El primer boom literario latinoamericano se extendió por el mundo en los años sesenta y setenta, ampliamente traducida, poniendo en manos de lectores de todas las latitudes obras de Colombia, Argentina, Chile o Perú.

Cuando menguó la marea, dejó tras de sí numerosos clásicos, como dos futuros premios Nobel de Literatura y etiquetas de exportación como el “realismo mágico” de Gabo, las novelas del chileno José Donoso o los relatos cortos del argentino Julio Cortázar.

Un par de generaciones más tarde, América Latina y el Caribe vive un nuevo “boom” literario , reafirmando la vitalidad de una de sus grandes vetas creativas. Esta nueva oleada, a diferencia de la pasada, es la de sus escritoras.

Dos de ellas, Liliana Colanzi de Bolivia, y Melba Escobar de Colombia, participaron este año en la 19° edición del Festival Nacional del Libro de la Biblioteca del Congreso, en Washington D.C., en un panel de ficción latinoamericana que co-organizó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 

La literatura de estas escritoras es una que exige dejar de leer mirando por el retrovisor: sus libros están renovando cómo se escribe nuestra región.
 
“Siempre han habido escritoras potentes, pero no han tenido la misma visibilidad que sus pares masculinos. Si hablamos de la época del ‘boom’ tuvieron que pasar muchos años para que se reconocieran a escritoras. Me parece que este es un momento de cambio. Hay sensibilidades que están abriendo otros rumbos en la literatura totalmente inesperados, vitales y renovadores, que están asociados a voces femeninas”, dice Liliana Colanzi, cuyo libro Nuestro mundo muerto ganó el premio Aura Estrada en 2015.

Para Melba Escobar, cuya novela La casa de la belleza ha sido traducida a doce idiomas, este fenómeno se inscribe en un contexto más amplio. “Hay un esfuerzo por reivindicar esa posición de las mujeres globalmente, y eso nos empodera para permitirnos usar una voz que hemos tenido desde hace mucho tiempo, pero que no se había usado como la estamos usando hoy en día. Hay muchísimas mujeres asombrosamente talentosas en la literatura latinoamericana”.

En esta nueva narrativa, las temáticas tratadas han ido de la mano con el cambio, transformando la representación de la violencia de género o la crisis en nuestra relación con la naturaleza. Y rompiendo con tópicos y visiones de sus países.

Liliana Colanzi
Liliana Colanzi, autora y escritora boliviana. (Foto: Óscar Hernández / BID)

La renovación de la industria literaria en América Latina

Detrás de la publicación y proyección internacional de Liliana y Melba hay toda una industria creativa: la editorial. En 2017, América Latina y el Caribe publicó 195.627 títulos en español y portugués a lo largo de toda la región según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) .

Aunque esta industria creativa vivió un alza del 2,3% entre 2016 y 2017, la tendencia general desde el 2013 ha sido al estancamiento o a la baja: desde su punto más alto en 2014, la industria editorial en la región observa una caída del 5,46%. 

Ahora bien, entendiendo las causas se esbozan soluciones: buena parte de la caída se explica por factores económicos retratados en la notable baja de publicaciones por parte del sector público, el cual desde 2013 ha bajado en un 68,2% su número de ejemplares producidos.

De los cuatros grandes mercados regionales —Brasil, Argentina, México y Colombia, que juntos sumaron más del 80% del mercado en 2017—los tres primeros vieron caer su producción de ejemplares por parte de las entidades públicas en un 87%, 64% y 39% respectivamente.

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¿Cómo se corrige la tendencia?

Pero es, precisamente, ante esos retos y el vacío dejado por los actores tradicionales que se vuelven fundamental los emprendimientos y la innovación.

Más pequeño que sus vecinos como Brasil o Argentina, Bolivia fue, sin embargo, el cuarto país en donde más aumentó la publicación de libros por parte de editoriales privadas en 2017, rodeando el 16%. Entre los emprendedores detrás del auge está la misma Liliana Colanzi: ese año fundó Dum Dum Editora en Bolivia.

“Viviendo en un país en el que no hay una infraestructura cultural, muchas veces me pregunté cómo sería posible hacer de esta pasión una forma de vida. Es una pregunta que me ha tomado muchos años”, dice Colanzi. “Es por un lado el deseo de tomar decisiones arriesgadas, y por otro lado de mantener una economía de la editorial que funcione. Para mí Dum Dum Editora fue una forma de intervenir en el paisaje literario boliviano con propuestas que yo encontraba totalmente deslumbrantes. Y necesarias”, dice. “Yo no quiero, por falta de este apoyo estatal, dejar de tomar riesgos”. Ha sido una apuesta ganadora. “He tenido muchísima suerte hasta el momento de que todas las apuestas han encontrado un público dentro del país”.

Su caso refleja una tendencia en Bolivia, donde los emprendimientos creativos han venido a renovar el mercado editorial. “Lo interesante del mercado editorial boliviano es que es quedó en mano de las editoriales independientes. De esta forma, hay en los últimas años el surgimiento de propuestas muy interesantes. Hay un ecosistema pequeño, pero potente”, dice Colanzi.