No es un secreto para nadie: Nueva York es cara. Casi todas las grandes ciudades lo son. Pero eso no quiere decir que para pasarlo bien en la Gran Manzana haya que endeudarse con el banco o, por el contrario, conformarse con ingerir perritos calientes en algún parque público todos los días. Los que disfrutan del buen comer cada vez tienen más opciones de buena calidad a precios razonables.

En los últimos años la ciudad ha evolucionado gastronómicamente, y el espacio entre el fine dining (la cocina de calidad) y el fast food (la comida rápida) se ha llenado con decenas de restaurantes asequibles que no sacrifican el buen diseño o el buen producto. Este sector ha sido bautizado como fast casual (rápido informal) y ha prosperado en parte por las necesidades del estilo de vida de los neoyorquinos y en parte por los imperativos económicos.

“Todos los chefs hablan ya de la necesidad de conceptos gastronómicos de bajo coste que puedan ser reproducidos en diferentes poblaciones, esencialmente redefiniendo el fast food”, declaró el chef David Chang a la revista GQ. “Es una forma de diversificarse y de contrarrestar la ineficiencia de los restaurantes de lujo, que no son rentables por sí solos”. Chang, creador del imperio asiático Momofuku, abrió Fuku y Fuku+, dos locales de éxito que sirven sándwiches gourmet y algún que otro platillo, además de vinos y cervezas.

En este escenario también han proliferado los food markets (mercados de comida) de diseño, donde se pueden probar diferentes cocinas — mexicana, japonesa, española, norteamericana…— en un ambiente agradable. Gotham West Market, por ejemplo, abrió en el Midtown, el centro de Manhattan, hace tres años con varios puestos de cocineros de renombre, como Seamus Mullen e Ivan Orkin. “Nuestra calidad es muy alta porque son varios los restaurantes que se reparten el coste del espacio”, explica Chris Jaskiewicz, uno de los fundadores del mercado. “Además, la gente está muy ocupada y quiere tener acceso a buena comida hecha con rapidez, aunque si desean tener una experiencia más relajada también se la ofrecemos”. En breve abrirán un segundo espacio en Brooklyn, en la zona de Fort Greene. Más allá de estas tendencias, nunca faltan en Nueva York los restaurantes de barrio bien logrados, sitios como Malaparte, donde priman tanto el encanto como la sencillez. Solo hay que saber encontrarlos.

GOTHAM WEST MARKET

Hasta hace poco no había muchos motivos para visitar el extremo oeste de Midtown. Esta área silenciosa de torres residenciales se ha animado ahora con el Gotham West Market, un mercado cerrado con varios puestos de chefs reconocidos que está atrayendo tanto a neoyorquinos como a turistas a la olvidada 11th Avenue (en el número 600). Ivan Ramen Slurp Shop, por ejemplo, sirve excelentes sopas japonesas, y Blue Bottle, la afamada cafetería californiana, uno de los mejores cafés de la Gran Manzana.

QUALITY EAST

Los neoyorquinos tienen debilidad por los steakhouses y sus jugosas chuletas de proporciones monumentales. El problema es que estos asadores suelen ser carísimos. Quizá por eso la reciente apertura de Quality Eats en el West Village (19, Greenwich Avenue) fue recibida con entusiasmo. Este restaurante de estilo joven ofrece carnes de calidad a buen precio. Por ejemplo, el Flatiron, un sabroso filete, no llega a 20 euros.

BURGUER JOINT

Este pequeño antro escondido en un rincón del hotel Le Parker Meridien dejó de ser un secreto hace mucho tiempo. Para probar sus famosas cheeseburgers, hay que hacer cola hasta llegar al mostrador y luego cruzar los dedos para que se libere un asiento. Por suerte, Burger Joint abrió un segundo local en Greenwich Village (en el 33 de la calle 8, Oeste; en la foto), mucho más amplio y mejor ambientado, con paredes de ladrillo visto y suelos de madera recuperada.

FUKU +

David Chang ha dado un gran impulso a la escena culinaria asiática de la Gran Manzana. Su primer local, Momofuku Ssäm Bar, donde Chang creó sabores que integraban tradición e innovación, causó furor y dio pie a una cadena que ahora incluye más de diez restaurantes en varias ciudades. Uno de los más recientes es Fuku+, en el número 15 de la calle 56 Oeste, a dos pasos de la Quinta Avenida y Central Park. La especialidad es el sándwich de pollo frito, que vale la pena probar por la suavidad de la carne y la esponjosidad del pan.

MALAPARTE

A unas pocas manzanas del jaleo del Meatpacking District —zona del Whitney Museum, el parque High Line, dos hoteles de moda y un escuadrón de boutiques de lujo—, Malaparte ofrece un ambiente distendido y cálido. Desde su apertura hace cinco años, este restaurante italiano se ha convertido en uno de los lugares favoritos de los residentes del West Village, que se reúnen allí a compartir garrafas de vino al atardecer. Con el estilo de una trattoria antigua, ofrece un menú accesible que no falla: las pizzas y pastas caseras siempre salen bien.

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