La ausencia de mujeres en el ecosistema de startups, especialmente en América Latina y el Caribe, sigue siendo notoria aunque en los últimos años se han logrado avances de relevancia. La foto fija es la misma que podemos encontrar en otros ámbitos de la economía y de la sociedad. Es una realidad contrastable, generada por diferentes causas, y aparentemente de difícil solución. Tiene, además, otras repercusiones de gran calado como la brecha de género, que aleja a las mujeres de determinadas áreas profesionales y carreras, especialmente las denominadas como Carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
Diversos análisis reflejan que en Silicon Valley las mujeres representan solo el 23% de los cargos en las empresas con menos de 100 empleados, y que en las 10 empresas tecnológicas más importantes del área éstas ocupan solo un 18,3% de los cargos tecnológicos. En América Latina los porcentajes se mueven en baremos similares, aunque hay excepciones y matices que es necesario destacar. Por ejemplo, el 38% de los microemprendedores de Chile son mujeres. De un total de casi 2 millones de emprendedores en el país, más de 700.000 representan al género femenino. Así lo aseguró un estudio publicado por la Fundación BBVA Microfinanzas, a través de Fondo Esperanza y Emprende Microfinanzas.
Según la octava Conferencia anual de la Red de Mujeres Emprendedoras convocada por Dell, de entre las 50 mejores ciudades del mundo para que las mujeres puedan emprender, solo cuatro de América Latina aparecen incluidas: Sao Paulo, Lima, Guadalajara y Ciudad de México. Se trata de una clasificación establecida atendiendo a ámbitos como la reputación o los centros de innovación y emprendimiento que poseen las diferentes ciudades.
¿Qué se puede hacer para mejorar esta situación? Muchos expertos sostienen que hay un problema de base cultural que es necesario corregir, aunque probablemente hará falta varias generaciones para que tenga un impacto real en el ecosistema de startups. Este cambio profundo y orgánico debe pasar por alentar a las mujeres para que se formen en carreras tecnológicas, impulsarlas para que creen sus propios negocios sin temor (pues sus tasas de éxito son mayores que las de los hombres), mejorar la confianza de los inversores en las mujeres emprendedoras para que les permitan acceder a las mismas oportunidades de financiación que a sus colegas del género masculino, y contribuir a la identificación de referentes femeninos en el área.
En el año 2015 Telefónica Open Future lanzó la iniciativa Women’s Age, para promover el emprendimiento femenino. Sus diagnósticos iniciales revelaron que existía una notoria ausencia de mujeres en los equipos directivos de proyectos de emprendimiento tecnológico o ‘startups’. Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, salió a flote un dato de gran importancia: el efecto positivo que tiene la ampliación de la cuota femenina al interior de los equipos directivos. El estudio demostró que las empresas que mayor diversidad de género muestran entre sus equipos de dirección sobreviven más que las que carecen de ella. “En el portafolio global, el porcentaje general de startups fallidas es del 28%, mientras que este porcentaje se reduce a la mitad (14%) entre las compañías que cuentan con mujeres fundadoras”, indica Women’s Age.
Startup-Up Chile creó The S Factory hace tres años con la misma pretensión: empoderar a las empresarias para que puedan desarrollar sus proyectos empresariales en igualdad de condiciones. Patricia Hansen, directora de The S Factory, recordaba recientemente que “cerca del 85% de los líderes de los emprendimientos que teníamos en el programa central “Seed” eran hombres, mujeres solamente un 15%”.
En PanamericanWorld hemos querido destacar el ejemplo de cinco mujeres emprendedoras de América Latina que en su día decidieron fundar o co-fundar su propia startup, o apoyar nuevos proyectos empresariales. En la actualidad son modelos de éxito en el mundo de los negocios e inspiración para otras emprendedoras de la región.
LUCIANA REZNIK. WOLOX (ARGENTINA)
Luciana Reznik es Ingeniería Informática y CEO de Wolox, una empresa de tecnología que hace, entre otros servicios, desarrollos web, mobile y de juegos. Primero fue programadora, luego formó el área de Procesos y Calidad, y después lideró Innovación. Ahora, con 28 años, lidera una compañía que ha empezado ya su expansión internacional a otros mercados de América Latina y Estados Unidos.
Wolox tiene una particularidad: la posición de CEO es rotativa. «El puesto y rol es de un liderazgo marcado dentro del Directorio, pero no una posición de poder verticalista donde un ente autoritario toma decisiones. El liderazgo que viene es colaborativo, basado en las personas y el equipo», explica Reznik recientemente en una entrevista con el diario El Cronista. Para ella, el paso a esta posición se dio «con naturalidad», aunque con desafíos. «Lo más difícil es lidiar con la responsabilidad y que eso se transforme en energía y no un peso», admite.
BLANCA TREVIÑO. SOFTTEK (MÉXICO)
Blanca Treviño es la fundadora y presidenta de Softtek, una de las empresas mexicanas de tecnología más exitosas de los últimos años. Su empresa colocó a México en el sector de las Tecnologías de la Información, un mercado que en el año 2013 tenía un valor de 292.000 millones de dólares. En este momento Softtek ya cuenta con más de 30 oficinas alrededor del mundo. Treviño esta considerada la mexicana más influyente en el mundo de la tecnología y ha sido destacada por Forbes y Fortune por sus logros profesionales.
