En los últimos cinco años se viene hablando de México como uno de los grandes ecosistemas de startups de América Latina. El país está creciendo como un atractivo mercado que ya ha visto nacer una serie de unicornios de cosecha propia y ha comenzado a llamar la atención de inversores extranjeros, aceleradoras globales y mentores. A ello se unen uno valores naturales que hacen más llamativo el ADN mexicano: talento, originalidad y resilencia.
Con más de 158 startups, México es el mercado fintech más grande de América Latina, superando a otros grandes mercados como Brasil (130 nuevas empresas) o Colombia (77 nuevas empresas). La mayoría de estas empresas se enfocan en pagos y remesas, administración financiera personal, crowdfunding y préstamos. Las startups mexicanas obtuvieron setenta y tres acuerdos de financiación el año pasado por valor de 130 millones de dólares, la primera vez que el país tiene la mayor cantidad de transacciones de capital de riesgo en Latinoamérica, según la Asociación Latinoamericana de Private Equity & Venture Capital. Brasil atrajo más dinero, con 64 acuerdos por valor de 279 millones.
Una estrategia nacional para crear el Silicon Valle mexicano
De acuerdo con el más reciente Radar del sector fintech de Finnovista, presentado a mediados del pasado año, México se ubica como el país líder de esta industria al sumar 238 startups de tecnología financiera, respecto a las 230 que fueron identificadas en Brasil. El informe señala que en la primera mitad de 2017 surgieron en México al menos 80 nuevas startups, lo que representa un crecimiento de 50% desde la última publicación en agosto de 2016, donde se identificaron 158 startups.
El sector de startups fintech con mayor participación es el de pagos y remesas, seguido por el de préstamos que creció 60% en relación al informe del año pasado. A estos le siguen el de gestión de finanzas empresariales, gestión de finanzas personales, crowdfunding y seguros que aumentaron 114%. El estudio de Finnovista también revela que la Ciudad de México es la zona que registra el mayor número de empresas: el 71% de las compañías identificadas están en la capital del país, mientras que 11% en Monterrey y 10% en Guadalajara. Otro dato importante que arroja el reporte es que la gran mayoría de estas startups operan sólo en el país (90%), mientras que solo 10% ha escalado a otros países.
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¿Cuáles son las razones por las que México se está consolidando como una seria alternativa al desarrollo tecnológico de América Latina? Hay muchas razones que incluso llevan a pensar en el país mexicano como un actor destacado también en Norteamérica, aprovechando el caudal de talento, los salarios competitivos, la calidad de vida y la flexibilidad del marco regulatorio. El año pasado, el Washington Post destacó en un reportaje el de la tecnología al sur de la frontera, con importantes empresas globales como IBM, Oracle e Intel que habían decidido instalarse en Guadalajara, también conocida como la «Ciudad creativa digital» del país.
El crecimiento de la industria relacionada con la formación en codificación en Estados Unidos ha tenido un efecto réplica en México, que está absorbiendo un porcentaje nada desdeñable de esa actividad formativa, clave para el desarrollo del sector. Trilogy Education, una startup que se asocia con universidades para ayudar a establecer bootcamps intensivos de codificación, se está asociando con el Tecnológico de Monterrey (ITESM) en México para crear un programa de capacitación de tecnología a tiempo completo en el campus.
Mark Goodenough, un empresario inglés que ahora vive en México, recordaba recientemente en una entrevista con el portal www.virgin.com que “México es un país muy sociable que se extiende a las relaciones comerciales. La gente es muy amigable y es fácil construir relaciones. Ser extranjero puede ser una ventaja y una desventaja. En México todo es posible con dinero y me refiero a todo. Los sueldos en general son bajos, pero eso permite emplear a personas buenas para hacer cualquier cosa. Es una economía joven y dinámica, por lo que hay muchas oportunidades de negocios”.
Startups mexicanas que quieren ser globales
Este escenario dibujado por el empresario inglés está grabado a piedra en la mente de muchas grandes compañías y de importantes inversores globales, que ven en México la nueva tierra de las oportunidades para las startups del ámbito tecnológico. La propia administración mexicana advirtió hace tiempo este factor estimulante, y junto a varias compañías privadas ha desarrollado en los últimos años una estrategia para atraer y canalizar tanto el talento como el dinero.
En 2004 la Secretaría de Economía de México y la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC), crearon el programa TechBA, cuyo objetivo era el de «fortalecer las capacidades empresariales, tecnológicas e innovadoras de pequeños y medianos empresas basadas en la tecnologíay para ayudar a las nuevas empresas a escalar sus productos y grandes ideas en los mercados extranjeros”.
Dos años después TechBA comenzó a seleccionar promociones de startups mexicanas para participar en un programa de intercambio en Silicon Valley, que les iba a permitir conocer la manera de trabajar en la cuna del emprendimiento mundial y recibir algo del impulso, experiencia y organización de las principales compañías surgidas en California.
