Trimaker es una empresa argentina entre las pioneras de desarrollo y fabricación tecnológica de impresoras 3D de alta resolución y bajo costo, que tiene como meta ser referentes de esta revolución tecnológica que ya está cambiando los paradigmas de fabricación en el mundo.
Hace casi tres años, el proyecto surge de la Universidad de Buenos Aires (UBA) donde parte del equipo fundador es titular de una materia sobre emprendimiento. Maximiliano Bertotto es el ingeniero que viene con la idea que dio origen al proyecto, al luego se le suman Facundo Imas Ananía, Juan Chereminiano, Alexis Caporale y Emiliano Chamorro.
Trimaker decidió desde el primer momento apostar no sólo a la fabricación de impresoras 3D sino también en contribuir con el desarrollo y comercialización de hardware, software y materiales a la floreciente industria 3D en Argentina.
Recientemente, salió al mercado con un producto innovador, con una tecnología diferente que muy pocas empresas están utilizando en el mundo: la estereolitografía, un producto más orientado al B2B.
Pocos días atrás, concretó la adquisición de 3DFab, una empresa especializada en el desarrollo de impresoras FDM -modelado por deposición fundida- que pretende llevar la impresión en tres dimensiones al común de la gente para abrir el juego a nuevos ámbitos de aplicación.
Atacando ambos focos del negocio –B2B y B2C- Juan Chereminiano explica los alcances de ésta tecnología y la revolución que supone para ciertas industrias además de la apuesta por el usuario final y las unidades de negocio qué aún están por explorar.
Salieron al ruedo con una primera tecnología, la estereolitografía. ¿A qué target apuntaron con ese desarrollo?
Es una tecnología que trabaja con resinas portopolímeras que se solidifican con la proyección de luz. Es una tecnología poco común y poco conocida que se utiliza más a nivel industrial o profesional (B2B). Apuntamos a esa tecnología particularmente porque no había empresas que la desarrollaran en Latinoamérica. En septiembre del año pasado comenzamos a entregar las primeras máquinas, con una edición limitada de cuarenta y dos máquinas. La idea era entender los tipos de clientes que se podían acercar a consumir este tipo de productos. También saber cuáles era las variables que apreciaban esos tipos de clientes respecto a estas tecnologías de impresión 3D. Por un lado la industria tiene sus variables. Algunos nos pedían poder imprimir piezas más grandes, otros por piezas más precisas, otros por mayor velocidad. Entonces la idea era ir después de este cupo limitado de clientes poder hacer un análisis y ver cuáles eran las industrias que realmente tenían sentido para nosotros encaradas con impresión 3D como foco. En diciembre de 2013 terminamos de entregar las máquinas y ahí ya presentamos la evolución de esa máquina, nuestro primer modelo formal la Trimaker Black.
¿Y qué pasa con el consumidor final? ¿Hay un mercado para ellos en Argentina? ¿Ustedes apuntan también a éste segmento?
Con la tecnología que estamos lanzando ahora en dos semanas –Trimaker Element-si vamos a un B2C. Esta ya es una tecnología más amigable y más conocida. Es FDM (fused deposition modeling). Esta tecnología es la que está más popularizada de alguna manera y es la que algún usuario final se anima a incursionar. En febrero de este año Trimaker adquiere otro emprendimiento o empresa de acá de Argentina. Esta empresa venía desarrollando tecnología en FDM. En un mes estamos lanzando una nueva máquina, la Trimaker Element que es de tecnología FDM. Trimaker tenía ya idea de incursionar en ese mercado y para nosotros fue una decisión de acortar en cuanto a investigación y desarrollo. Por otro lado queríamos ganar mercado, si bien nosotros tenemos una tecnología bastante más sofisticada, teníamos mucha puja respectiva de clientes buscando esa tecnología.
¿Qué tipos de industria se benefician o se transforman con una tecnología como ésta?
Como clientes tenemos a todos los tipos de industria. Por eso estamos tratando de empezar a estudiarlas de forma vertical. Queremos ver a un futuro cómo podemos ofrecer no sólo una tecnología acorde a una industria sino también un servicio acorde a una industria. Hoy tenemos como clientes profesionales como arquitectos, diseñadores industriales, joyeros, odontólogos, médicos, martilleros y muchos hobbistas con un nivel de la búsqueda de sofisticación de la pieza un poco más elevado. Es gente que se dedica a hacer piezas a escala, juguetes, autos a escala, aviones a escala. En lo que es industrial hay un fenómeno particular que es el diseñador industrial. La realidad es que en la industria en que te metas, por lo general en el diseño de un producto o prototipado de un producto dentro de una compañía, siempre un diseñador industrial será el que toma la decisión. Nos ha pasado tanto con empresas que hacen cosechadoras o están en el agro hasta industrias que hacen moldería o productos para jugueterías. Todos esos decisores terminan siendo diseñadores industriales.
