Palenque de los Congos Reales, donde entran en contacto con ritmos musicales afrocubanos.

Valle de los Ingenios y Playa Ancón, dos lugares emblemáticos de Trinidad

Trinidad es mucho más que sus museos, restaurantes y palacetes coloniales. No lejos de la ciudad está el Valle de los Ingenios, con una extensión superior a los 250 kilómetros cuadrados. Este es uno de los paisajes más espectaculares de la geografía cubana y, junto al Centro Histórico, también fue valorado como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En la época de esplendor de la industria azucarera existían allí muchos centrales, donde trabajaban los esclavos. Hoy quedan, como recuerdos, varias casas-haciendas, donde vivían los dueños de los ingenios.

En el Valle resalta la Torre Iznaga, construida en 1816 y que tiene una altura de 45 metros. El repicar de las campanas ubicadas en ese lugar marcaba el inicio de la jornada de trabajo para los esclavos, en los campos de caña.

Viajar a Trinidad y no bañarse, aunque sea unos minutos, en las aguas de Ancón es imperdonable. Las playas de la costa sur de Cuba no son tan conocidas como las situadas al norte; pero Ancón es especial, por su fina arena y sus fabulosos fondos marinos, en los que es posible observar la barrera coralina.

Ubicada a solo 12 kilómetros de Trinidad, esta península ha tenido un gran crecimiento turístico y las principales cadenas hoteleras que trabajan en Cuba, Iberostar y Meliá, han realizado inversiones millonarias para construir nuevos hoteles.

Trinidad, la ciudad cubana detenida en el tiempo, sigue aferrada a sobrevivir, a no dejarse embaucar por los visos de modernidad que acabarían con lo que ella representa: un recuerdo preservado de lo que alguna vez fuimos.

Fotos: CND y M.C. Ramón