Pero fue en 2013 la creación del Instituto Nacional de Emprendimiento (INADEM), la que de manera más determinante influyó en el crecimiento exponencial de nuevas startups en México. Sóloun año después de su lanzamiento, INADEM ya había inyectado hasta 658 millones de dólares en el ecosistema local, dinero que ayudó a 620,000 empresarios, micro, pequeñas y medianas empresas. Ese capital inversor se tradujo en la creación de 6.000 nuevas compañías y 73.000 nuevos empleos.

El tecnológico de Monterrey es uno de los grandes centros de investigación y generación de talento de México. Foto: Wikipedia
El gobierno mexicano también ha desarollado una legislación que facilita el proceso de lanzamiento de un negocio. En septiembre de 2016, el gobierno realizó cambios a ‘La Ley General de Sociedades Mercantiles’ que permitieron registrar cualquier empresa con un ingreso anual de hasta 5 millones de pesos (300.000 dólares USA) sin costo y en 24 horas.
El contexto económico y social que facilitó, a finales del pasado siglo, la irrupción de Silicon Valley como el mayor centro de talento creativo del mundo pueden identificarse ahora en México, donde ciudades como Monterrey, Guadalajara, Jalisco o la propia capital se han convertido en dinámicos motores de creación y desarrollo. De hecho, el propio agotamiento de Silicon Valey como referencia digital y la necesidad de crear nuevos centros para atender la creciente demanda mundial, están impulsando las ventajas geoestratégicas de México y su caudal humano.
TALENTO, EDUCACIÓN Y FINANCIACIÓN, CLAVES DEL MILAGRO MEXICANO
El país tiene más de 130.000 estudiantes que se gradúan anualmente como ingenieros, tiene unos costos operativos competitivos cercanos a los de los Estados Unidos y es una de las economías más grandes de la región. Como recordaba recientemente el prestigioso Financial Times, un número creciente de estudiantes universitarios se están graduando como científicos, diseñadores, vendedores y empresarios. “La clase creativa de México se está expandiendo rápidamente y la nueva generación está llena de profesionales que no temen tomar riesgos. En un mercado de trabajo estancado, esto está creando la base ideal para el emprendimiento”.
En 2016, la inversión de capital semilla en el país promedió aproximadamente los 100.000 dólares americanos. Las empresas emergentes que incluyen aplicaciones para microcrédito, plataformas de bienes raíces, servicios de entrega de alimentos y servicios de pago móvil han representado algunas de las historias de éxito locales más famosas. Hoy, ciudades como Guadalajara atraen a más de 6.000 empresas de tecnología y casi 500 nuevas empresas de otros sectores.
Además, cuando el dinero comienza a fluir con más facilidad los síntomas de creciente son definitivos. De hecho, el acceso a financiación ha sido tradicionalmente el gran problema al que se han enfrentado los emprendedores, no solo de México sino de toda América Latina. Ahora muchas incubadoras, aceleradores y fondos internacionales invierten en México, la cantidad de fondos mexicanos de capital semilla y capital de riesgo ha aumentado rápidamente de tres en 2008 a 14 en 2012 y más de 60 en 2016. El número de inversionistas ángel está creciendo en la capital, y las ciudades más pequeñas están promoviendo el conocimiento del mercado de startups a ricos inversores a través de seminarios en los que explican cómo diversificarse alejándose de las propiedades tradicionales y otros mercados con aversión al riesgo.
Si México es la nueva China de América Latina, como muchos medios de comunicación internacionales se empeñan en afirmar, es algo que se podrá saber antes de que acabe la década. Más allá de un eficaz titular de prensa, la frase esconde la fascinación que provoca un país que, asediado por grandes problemas políticos y de violencia, tiene en su clase emprendedora uno de los mayores talentos para superar todas las adversidades.
The traitorous eight was a group of eight employees who left Shockley Semiconductor Laboratory in 1957 to found Fairchild Semiconductor. William Shockley had in 1956 recruited a group of young PhD graduates with the goal to develop and produce new semiconductor devices. While Shockley had received a Nobel Prize in Physics and was an experienced researcher and teacher, his management of the group was authoritarian and unpopular.[note 1] This was accentuated by Shockley’s research focus not proving fruitful.[note 2] After the demand for Shockley to be replaced was rebuffed, the eight left to form their own company.
Shockley described their leaving as a «betrayal». The eight who left Shockley Semiconductor were Julius Blank, Victor Grinich, Jean Hoerni, Eugene Kleiner, Jay Last, Gordon Moore, Robert Noyce, and Sheldon Roberts. In August 1957, they reached an agreement with Sherman Fairchild, and on September 18, 1957, they formed Fairchild Semiconductor. The newly founded Fairchild Semiconductor soon grew into a leader of the semiconductor industry. In 1960, it became an incubator of Silicon Valley and was directly or indirectly involved in the creation of dozens of corporations, including Intel and AMD.[1] These many spin-off companies came to be known as «Fairchildren».