“Hay muchas posibilidades y creo que lo más importante es estar atento a cómo se está desarrollando el proceso de fortalecer las pequeñas empresas y a los emprendedores. Hay que confiar en lo que podemos hacer y en lo que podemos contribuir. No hay que poner límites, porque ser emprendedor en Cuba no es fácil.”

Así comienza a hablar Gilberto Valladares, más conocido por “Papito”, que a sí mismo se califica como peluquero y soñador. Peluquero, por casualidad, y soñador, aunque no sepamos exactamente por qué, se demuestra fácilmente en lo que él ha logrado que se conozca como el “Callejón de los Peluqueros” en La Habana Vieja, la parte más antigua y pintoresca de la capital cubana.

No fue casualidad o simple protocolo que, en su visita a la Isla caribeña, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intercambiara con varias personas de ese sector emergente cada vez más atractivo: el cuentapropismo, que es como se llama en Cuba a los trabajadores privados. Después de ese histórico encuentro, ¿qué dicen y qué hacen los emprendedores en Cuba?

Para Valladares, “el cuentapropista ha pasado por varios momentos, y ha ido ganando un espacio en la sociedad cubana. Yo siempre digo que el momento histórico de comprometer al sector cuentapropista con la sociedad es hoy, no mañana, sobre todo por las alianzas que se pueden generar entre el sector cuentapropista y el estatal, no solo para beneficios económicos, sino también sociales.

— ¿Cómo fue el crecimiento de su proyecto?

El origen de ArteCorte está ligado al inicio de mis actividades como trabajador por cuenta propia, cuando empecé con mi proyecto económico y, al mismo tiempo, con mi sueño de rescatar la tradición del oficio. Empezamos como un proyecto cultural, luego hicimos una colección de pinturas, pero hoy somos un proyecto de desarrollo local, porque somos auto sostenible. Para formar este proyecto partí de tres puntos fundamentales: el arte, la historia y el oficio, y eso dio origen al Museo “Vivo la Peluquería”, que ya no me pertenece, porque mi sueño es compartirlo y que trascienda a las futuras generaciones de peluqueros y al patrimonio cultural cubano.

— ¿Y las alianzas?

La escuela de peluquería está en un local que pertenece al Estado, la Oficina del Historiador de la Ciudad nos lo prestó, pero no nos cobra por usarlo. Yo poco a poco, con mis recursos, fui dando forma a ese proyecto de escuela, pero tampoco les cobro a los alumnos. Viene un profesor todas las mañanas y da clases de forma voluntaria.  Eso genera beneficios de todo tipo: este año tenemos 10 muchachas sordas, por ejemplo, y ahora mismo estamos buscando un local para que, entre todas, saquen sus licencias y abran su propio salón de belleza.

Otro proyecto interesante es el Barbeparque, un parque para los niños parece muy simple, pero es un ejemplo de alianzas: fue diseñado por estudiantes del Instituto Superior de Diseño Industrial y fue premio nacional de diseño. La Oficina del Historiador de la Ciudad nos ayudó a instalarlo y yo monté el salón de peluquería infantil. La entrada es gratuita, pero el parque se sostiene con dos trabajadores por cuenta propia: una muchacha que salió de la escuela nuestra hoy se gana la vida cortando el pelo a los niños, y otro muchacho, que había estado preso antes, hoy vende allí helados. Entre ellos dos le pagan a un señor del barrio para que mantenga el parque limpio y la Oficina del Historiador paga a los custodios del parque.

— ¿Qué beneficios obtiene de todo eso?

La idea es prosperar partiendo de lo que cada uno puede aportar, y es lo que ha permitido que este barrio se haya transformado, porque hay un encadenamiento de beneficio económico y beneficio social. No puede haber uno sin otro. Tenemos una bolsa de empleo comunitaria, yo logré que tanto el sector estatal como el sector cuenta propista nos avisen cuando hacen falta trabajadores y nosotros ya tenemos personal capacitado. Además, si yo logro que el 50% de los empleos que se generan queden dentro de la comunidad, estoy generando beneficios desde todo punto de vista.

— ¿Cuál fue su impresión del encuentro con Obama?

Por un lado siento que tenemos que crear aquí espacios para el sector por cuenta propia, y no esperar a que venga un presidente para exponernos. Realmente lo asumí porque cuando uno tiene la posibilidad de decir su propia visión a un presidente, no la deja pasar. No me preparé para pedir, sino para compartir mi filosofía sobre lo que debe ser un emprendedor en Cuba. Yo le decía a Obama que, en una sociedad como la nuestra, el beneficio social multiplica la economía, porque forma parte de nuestra cultura, de nuestra idiosincrasia; en su país es totalmente diferente, porque se estimula el individualismo, pero funciona, no podemos negarlo. Entonces creo que no podemos medir a todo el mundo de la misma manera, hay una manera de ser emprendedor y de crear pequeñas empresas en Estados Unidos y hay otra manera de hacerlo en Cuba, pero podemos encontrar coincidencias y formas de colaborar.

— ¿Qué fue lo más importante de ese encuentro?

Todavía no he podido digerir la importancia que ha tenido eso. No solo es tener la oportunidad de compartir mi visión con el presidente Obama, aunque hayan sido en dos minutos, en medio de un suceso como fue su visita, con todo lo que eso significa, sino que, además, en su discurso él me mencionó de nuevo. Es algo que todavía como persona tengo que asimilar, todavía me cuesta creerlo. Pero nos sirve mucho, porque nos pone en el mapa, nos da visibilidad, y eso es muy positivo y lo agradezco mucho, porque es un legado que puedo dejar al Callejón de los Peluqueros.

— ¿Qué pueden encontrar los visitantes en el Callejón de los Peluqueros?

Tenemos un producto turístico tanto para visitantes nacionales como extranjeros. Muchos vienen aquí al Callejón de los Peluqueros para ver el patrimonio que conservamos vivo, ahora en la bodega de la esquina estamos haciendo el Museo de la Caja Registradora, va a seguir con su función económica, pero tendrá una dimensión cultural muy interesante, con las cajas registradoras de muchas épocas.

En la Casa de los Abuelos vamos a hacer el Museo del Barrio para conservar la historia del barrio de Santo Ángel, y así tenemos una oferta turística comunitaria desde el punto de vista patrimonial.

— ¿Cuáles servicios turísticos se ofrecen en el Callejón de los Peluqueros?

Hay de todo: restaurantes, pizzerías, galerías de arte, peluquerías. El barrio está lleno de obras y no son mías, sino que la gente se ha ido contagiando y entre todos estamos haciendo del Callejón de los Peluqueros un atractivo y una comunidad fuerte. Lo próximo que queremos hacer es un Hostal Urbano, que se venda como una especie de lobby por las agencias turísticas, y consiste en que todo el que se alquile por aquí tiene el 10% de descuento. Para eso le vamos a encargar a los abuelos hacer manillas para esos visitantes, que tienen un producto turístico variado y completo. Eso nos ayuda a sostenernos y todos ganan.

— ¿Se considera un emprendedor?

Sí, y yo creo que no hay que tener miedo a esa palabra. No todos son así, hay quienes prefieren apostar a otras cosas. En el caso mío, que soy emprendedor y soñador es peor todavía, porque los sueños cuestan mucho sacrificio; pero en Cuba hay cosas y espacios y personas que se pueden aprovechar mucho, que se pueden cambiar, pero que no se deben perder. Ahora mismo hay personas que emigran por razones económicas, pero hay personas que están regresando por razones económicas también. Hay muchas oportunidades.

Por: Beatriz Rosales / PanamericanWorld / La Habana