Pese al estigma social y los prejuicios que cargó por décadas, el rock cubano ha logrado asentarse como una de las manifestaciones alternativas más importantes del país. Si bien sus mejores tiempos transcurrieron en los años 90, cuando la variedad de estilos, la masividad y la proyección al mercado foráneo alcanzaron cotas sin precedentes, el nuevo siglo también ha generado propuestas interesantes e innovadoras, no siempre difundidas o conocidas.

No obstante, la irrupción de los estudios independientes de grabación, el desarrollo de herramientas tecnológicas para la producción musical y el acceso cada vez más sencillo a la obra de referentes internacionales, han dotado al rock cubano —y a su vástago más asentado, el metal—, de oportunidades e influencias que permiten ampliar el espectro sonoro, la calidad del producto y, sobre todo, su distribución.

En PanamericanWorld, nos acercamos a cinco bandas jóvenes de rock cubano que, por su peculiaridad, repercusión y reconocimiento, deberías conocer.  

RUIDO BLANCO

Grupo Ruido Blanco. Foto: Junior Hernández

El indie nunca sido de los estilos más populares en Cuba, pero el panorama parece cambiar con el surgimiento de la nueva generación. Ruido Blanco (2017-) encabeza la lista del indie rock cubano con su álbum Canciones para Sombras, un disco a punto de ser lanzado y que tiene entre sus influencias a Vetusta Morla, IZAL, Andrés Calamaro y Red Hot Chili Peppers.

Las canciones de la banda se distinguen por sus imágenes metafóricas sobre temas como el cambio, el desamor, la libertad, la reivindicación humana y la inquietud creativa; siempre acompañados de una base sonora nítida y delicada, una voz nasal cuyos susurros generan intimidad, y un diseño en las portadas que convierte a cada pieza en una experiencia multisensorial.

Con nueve canciones publicadas hasta la fecha, Ruido Blanco ha logrado crearse un espacio en el rock cubano actual y separarse tempranamente de los cánones locales. El haber arrancado su carrera con tres Premios Lucas, una excelente acogida del público y una prensa musical que los favorece, son un impulso adicional.

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SWEET LIZZY PROJECT

Sweet Lizzy Project. Foto tomada de la página en Facebook del grupo

Nacida en 2013, en La Habana, pero asentada en Nashville, Tennessee, desde hace cinco años, Sweet Lizzy Project no se estancó como la típica banda de versiones de rock, sino que trabajó en su propio material hasta lanzar los álbumes Heaven (2015) y Technicolor (2020), y construir su camino.

En ambos fonogramas, como en su obra posterior, alternarían entre el pop rock, el indie, las baladas, algunos tintes de rock alternativo y canciones en inglés. Si algo distingue a esta agrupación, más allá del talento compositivo de sus integrantes y la voz de la cantante Lisset Díaz, es la constancia de sus aspiraciones, pues el grueso de las agrupaciones de rock cubano, tocan fondo luego de emigrar.

Sweet Lizzy Project, en cambio, ha sabido adaptarse al cambio, integrarse a la vida cultural de otro país y continuar produciendo. Sus más recientes lanzamientos incluyen una colaboración con el cantautor Carlos Varela (“La Feria de los Tontos”) y el sencillo bilingüe “Radio Pirata”.

LOS LOCOS TRISTES

Los Locos Tristes. Foto: Junior Hernández

Desde el corazón de Santa Clara, en el centro del país, suenan acordes de nostalgia que mezclan distorsión con boleros. Los Locos Tristes (2017-) son una suerte de anomalía en la escena del rock cubano. Se podría decir que hacen pop rock, reggae, baladas y diez cosas más, pero quizás su auto-nombramiento como rock and roll de bares y cantinas sea el término justo.

Ganadores de tres Premios Lucas, la banda dirigida por la cantante Zammys Jiménez rescata sonoridades de la década prodigiosa, las adereza con las cuerdas rockeras y le imprime personalidad con una voz dulce, pero en extremo potente. En su repertorio es posible encontrar versiones de Jeannette (“Por qué te vas”) y Bunbury (“Apuesta por el rock and roll”), y temas con influencias de música bailable (“Nostalgia”), hard rock (“Cuando te mueras”) y bolero (“Naufragio”).

Aunque aún no cuentan con un álbum de larga duración, sino un EP y varios sencillos, Los Locos Tristes han participado en el Festival Ciudad Metal y las galas del programa Cuerda Viva, así como en el Festival Latinoamericano Parche Rock, en su modalidad virtual. El lema de la banda: “las canciones más hermosas siempre tienen tristes melodías”.

HISTÉRESIS

El virtuosismo del rock progresivo, la lírica de la canción cubana y la potencia del hard rock son tres ingredientes fundamentales para que Histéresis (2016-)sea uno de los ases a seguir en la nueva oleada del rock cubano. Con el surgimiento de su núcleo en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y su principal influencia en Dream Theater, el grupo encabezado por el tecladista Jorge Fernández debutó en 2017, pero su verdadero despegue ha ocurrido en los últimos dos años.

Tras el otorgamiento de una beca por parte de la Asociación Cultural Hermanos Saíz, Histéresis logró concretar el lanzamiento de su sencillo debut y su primer EP, e incrementó su rango de presentaciones.

Sus conciertos se distinguen por la trasposición del virtuosismo de la grabación al directo y la presencia escénica de su cantante, influenciada por el hard rock. La etiqueta del progresivo, eso sí, la trascendieron hace tiempo.

HELGRIND

Helmgrind. Foto: Junior Hernández

El descendiente más oscuro y potente del rock, el metal, posee una tradición en Cuba que se remonta a los años 80, pero no sería hasta el surgimiento y consolidación de Helgrind (2012-), que las tierras caribeñas verían por primera vez a una banda de pagan metal.

Este estilo desarrollado en Europa se distingue por textos y estética que rescatan las leyendas y tradiciones paganas, y por una sonoridad que integra elementos de folk metal, black metal y death metal melódico, como ocurre en el grupo cubano.

Con su disco Return to Motherland, editado por la disquera británica Black Spark Records, Helgrind trascendió las fronteras nacionales y se estableció como punta de lanza del metal extremo cubano. Sus presentaciones en vivo son toda una fiesta visual con hachas, escudos y maquillaje vikingo.

Por Junior Hernández Castro / PanamericanWorld – La Habana