¿Y a nivel usuario final?
Tenemos muchos autodidactas y muchos hobbistas que se animan a usar esa tecnología. Particularmente la diferencia entre una y otra de porque vemos que se está yendo más el B2C con FDM es porque es una tecnología más sencilla, más limpia. En la estereolitografía trabajamos con resinas y en esta simplemente son filamentos en un rollo o en un carretel como si fuera una tanza de tres milímetros que se posiciona sobre un cabezal que se lo funde pero no es tanto una herramienta. No hay que tener el cuidado que hay que tener con la otra tecnología. Por eso vemos que se está separando bastante entre la elección de un tipo de cliente y otro con estas máquinas.
¿Qué pasa en terrenos como Medicina u Odontología?
Tenemos un área dedicada específicamente a biomedicina. Es decir todo lo que tiene que ver con odontología y medicina en sí. Estamos trabajando acá en Argentina con el Hospital Italiano, con Maimónides, el Instituto Zaldivar, con muchos referentes de la medicina para empezar a aplicar las ventajas de impresión 3D. Hoy estamos trabajando con biomodelos a partir de tomografías o escáner de determinada intervención para hacer lo modelos que permiten la planificación quirúrgica. Estamos trabajando en paralelo, esto es ya a mediano plazo, con patentes de CONICET(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) para obtener resinas biocompatibles. Esto es lo que permitiría no imprimir modelos con los que se pueda hacer una planificación, sino tener ya piezas que una vez que salen de la máquina pueden ser incorporadas en el cuerpo. Estas piezas pueden ser bucales, dentales o en el resto del cuerpo. Con este tipo de resinas compatibles lo que se lograría es que el cuerpo no las rechace. Esto más a mediano plazo pero estamos trabajando también con instituciones de Israel y hablando también con instituciones de Brasil que están avanzando mucho en ese tema.
¿Piensas que estamos en los primeros estadios en Argentina de lo que puede ser una explosión en cuanto al cambio de paradigma de la fabricación digital?
Sí. Es verdad que estamos en un mercado todavía verde, todavía bastante inmaduro. La tecnología no es una tecnología nueva, si bien nace en el año 1986, toda esta popularización de la impresión 3D se da por un lado porque se vendieron todas sus patentes y por otro lado porque hoy una persona cualquiera con una computadora promedio puede procesar la información que requieren estas máquinas. Ese es un poco el cambio más fuerte. Particularmente creemos que todavía queda un tiempo más en que la impresión 3D va más de la mano de quien la ve como una herramienta. Todavía no está tan claro el B2C, el usuario final que la puede comprar en la góndola de un lugar de electrodomésticos por ejemplo por decir algo como más genérico. Quizás en cinco años podríamos estar hablando de algo así.
¿En qué aspectos falta aún trabajar?
Todavía queda una curva muy fuerte en lo que tiene que ver la experiencia de usuario. Todavía requiere cierto conocimiento de modelado o cierto conocimiento en la interacción con la máquina para entender como pasar de un archivo digital a un archivo físico. Sin embargo la realidad es que por otro lado se está viendo bastante rápido. Hay un montón de soluciones que se están poniendo a disposición de los usuarios finales. Así que probablemente en cinco años si estemos hablando de algo muy masivo. De hecho te cuento por ejemplo que desde la venta muy pocas personas toman la decisión de compra directamente. Por lo general se acercan a las fábricas piden alguna visita, piden ver la máquina o mandan una pieza y quieren ver como sale la pieza y en base a eso tomar la decisión de compra. Todavía la decisión de compra está bastante asistida y no es algo que realmente esté masificado.
¿Qué visión tienes del futuro a nivel de posibilidades de negocio?
No es tan obvio que en cinco o diez años estemos hablando que el negocio de las impresoras 3D sea justamente vender las impresoras. Nosotros hoy estamos evaluando en paralelo y probando muchas unidades de negocio. Si bien hacemos las impresoras y fabricamos los insumos también estamos probando servicios de impresión. Estamos metiéndonos en medicina, en educación con la elaboración de contenido para las escuelas y los colegios. Creo que como estamos hablando de un cambio de paradigma es un cambio más profundo que una moda. Es algo donde realmente se está cambiando la manera de hacer las cosas y no necesariamente el futuro de la impresión 3D esté en la compra y la venta de maquinaria. El impacto va a ser mucho más trasversal al resto de las industrias.