La pasión por el béisbol en Cuba comienza desde que eres niño. Tal vez ni siquiera seas capaz de lanzar una recta, agarrar con fuerza un bate o correr muy rápido, pero nada de eso impedirá que te identifiques con un deporte que forma parte de la esencia cultural de país. El béisbol cubano es parte de la identidad nacional.

Vivimos, nos repiten constantemente, en un momento en el que el fútbol parece importar más a los niños cubanos que el béisbol. Messi y Cristiano Ronaldo probablemente sean más conocidos entre los jóvenes que grandes figuras de antaño, como Omar Linares o que otros que triunfan en las Grandes Ligas, como José Dariel Abreu y Aroldis Chapman.

Quizás haya no poco de razón en estas afirmaciones; sin embargo, cuando nos acercamos a los terrenos de juego, donde a diario entrenan y juegan los futuros campeones del béisbol cubano, entonces reafirmamos que, a pesar de la disparidad en la cobertura mediática, del éxodo de los principales jugadores y de tantos otros factores que han mediado en el descenso del interés, la pelota sigue muy viva en Cuba.

beisbol cubano
Foto: Abel Rojas / PanamericanWorld, La Habana

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EN EL BEISBOL CUBANO NO FALTAN LOS NIÑOS CON GRAN TALENTO

PanamericanWorld visitó uno de los estadios para niños donde más se juega en La Habana. Está ubicado dentro de las instalaciones de la Ciudad Deportiva y en sus gradas no hay espacio para más personas. Padres y amigos de la familia se han reunido para darles apoyo a los peloteritos. Falta poco para el evento provincial y los equipos de La Habana Vieja y el Cerro, dos de los municipios más poblados de la capital cubana, efectuarán un partido de preparación.

Al acercarnos al banco del Cerro nos recibe Rigoberto Águila. Lleva 20 años entrenando a niños y por sus manos han pasado jugadores que luego vistieron el uniforme de Industriales, el equipo con más títulos en la historia del béisbol cubano, como Jorge Luis Barcelán y Jorge Tartabull.

Bajo su atenta mirada, más de 20 niños comienzan el calentamiento, muy cerca de donde están sentados sus padres. Por el jardín derecho, los peloteritos de La Habana Vieja también realizan su rutina de preparación. Ninguno sobrepasa los 8 años. Rigoberto y otros entrenadores que lo apoyan acuden a las escuelas primarias del Cerro para identificar a los nuevos talentos e incorporarlos al equipo. En ocasiones son los padres los que traen directamente a sus hijos para que los entrenadores comiencen a trabajar con ellos.

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Foto: Abel Rojas / PanamericanWorld, La Habana

Rigoberto no cobra un centavo por el trabajo que realiza; tampoco los entrenadores que lo acompañan, entre ellos Damián Ibáñez quien lleva más de una década en el terreno, enseñando a los niños.

EL FUTURO DEL BÉISBOL CUBANO SE CONSTRUYE DESDE LA BASE

Después de media hora de calentamiento, los dos equipos ocupan sus posiciones en el terreno. Los del Cerro tienen mejor físico y desde el inicio toman la delantera en el marcador. Al final de cada inning, Rigoberto reúne a sus peloteritos y rápidamente analizan los errores cometidos. El profe, como le dicen, a veces habla fuerte, pero con total respeto hacia niños que están allí para aprender y que lo escuchan con mucha atención.

“La base en Cuba está garantizada”, aseguró. “Cuando haces un recorrido por la ciudad encuentras que hay muchos niños, con talento, jugando béisbol. Los problemas del béisbol cubano comienzan después que los niños pasan a las categorías superiores. Allí en no pocas ocasiones se malogran, porque es más difícil entrenarlos”, reconoció.

Rigoberto convoca a todos sus peloteritos de lunes a viernes, en la tarde, para entrenar; mientras, los sábados y domingos son los días dedicados a los juegos de preparación. “Aquí no tenemos apoyo oficial. El apoyo es de los padres”, nos dice y señala hacia la grada del jardín izquierdo, donde están sentados los familiares.

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Foto: Abel Rojas / PanamericanWorld, La Habana

En este momento intervino Damián. Al igual que Roberto aprovecha cada momento para señalar a los peloteritos del Cerro las acciones que realizaron bien en el terreno y aquellas en las que fallaron. Este entrenador habló con franqueza sobre los problemas que afrontan para realizar su trabajo. “En la calle hay muchos niños con enorme talento que pudieran ser excelentes peloteros; pero las condiciones económicas de sus familias impiden esto. Los padres no tienen dinero para afrontar todos los gastos. Por ejemplo, un traje cuesta 55 pesos cubanos convertibles (CUC), un par de tacos, 40 CUC, un guante, 40 CUC. No todos pueden pagar esto y, entonces, deciden no traer a sus hijos”, explicó.

“En ocasiones, el profe Rigoberto y yo hemos puesto el dinero para comprar trajes y guantes a niños que consideramos que tienen condiciones y calidad. Si no hubiéramos hecho esto, tal vez ellos no habrían venido a entrenar”, aclaró. “Todas las cosas que ves aquí” y señala los bates de aluminio, las pelotas, los guantes, “las compramos entre los padres y los entrenadores. Si el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación nos diera, en un año, 10 guantes y 30 pelotas, podríamos formar más peloteros”, reconoció Damián.

El juego casi termina. El equipo dirigido por Rigoberto ha lucido mucho mejor que su rival de La Habana Vieja. Es solo un partido de preparación, pero los niños lo han entregado todo. Cada uno está luchando por un puesto en el equipo que disputará el campeonato provincial.

Cae la tarde y el equipo se dispersa. La mayoría de los peloteritos se marchan acompañados por sus padres. Están cansados y mañana tendrán que asistir a la escuela, para, luego, en la tarde, volver a entrenar. No sobrepasan los ocho años, pero ya saben que el proceso de convertirse en estrellas del béisbol cubano es largo y no sencillo.


Fotos: Abel Rojas / PanamericanWorld, La Habana