Los viajes están formados por retazos e instantes de felicidad. Sentir el calor del Sur, un trecho de la isla donde no abundan grandes hoteles ni comercios y predomina lo local y artesanal, es una tremenda experiencia. Planes alternativos para los viajeros que buscan adentrarse en lo profundo del país tras el ensueño de naturaleza en el Caribe, una naturaleza que sabe ser frondosa y a la vez desértica pero siempre risueña. Sin masificación y pura, la región es humilde y tiene poco afán de protagonismo. Las bondades de su tierra hablan por si solas. Hay que verlo para creerlo.

Con su litoral bañado por las aguas del mar Caribe, Barahona y Pedernales son dueñas de una rica biodiversidad. Son naturaleza virgen y hermosa y con oportunidades de turismo sostenible, ofrecen una propuesta diferente pero igualmente interesante. Aquí un recuento de un recorrido sin desperdicios por la región suroeste, considerada una de las reservas ecológicas más importantes del país. Una zona rica en ríos, con un lago por debajo del nivel del mar, lagunas y playas que no tienen nada que envidiar a los destinos más afamados. Una zona que mientras más se descubre más secretos revela de sí misma.

El Lago Enriquillo cautiva con su inmensidad y vegetación zambullida, es un área protegida y el cuerpo acuático de mayor tamaño en el Caribe insular. Cuarenta metros por debajo del nivel del mar y con una combinación de vegetación semiárida de bosque seco y un lago de agua salada, es un lugar muy particular. Forma parte de la Reserva de la Biosfera de Jaragua-Bahoruco-Enriquillo y es el hábitat de diferentes especies de iguanas y también del cocodrilo americano. Permite conocer parte de la historia del país ya que allí se encuentra un conjunto de petroglifos indígenas en Las Caritas, un abrigo rocoso, desde donde también se aprecia una excelente vista. Después de bordear todo el lago el camino toma  rumbo hacia la costa. Una de las mejores vistas panorámicas de la ruta es la de la Playa San Rafael en Barahona; desde la altura se aprecia cómo el Mar Caribe luce su color.

Más adelante, a lo largo de la carretera Barahona-Enriquillo, hay otra playa que obsequia una vista costera verdaderamente única; Los Patos es un imán para quienes buscan disfrutar de paisajes coloridos y naturales. Es un hermoso balneario natural formado en la desembocadura del río Los Patos que nace en una de las montañas de Paraíso. Se caracteriza por sus aguas frías y cristalinas color larimar. Una playa de fuerte oleaje oportuna para el surf y otros deportes. Se puede disfrutar de un maravilloso baño en agua dulce y agua salada y comer de la gastronomía local, abundante en pescado y mariscos.

Cae el sol y el cielo de Pedernales te recibe con un espectáculo de colores, el azul celeste lo reemplazan destellos anaranjados y queda de fondo el Parque Eólico Los Cocos. Un cuadro impresionante que hace del camino una experiencia en sí misma. Para alojarse en el pueblo una buena opción es el Hostal Doña Chava, un tesoro familiar donde se valora el patrimonio natural de la región.

Alejándose de la costa, merece la pena llegar hasta el Hoyo de Pelempito, respirar aire puro y entrar en un verdadero contacto con la naturaleza. Es un paraíso que se mantiene intacto y proporciona la sensación de estar alejado del mundo. Hay que respirar hondo, inmortalizar el instante y disfrutar del imponente paisaje. Ubicado en el Parque Nacional Sierra de Bahoruco el Hoyo de Pelempito es la mayor depresión geológica del país, desde la  altura del mirador se alza una vista totalmente extraordinaria. Su riqueza ecológica y su potencial turístico ofrecen grandes oportunidades para crear rutas senderistas y otras formas de recreación, sin embargo no ha sido aprovechado lo suficiente debido a las dificultades para acceder a él y los escasos senderos que posee para contemplarlo.

Regresando hacia la costa, quienes creen que en la República Dominicana solo encontrarán resorts todo incluido y playas atiborradas de turistas se llevarán una sorpresa cuando visiten Cabo Rojo. Una de las playas menos turística del país ubicada en Pedernales, es desierta y con aguas claras y tibias. Más que clara, es literalmente transparente y ofrece un momento de pura vida. A un paso de Bahía de Las Águilas, Cabo Rojo es una playa muy subestimada, un real paraíso. Al igual que la Playa de Pedernales, a veces minimizada, se encuentra justo en el pueblo y  es un baño exquisito.

El final del trayecto, ya de regreso hacia el Este, sin duda supone un premio. Llegar a La Laguna de Oviedo al atardecer es un regalo de la naturaleza. Una reserva natural acuática también en Pedernales y dentro del Parque Nacional Jaragua, es considerada una de las áreas protegidas más importantes del Caribe.  Manglares y una extensa variedad de fauna abundan en sus aguas saladas.

Conocer es una de las muchas maravillas de viajar. Pero se trata de hacer más que viajar, se trata de descubrir. Valió la pena acoger el calor del sol radiante y pocos días de lluvia del Sur. Una franja de tierra caprichosamente amparada por el mar Caribe con interesantes oportunidades de pura naturaleza; en fin, un destino fascinante.