En la costa de la Bahía Hudson, en el extremo ártico de la provincia de Manitoba, el apacible pueblo de Churchill, ubicado a poco más de mil de Winnipeg, capital del estado de Manitoba, vive por y para el turista que busca observar los osos polares.

Esta región fue ocupada alrededor del año 1000 por la tribu thule, una de las llamadas Primeras Naciones que fueron, con la llegada de los colonizadores, despojadas de sus tierras. Aquí se siguen respetando las costumbres amerindias. Uno de ellos es permitir cazar osos polares, caribús y alces para alimentarse o para la utilización de sus pieles. Cualquier otro tipo de caza está prohibida.

El oso polar es el símbolo del pueblo, presente en el aeropuerto a través de ejemplares disecados y en los suvenires. Y todos los habitantes, desde los niños hasta los ancianos, saben qué hacer en caso de encontrarse uno por las calles, pero los visitantes no. Por eso hay folletos informativos y un toque de queda a las 9 de la noche, después del cual se recomienda que nadie camine solo. También hay una patrulla, organizada por los vecinos, que vigila las calles. Los osos que se aventuran a llegar al pueblo no buscan, como podríamos suponer, comida ni basura.

Da la casualidad que Churchill se asentó sobre su paso natural desde la Bahía Hudson hacia zonas con mayor vegetación. Durante el invierno, los animales se concentran en los alrededores de la bahía, pues ahí encuentran presas más fácilmente. Sin embargo, en épocas de deshielo buscan sustento en otro lado. Hay pocos ataques registrados, pero casi todos suelen ser mortales.

Hay varias compañías que hacen recorridos en la zona, pero solo dos pueden adentrarse en la llamada Área de Manejo de Vida Salvaje de Churchill (CWMA, por sus siglas en inglés) y una de ellas es Frontiers North Adventures. Su gran ventaja, aparte de los Tundra Buggy, es que es posible alquilar toda la ropa necesaria para soportar las temperaturas de entre -20ºC y 0°C. Es decir, botas, chaqueta, pantalones, guantes y gorro.

KIT DE EXPLORACIÓN

¿Qué debemos llevar? Binoculares, cámara fotográfica o de vídeo, grandes (o grandísimas) lentes de zoom y cualquier prenda que brinde calor. Aunque el vehículo tenga calefacción, la rampa posterior, desde donde es posible apreciar mejor a los osos, está a la intemperie y la temperatura promedio es bajo cero. Acompañados por un especialista de Polar Bears International, una organización formada por investigadores, científicos y voluntarios para preservar el oso polar, conocemos cómo se comporta este interesante mamífero. «Recuerden que buscamos manchas blancas». Lo del color resulta extraño cuando todo alrededor es de color blanco-marrón-amarillento.

Poco después, vemos el primer oso polar. Está a unos 20 metros y come plácidamente los arbustos que encuentra. Preguntamos por la mancha de color verde oscuro que tiene en el trasero. Eso significa que ha estado en la cárcel. Los osos que son atrapados en el pueblo son encerrados un par de días en una celda sin recibir alimento, para después ser liberados. La intención es evitar encuentros peligrosos. En cuanto percibe nuestra presencia, el animal se acerca a curiosear, nos olfatea, se pone a dos patas, rodea el buggy. Comprendiendo que no lo vamos a alimentar (está prohibido hacerlo) decide volver a sus arbustos. Su caminar despreocupado refleja tranquilidad y parsimonia, contrastando con la euforia que se vive en el interior del vehículo.

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