Su historia se remonta a 1982, cuando junto a otros socios decidieron crear la compañía. Desde entonces han recorrido un largo camino que les ha llevado a abrir nuevos mercados en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España y Venezuela, así como en Estados Unidos, país cuyo mercado tecnológico representa las dos terceras partes del que existe en el mundo, y cuyos resultados han proyectado internacionalmente a esta empresa mexicana.
Blanca Treviño considera que la escasa presencia de mujeres en el ámbito tecnológico se debe a que “hay una predisposición a decir y a creer que las mujeres no son buenas para los números, aunque en realidad no es así y además la carrera no tiene tantos números. En tecnología, hay que ser buena en lógica, pero no en números, porque no eres un economista, ni un estadista», señala.
MARIANA CASTILLO. BEN & FRANK (MÉXICO)
Mariana Castillo, junto a otros tres emprendedores, fundó hace cuatro años la primera startup de México dedicada a comercializar gafas. Ben & Frank ha conseguido consolidarse en un país donde el comercio en Internet todavía genera cierta desconfianza y donde las ópticas se encuentran fácilmente en cualquier centro comercial.
Después de estudiar economía en la Ibero, Mariana quería trabajar en un proyecto que beneficiara a su país. En 2011 entró en el Banco de México, donde trabajó más de 3 años en el área de Operaciones. Durante su MBA en la Universidad de Chicago buscó un nuevo giro a su carrera y fue cuando decidió crear con tres socios la tienda online de gafas Ben & Frank junto con sus tres socios. Mariana es actualmente la CEO y dirige el equipo operativo y las finanzas.
“En Ben & Frank, las dos socias operativas somos mujeres, y en general la experiencia de emprender ha sido fantástica”, señala. Montar una startup en México no ha sido una tarea fácil, reconoce. Aunque existe una red de pequeñas empresas que han encontrado en Internet el empuje que necesitan para despegar, los trámites burocráticos frenan el despegue del comercio electrónico en México. El mercado mexicano, que todavía es renuente a la bancarización, ha dejado alternativas de pago más allá de la tarjeta de crédito que ha permitido a muchas startups que continúen creciendo.
VERA MAKAROV. APLI (MÉXICO)
Vera Makarov es co-Fundadora y co-CEO de Apli, plataforma online de contratación bajo demanda. Ella ha sido Directora General de Lamudi y Carmudi en Latinoamérica y de Hellofood México. Anteriormente trabajó en los fondos de inversión Bain Capital, Bamboo Financee Ignia. Vera tiene un MBA por la Universidad de Harvard y completó una maestría en Historia del Arte por la Universidad de Cambridge.
Vera Makarov y José María Pertusa (anteriormente en Linio), son una pareja dinámica y con un gran conocimiento en comercio electrónico, experiencia que les permitió identificar los problemas que conlleva el no tener suficiente personal en momentos puntuales en la actividad de un negocio. Entre los empleos que ofrece Apli se encuentran principalmente los correspondientes a la industria de los restaurantes con puestos como mesero, garrotero, cocinero, barman, azafata, así como algunos trabajos de oficina como capturista, vendedor o televendedor en un call center.
La plataforma utiliza un cuestionario y maneja diversas variables para acertar con el perfil profesional que busca cada demandante. Para ello hacen uso de la inteligencia artificial Watson de IBM. Así les es posible calcular el desempeño que tendrá cada trabajador. Vera Makarov ha sabido compatibilizar su condición de madre con el de emprendedora, aunque reconoce que no ha sido sencillo: “Me enteré de que estaba embarazada unos días después de haber realizado el pitch a nuestros inversionistas y tenía mucho miedo de decirles, porque puede haber discriminación“, explicaba Makarov en entrevista con Expansión. “Pero solo me felicitaron y siguieron los planes“, concluye.
MARIANA COSTA. LABORATORIA (PERÚ)
Mariana Costa es cofundadora y Directora Ejecutiva de Laboratoria, una startup peruana de carácter social que capacita a mujeres jóvenes de bajos recursos como desarrolladoras web y las conecta con oportunidades de empleo de calidad en el sector tecnológico.
Costa fue seleccionada por la organización internacional Project Management Institute (PMI) en la prestigiosa lista Future 50 en 2021, donde aparecen líderes emergentes que están creando, construyendo y transformando el mundo mediante diferentes proyectos.
Desde su lanzamiento en Perú, en 2014, Laboratoria se ha expandido a otros países como México y Chile y entre sus objetivos se encuentra seguir trabajando para lograr que las mujeres tengan cada vez más oportunidades para acceder al mercado laboral.
Previamente Mariana había trabajado en programas de desarrollo social en países como El Salvador, Guatemala, Haití y Kenia, con organizaciones como TechnoServe y la Organización de Estados Americanos. Es bachiller en Relaciones Internacionales por la London School of Economics y tiene una maestría en Administración Pública y Desarrollo en la Universidad de Columbia en Nueva York.
Mariana Costa estudió Negocios Internacionales en Inglaterra. Diez años después regresó a Perú junto a su esposo, un ingeniero ecuatoriano. y crearon una empresa de desarrollo web llamada Ayu. Para formar el equipo de trabajo de la nueva compañía necesitaban contratar tanto a hombres como mujeres para conseguir ideas con distintas perspectivas. Sin embargo, se chocaron con la realidad: solo el 7% de desarrolladores web son mujeres en Perú.
Así surgió Laboratoria, que forma a mujeres que no pudieron acceder a una educación de calidad fundamentalmente por falta de recursos, para que puedan ejercer como desarrolladoras a través de cursos intensivos en los que aprenden a utilizar los principales lenguajes de programación.