Dos años y seis meses después de que empezara el acercamiento entre Washington y La Habana, está claro que éste ha tenido un impacto directo en la vida de cubanos y estadounidenses. A pesar de los obstáculos y del nuevo enfriamiento de relaciones impulsado por Donald Trump, varias empresas estadounidenses han hecho negocios sustanciales en Cuba.

AGRICULTURA LÍDER

El comercio entre Estados Unidos y Cuba sigue restringido por el embargo que el Congreso en Washington nunca ha querido levantar, pese a que el anterior gobierno de Barack Obama buscó aligerarlo por decreto.

De ahí que los bienes estadounidenses que llegan a la isla son todavía limitados. Cuba es hoy uno de los socios comerciales más pequeños de Estados Unidos, ocupando apenas el lugar 141 en el mundo.

Pero en este aún reducido comercio, sobresalen los productos agrícolas que Estados Unidos vende a Cuba desde 2001 cuando se hizo una excepción legal a las estrictas prohibiciones del embargo.

«Es un mercado que mueve cerca de US$247 millones al año, de los cuales cerca de 40% son productos avícolas y otro 30% de productos derivados de la soja», explica Paul Johnson, codirector de la U.S. Agricultural Coalition for Cuba (Coalición Agrícola Estadounidense por Cuba), un grupo de presión que busca aumentar el comercio con Cuba.

Y los principales exponentes del negocio son los gigantes del comercio agrícola entre los que destacan Archer Daniels Midland (ADM) y Cargill en la exportación de soja a Cuba, mientras que AJC y Koch Foods se destacan en la exportación de productos avícolas, asegura Johnson.

Sorprendentemente, el monto de las ventas agrícolas estadounidenses fue mucho mayor en años anteriores a la apertura de Obama. «En 2007 las exportaciones de Estados Unidos a Cuba llegaron a cerca de US$700 millones», le recuerda Johnson a BBC Mundo.

LOS SERVICIOS EN AUMENTO

Los decretos de la era Obama marcaron una diferencia más significativa en el aumento de la prestación de servicios en Cuba por parte de empresas estadounidenses. Una de las primeras firmas estadounidenses en llegar fue IDT, en el sector de telecomunicaciones.

En febrero de 2015, William Ulrey, ejecutivo de la firma, le decía a BBC Mundo: «Es nuestra esperanza que el paso de la liberalización de las telecomunicaciones se acelere y cree más oportunidades para la inversión en Cuba. No hay duda que los consumidores cubanos se beneficiarán de una expansión en los servicios y productos de telecomunicaciones».

En los últimos dos años T-Mobile, Sprint y Verizon, operadoras estadounidenses de telefonía celular, también anunciaron acuerdos de interconexión con Cuba. También fueron particularmente visibles en estos dos años y medio los negocios de las grandes aerolíneas estadounidenses que en 2016 empezaron a llegar a Cuba.

American Airlines domina el mercado y otras importantes, como Delta, Southwest y Jetblue, subsidiaria estadounidense de Lufthansa, han entrado al negocio. Para otras aerolíneas menores como Silver y Frontier, el negocio no fue lo suficientemente atractivo y a principios de 2017 cancelaron sus rutas a Cuba.

Con todo y eso, en 2016 viajaron a Cuba 614.433 estadounidenses, un aumento de 34% frente a 2015, señala el diario estadounidense Miami Herald.

LLEGARON A LA HABANA

Tan vistosa como la llegada de las aerolíneas estadounidenses a Cuba fue la de los cruceros. La firma Carnival, basada en Miami, recibió la primera autorización en marzo de 2016 y en mayo siguiente emprendió su primer viaje a la isla con estadounidenses. En 2017 se estima que viajarán a la isla en cruceros estadounidenses 172.000 visitantes.

Otras firmas gigantes de la industria han desembarcado en Cuba, incluyendo a Norwegian, que tiene planeados 62 cruceros entre ahora y 2018, y Royal Caribbean, con 58 cruceros programados antes del final de 2019.

Además, la firma de cruceros de lujo Victory, basada en Miami, fue la décima en obtener permiso para viajar a la isla.

LA POLÉMICA CON LOS HOTELES

Pocos sectores han generado tanta expectativa y levantado tanta polémica en las relaciones económicas bilaterales como el de los hoteles. Esa fue, por supuesto, una de las grandes inversiones estadounidenses en Cuba antes de la revolución.

Después de 2014, firmas como Airbnb anunciaron una nueva presencia en la isla. La firma asegura haber pagado US$40 millones a cubanos desde entonces por alojar a sus huéspedes en sus casas. Según el medio estadounidense The Hill, Airbnb obtiene aproximadamente el 3% por cada reserva hecha en su sistema, más una tarifa que va de 6 a 12% cuando se completa la misma.

Un informe de la empresa asegura que desde abril de 2015 más de 500,000 huéspedes se han quedado en casas de cubanos mediante su servicio, lo que convierte a Cuba en el mercado de mayor crecimiento en el mundo para la firma.

COMPLEJO

Más compleja es la situación para otras empresas hoteleras tradicionales. Starwood se convirtió en 2016 en la primera firma estadounidense en décadas en administrar un hotel en Cuba. Pero hacia el futuro, la expansión de esta industria para los estadounidenses parece nublarse.

En cualquier caso, la expansión económica estadounidense en Cuba parece destinada a continuar, incluso en medio de la revisión a las políticas bilaterales que anunció Trump.

Firmas financieras, comerciales y de todo tipo siguen examinando el mercado cubano con interés. Y por el momento, las variaciones políticas en Washington no parecen haber extinguido las esperanzas empresariales de Estados Unidos frente a Cuba.

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