En octubre de 2020, María Celeste Sánchez Sugia hizo historia al convertirse en la primera senadora que se reconoció abiertamente como afromexicana. Esto sentó un precedente en la representación política de este grupo étnico que ha sido históricamente invisibilizado. Con 31 años de edad, en ese momento, Sánchez Sugia asumió la suplencia de la senadora Citlalli Hernández cuando esta solicitó licencia al cargo para buscar la dirigencia nacional de Morena.
Antes de su arribo a la Cámara Alta, Sánchez Sugia ya tenía una larga trayectoria activista enfocada en visibilizar las problemáticas de las comunidades afrodescendientes. Desde 2013, se involucró en asociaciones civiles que trabajan temas relativos a la población afro mexicana y los derechos de migrantes.
Esta temprana conciencia de su identidad afrodescendiente contrasta con el hecho de que creció sin saberlo, experimentando discriminación y racismo sin entender sus raíces. «Yo toda mi infancia y adolescencia la viví sin saber que era afromexicana, sin identificarme y sintiendo mi identidad incompleta», relató Sánchez Sugia.
Orígenes humildes y preocupación por niños migrantes
La exsenadora nació en la Ciudad de México, en el seno de una familia trabajadora oriunda de estados del sur del país con importante población afromexicana. Su madre emigró desde la Costa Chica de Guerrero a la capital cuando tenía 17 años. Allí enfrentó situaciones de discriminación y acoso laboral por su condición de mujer negra.
Por su parte, el padre de Sánchez Sugia es originario de Veracruz y se desempeñaba como comerciante. La senadora creció en la populosa delegación Iztapalapa, viviendo en carne propia las condiciones de pobreza y exclusión que afectan a miles de capitalinos.
Antes de iniciar su carrera legislativa, Sánchez Sugia colaboró durante seis años como voluntaria en la asociación civil Pozo de Vida, participando en un programa para detectar y prevenir casos de abuso infantil y trata de personas en niños migrantes bajo custodia del Instituto Nacional de Migración. Ahí descubrió el poder de la literatura para educar a los niños sobre autocuidado y prevención de la violencia.
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Formación en psicología y neurociencias
María Celeste es Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución donde también realizó una maestría en el área de Neurociencias. Actualmente cursa el doctorado en Ciencias Biomédicas, enfocando sus estudios en temas como funciones cerebrales, aprendizaje, memoria y conducta.
De hecho, su tesis de licenciatura consistió en un proyecto de investigación para estudiar ratones con síndrome metabólico y efectos en sus capacidades cognitivas. Hoy en día realiza experimentos con sanguijuelas dentro de sus estudios doctorales.
Esta sólida formación científica es algo que Sánchez Sugia buscó promover desde el Senado, pugnando por más recursos para la investigación y la educación superior. Considera que la ciencia debe ser una prioridad en la agenda legislativa.
Vocación por el servicio público
El interés de Sánchez Sugia por la política se remonta a su época estudiantil, cuando conoció a Citlalli Hernández. Aunque siguieron caminos distintos, coincidieron años después participando en la construcción del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
La cercana amistad entre ambas y el reconocimiento de Hernández al trabajo social de Sánchez Sugia fueron factores que motivaron su decisión de nombrarla suplente. Al asumir la senaduría, María Celeste manifestó: «No voy a defraudar la confianza de Citlalli ni de las personas que la apoyan».
Si bien llegar al Senado implicó asumir grandes retos, Sánchez Sugia lo tomó como una oportunidad para representar dignamente a las comunidades históricamente relegadas de México. Más allá de su juventud, demostró temple y vocación de servicio público.
Lucha contra la discriminación afromexicana
Uno de los ejes centrales en la agenda legislativa de Sánchez Sugia fue la lucha contra la discriminación y el racismo que persisten contra la población afrodescendiente en México, especialmente en regiones como la Costa Chica de Guerrero, Oaxaca y Veracruz.
Si bien en 2019 se logró que los afromexicanos fueran reconocidos dentro de la Constitución Política, la exsenadora admitió que era consciente de que ese fue solo el primer paso. Impulsar leyes y políticas públicas que protejan los derechos de ese sector, eliminen la desigualdad y fortalezcan su identidad cultural, fue una de sus principales misiones.
Interseccionalidad: género, raza y clase
La exsenadora se asume como feminista interseccional, un enfoque que busca combatir las múltiples opresiones que se entrecruzan desde las categorías de género, clase y raza. Resalta que el feminismo debe buscar visibilizar las luchas y problemáticas específicas de colectivos invisibilizados como las mujeres afrodescendientes.
Desde su posición como legisladora afromexicana, buscó abrir espacios para que más mujeres, indígenas y afrodescendientes llegaran a puestos de representación y decisión política, contrarrestando la exclusión histórica. Su propia presencia en el Senado simboliza la posibilidad de transformación social.
Legado y símbolo de inclusión
La presencia, durante dos años (2020-2022) de María Celeste en el Senado mexicano tuvo un gran valor simbólico. Ella representó la voz de un sector poblacional que ha sido históricamente excluido e invisibilizado dentro de la sociedad mexicana. Como primera legisladora afromexicana, su figura se convirtió en un poderoso símbolo de orgullo, inspiración y esperanza para miles de jóvenes negros dentro y fuera de México.