Es la ciudad más grande de la costa oeste canadiense y una de las capitales cinematográficas y televisivas del mundo, al menos en cuanto a rodajes se refiere. Déjate atrapar por la amabilidad y belleza de Canadá paseando por las calles de la hermosa y sorprendentemente cosmopolita Vancouver.

1. CODEARSE CON CELEBRITIES EN EL WEST END

Ya hace años que una combinación entre exenciones fiscales y una industria cinematográfica autóctona muy fuerte hacen que Vancouver sea uno de los sitios preferidos de Hollywood para filmar series y películas. En Vancouver se ruedan en estos momentos títulos como Arrow, Érase una vez o Bates Motel y siempre hay también alguna superproducción cinematográfica en marcha.

El hotel Sutton Place acoge a muchos actores y actrices de fuera que están trabajando en la ciudad. En sus suites se han alojado el reparto de Crepúsculo, Ben Affleck o Dakota Fanning. El bar del hotel, Gerard Lounge, es un buen sitio para tomarse una copa y ver cuántos famosos aparecen. Si la cosa está floja, o no reconoces a nadie, pásate por el cercano hotel Shangri-La, otro favorito entre las celebs.

2. IR DE COMPRAS

Estos hoteles de lujo están justo al lado de la calle Robson, una de las arterias comerciales principales del centro de Vancouver. Puedes aprovechar para mimarte un poco con unas gafas Wayfarer de Sunglass Hut, un serum de Kiehl’s o escandalizarte con los precios de Zara en dólares canadienses. Pero lo mejor es que te pases por Lululemon. Esta marca de ropa deportiva y chic tiene su sede en Vancouver y es la responsable de que las mallas de yoga se hayan convertido en una prenda imprescindible y completamente ubicua. Hazte con un par y no querrás quitártelas nunca, además de ir muy a la última.

3. IR DE COMPRAS EXCLUSIVAS

Robson puede ser el paraíso de las compras pero no deja de estar lleno de grandes cadenas que se pueden encontrar en otros lugares. Para diseñadores nativos y hallazgos bastante más exclusivos acércate hasta Gastown, uno de los barrios más antiguos de la ciudad (más concretamente de finales del siglo XIX, que en el oeste americano es una eternidad). La zona está llenándose de restaurantes y comercios independientes.

No te dejes intimidar por las tiendas de souvenirs y lo turístico de los primeros establecimientos de la calle Water, sigue caminando por ella en dirección a la muy europea plaza Maple Tree y te encontrarás con la zapatería John Fluevog o los paraísos de la decoración para gente con buen gusto pero mejor cartera Zientte y Örling & Wu. Sigue caminando por los adoquines rojizos hasta la calle Carrall y aprovecha para tomarte un café o comprar una barra de chocolate artesanal en East Van Roasters. Y es que no hay barrio hipster que se precie sin su cafetería de comercio justo y cultivo ecológico.

4. PROBAR LA GASTRONOMÍA

Si no te has cansado todavía de modernillos, y en Canadá es difícil porque no son tan ubicuos como en otros lados, pasea hasta el barrio de Yaletown y atrévete con un poco de Canadian cuisine en The Flying Pig. No puedes dejar de probar el poutine, uno de los platos más distintivos de Canadá que consiste en patatas fritas con queso fundido y gravy o salsa de jugo de carne. En The Flying Pig lo han versionado añadiéndole carne de cerdo deshebrada.

5. IRSE DE COPAS

Todavía en Yaletown, sigue por la calle Hamilton hasta la terraza de The Parlour para tomarte una cerveza o un margarita con agua de coco. Si te sientes inspirado a experimentar opta mejor por Raw Canvas. La carta de cerveza es más extensa y después de una copa o dos te parecerá buena idea lo de gastarte más de 50 dólares canadienses para comprar un lienzo y pintura y poner en práctica tu talento en el taller con caballetes que hay en la trastienda de este local. ¿Quién ha dicho que los canadienses no saben divertirse?

6. CORRER

Saca las zapatillas de deporte que metiste al fondo de la maleta y quítale las etiquetas a tus mallas de Lulu para sudar en Stanley Park, un parque urbano de más de 400 hectáreas que bordea el centro de la ciudad y tiene vistas a la bahía. Los vancuveritas suelen correr por el camino pavimentado que bordea el parque por el lado del agua, pero te recomendamos que para tu carrera explores también algunos de sus sendas interiores, con nombres tan variopintos como Racoon Trail o Lovers Walk. Piérdete por los extensos bosques de Stanley Park. Es difícil no dejarse seducir por tanta naturaleza en medio de una gran ciudad.

7. COGER LA BICI

Si todavía no te has cansado, a la salida del parque puedes alquilar una bici en Spokes. Cruza la bahía por el puente Burrard y pedalea bordeando el agua hasta la playa Wreck, muy cercana al campus universitario de la Universidad de British Columbia. Tómate las cosas con calma y no dejes de parar para hacer fotos. En tu trayecto de vuelta opta por las calles para ver una parte de la ciudad más residencial y menos céntrica que del otro lado del puente y haz una parada obligada en la falsa isla de Granville.

8. HONRAR LA HOJA DE ARCE DE LA BANDERA NACIONAL

En Granville tienes que visitar el Public Market, con una multitud de tiendas para comprar comida para llevar, flores, pescado fresco, embutido o delicatessen. Consiéntete en Lee’s con un donut recubierto de miel o aventúrate con el de jarabe de arce y bacon. Lo del bacon es optativo pero no puedes marcharte de Canadá sin probar el jarabe de arce. Si tienes suerte y es día de mercado de granjeros en Granville, puedes comprar una botella artesanal y de producción autóctona de este sirope.